Hijo Predilecto de Ciego de Ávila: Antonio Benedico Rodríguez

 antonioArchivo de José Antonio Quintana En la memoria histórica de Ciego de Ávila aparecen numerosas personalidades que han hecho engrandecer a esta ciudad del centro de Cuba. Dentro de la selecta nómina, y brillando con luz propia, aparece Antonio Benedico Rodríguez (1882-1947), periodista, poeta y primer historiador de la localidad.

Durante casi medio siglo, diversos periódicos y revistas imprimen crónicas, informaciones del quehacer socioeconómico y cultural, investigaciones históricas y otros temas relacionados con el patrimonio y la identidad regional, de su autoría.

Las Avispas, primer periódico que se edita en Ciego de Ávila en el siglo XX, lo encuentra como redactor principal. Después, funda y dirige la revista Para ti y se convierte en infatigable colaborador de Alma, más tarde llamada Alma Ilustrada, a nuestro juicio la publicación cultural más importante que circuló en el territorio avileño durante el pasado siglo. En sus páginas aparece su nombre junto a prestigiosas figuras de la cultura nacional como Juan Marinello, Enrique Serpa o la exquisita Dulce María Loynaz, por solo mencionar algunos.

Fue fundador de la Asociación de la Prensa en Ciego de Ávila, donde ocupó el cargo de tesorero. A esta institución se le debe, entre otros aportes e iniciativas, la propuesta para la celebración en nuestro país del Día del Periodista Cubano.

Los dos periódicos de más larga vida durante los años republicanos en la ciudad, El Pueblo y La Región, sienten el quehacer de su escritura, elegante y amena.

El 15 de agosto de 1927, el periódico El Pueblo, en su sección titulada Cabezas Avileñas, publicó una extensa semblanza suya de la que extraemos algunos párrafos, y cito: “El gran periodista. El hombre que acaso lea más libros en Ciego de Ávila. Lector de tintas frescas, siempre está a la última palabra en las corrientes del pensamiento”. “Todo lo lee y asimila este hombre que gasta una fortuna en libros, porque tiene el saludable vicio de la ‘bibliomanía’”. “Benedico es el tipo de intelectual ávido de noticias... Le son familiares los autores más desconocidos... Id a su casa a cualquier hora y lo veréis devorando páginas...”.

Pero más que continuar describiendo aspectos biográficos sobre Benedico, como sencillamente le llamaban sus contemporáneos, insertamos un documento histórico que, por sí solo, nos revela su vida y obra en favor del municipio y la cultura local: la moción, tal y como fue presentada por los concejales, para que, por parte del Ayuntamiento, se le otorgara el título honorífico de Hijo Predilecto de Ciego de Ávila, mérito nunca antes alcanzado por un avileño.

A la Cámara Municipal:

Por cuanto: Corresponde por los medios a su alcance a los Ayuntamientos propiciar el mejoramiento de la cultura local.

Por cuanto: Es saludable propósito el estímulo de todo vecino que por sus esfuerzos en el orden intelectual ha laborado, labora y logra con su dedicación colocar a la ciudad en un lugar prestigioso en el mundo de las letras.

Por cuanto: Don Antonio Benedico Rodríguez, vecino prominente de esta ciudad en sus largos años de dedicación al periodismo activo, el estudio de la Historia Local y al fomento de toda iniciativa cultural, ha dado en Ciego de Ávila el tributo de sus talentos y la oportunidad de ser conocida en el campo intelectual en toda la República por sus brillantes trabajos sobre nuestro pasado, publicados en importantes revisas y ya casi en disposición de ser recogidas y editadas en libros.

Por cuanto: Los motivos expuestos hacen acreedor al Sr. Antonio Benedico Rodríguez y debe el Ayuntamiento de esta ciudad hacerle una Distinción Especial.

Por Tanto: Los concejales que suscriben, Antonio Núñez y Jesús Ordaz, someten a la consideración de sus compañeros la aprobación de la siguiente moción: “Que se conceda al Sr. Antonio Benedico Rodríguez el título de HIJO PREDILECTO DE CIEGO DE ÁVILA, que se le otorgará en Sesión Plenaria del Ayuntamiento y por medio de un título que se inscribirá en un pergamino con la siguiente leyenda: A ANTONIO BENEDICO RODRÍGUEZ, PERIODISTA E HISTORIADOR DE CIEGO DE ÁVILA, EL AYUNTAMIENTO DE ESTA CIUDAD, LE CONCEDE EL TÍTULO DE HIJO PREDILECTO”.

Y para que así conste se expide la presente en Ciego de Ávila, a los 8 días del mes de julio de 1939.

El 20 de diciembre del propio año, en Sesión Solemne, se le hizo la entrega del galardón. El discurso lo pronunció el concejal Luis Cruz, quien exaltó la vida y obra del periodista e historiador homenajeado.

En nombre de Benedico, ya enfermo y sensiblemente emocionado, el también periodista y director del periódico La Región, Enrique García Pérez, presidente de la Asociación de la Prensa en la localidad, formuló la gratitud sin límites por lo que significaba para su compañero y amigo la alta distinción, expresando, además, el encargo expreso del agasajado de manifestar que era “el mayor honor a que podía aspirar en la vida”.

Estudiantes, intelectuales, periodistas y profesores acudían a él, todo un experto analista imparcial y objetivo, para que dirimiese, como árbitro verdaderamente imparcial e instruido, cualquier discusión sobre determinado aspecto de la cultura y cuestiones de índole social. Muchos años ejerció el periodismo, no solo en su ciudad, sino también en periódicos de Camagüey, y a veces no firmaba sus artículos o lo hacía con diversos seudónimos.

Durante toda su vida ocupó distintos cargos públicos. Su pasión por la historia y la literatura lo hizo insaciable lector de todo tipo de obras, llegando a tener la biblioteca mejor surtida de la ciudad. Él dejó deslizar su vida, educando a la niñez, a la juventud y a los hombres con sed de cultura desde la escuela y el periódico.

José Martí sentenció: “Cada cual, al morir, enseña al cielo su obra acabada, su libro escrito, su arado reluciente, la espiga que segó, el árbol que sembró. Son los derechos al descanso. Triste el que muere sin haber hecho obra”. Antonio Benedico Rodríguez puede descansar en paz porque hizo la suya.

Así queda en la memoria, por siempre, el cronista avileño, paradigma para las nuevas generaciones, cuya pluma revoleteó sin cesar para dejarnos la sublime y necesaria lección que nos enseña quiénes somos, de dónde venimos, y hacia dónde vamos. El culto a los muertos, honra a los vivos.