Educar desde la calma: el reto del autismo infantil

Por Alain Martínez Pol
Fotos: Alain
TLa labor de los docentes va mucho más allá de la simple transmisión de conocimientos, se enfoca en el desarrollo de habilidades sociales, comunicativas y emocionales

La Escuela Especial Águedo Morales Reina, donde estudian alumnos con diversas necesidades educativas especiales, es una dosis de esperanza para las familias de niños con trastorno del espectro autista (TEA) en la provincia avileña.

Lejos de un desafío insuperable para los pedagogos que allí laboran, cada estudiante es sinónimo de crecimiento, un camino constante, con apoyo en una estrategia de educación que pone al individuo en el centro del proceso.

En este espacio, la labor de los docentes va mucho más allá de la simple transmisión de conocimientos, se enfoca en el desarrollo de habilidades sociales, comunicativas y emocionales que resultan cruciales para el desarrollo integral de los niños con TEA.

A través de terapias especializadas y actividades de socialización, el personal trabaja para derribar las barreras que limitan el potencial de sus educandos, con enfoques diseñados para que no solo aprendan a interactuar y a adaptarse a su entorno, sino que encuentren un espacio donde su individualidad sea celebrada y, sus capacidades, potenciadas.

Ynes Sánchez Cruz, jubilada y reincorporada, por amor a su vocación, fue la primera maestra que trabajó autismo en la provincia. Con décadas de experiencia a cuestas, ha visto cómo la educación especial en Ciego de Ávila se ha transformado, ganando en comprensión sobre las necesidades de estos niños.

El diagnóstico dentro del espectro autista es un punto de partida decisivo. Identificar con precisión sus particularidades permite orientar mejor el proceso educativo y la atención terapéutica.

En Cuba, especialistas del Centro de Diagnóstico y Orientación (CDO) insisten en que la detección temprana es fundamental para favorecer el desarrollo comunicativo, social y cognitivo de los pequeños.

escuela

“Sin ese primer paso, muchas de las potencialidades del niño pueden quedar ocultas o malinterpretadas, lo que retrasa su progreso y la adecuada orientación a la familia y a la escuela, porque el diagnóstico es lo más importante para saber el trabajo que lleva, ya que ninguna edad dentro del trastorno del espectro autista se parece”, afirma la profesora Ynes con la serenidad de quien ha aprendido a mirar más allá de las conductas.

“Cada niño es un universo distinto, y solo cuando se comprende su nivel de desarrollo, sus intereses y sus modos de comunicación, se puede diseñar una estrategia que en realidad lo ayude a avanzar”.

Expertos en psicopedagogía coinciden con ella: la atención educativa al autismo exige planes individualizados, un entorno estructurado y, sobre todo, el acompañamiento constante de la familia, pieza clave en el progreso de cada infante.

Las escuelas primarias avileñas pueden acoger a niños diagnosticados con TEA dentro del sistema de enseñanza general, siempre que cuenten con el apoyo y la orientación del CDO. Esta decisión, impulsada por el Ministerio de Educación (Mined) de Cuba, busca fomentar la inclusión y preparar, de forma progresiva, a los pequeños, para su integración social.

Sin embargo, en muchos casos un maestro atiende a más de 20 escolares en un mismo salón, lo que dificulta ofrecer la atención diferenciada que demanda el autismo. De ahí la importancia de una preparación pedagógica sólida y del acompañamiento de especialistas como logopedas, psicopedagogos y terapeutas del lenguaje.

El seguimiento a la capacitación de los docentes es esencial en este empeño. No basta con la buena voluntad, se requiere una formación continua que abarque desde el conocimiento del espectro hasta el manejo de las conductas y las estrategias comunicativas más efectivas.

En grados cruciales como primero y segundo, donde se sientan las bases de la lectura y la escritura, a menudo la jornada escolar no alcanza para atender todas las necesidades. Por eso, los expertos recomiendan reforzar la preparación metodológica y crear espacios de intercambio entre maestros de enseñanza regular y educación especial, a fin de compartir herramientas y experiencias que permitan avanzar hacia una inclusión real.

La atención a un niño con TEA no puede recaer solo en el maestro del aula. La estrategia educativa debe involucrar a toda la comunidad escolar, desde una bibliotecaria, que puede organizar actividades sensoriales o lecturas adaptadas, hasta el profesor de Educación Física, que favorece la coordinación y la interacción social a través del juego; todos tienen un rol en el desarrollo del estudiante.

Especialistas cubanos en Psicopedagogía coinciden en que la regulación de la conducta es un componente esencial en la atención a niños con TEA. Más allá del aprendizaje académico, enseñar a los pequeños a controlar sus impulsos, tolerar la frustración y adaptarse a rutinas básicas, constituye un paso determinante para su desarrollo integral.

 escuela autismo

Esta regulación no debe imponerse mediante castigos o coerción, sino a través de estrategias positivas, consistentes y afectivas, que ayuden al niño a comprender los límites y a sentirse seguro dentro de ellos. Esa labor paciente y sostenida se relaciona de manera directa con las llamadas zonas de desarrollo próximo, concepto que en la pedagogía se aplica para describir el espacio entre lo que el niño puede hacer por sí mismo y lo que logra con la guía del adulto.

En el caso del TEA, esta guía adquiere un valor doble: por un lado, orienta el comportamiento; por el otro, amplía las posibilidades de aprendizaje. Cuando el maestro o el especialista intervienen a tiempo, ayudando a canalizar la energía o a transformar una crisis en un momento de calma, se construyen las bases para avanzar hacia metas más complejas, tanto cognitivas como emocionales.

“He visto cambios drásticos en la conducta de los niños a partir de esta regulación; pero, cuando no se hace de forma correcta, o se hace sin las herramientas adecuadas, los resultados se revierten”, explica la logopeda Elina Basso González, quien trabaja en el aula junto a Ynes.

“Ellos suelen ser niños intranquilos, hiperactivos y caprichosos en ocasiones, y si no se les orienta con paciencia no pueden trabajar bien ni concentrarse. La clave está en combinar la firmeza con el afecto, en enseñarles con calma a entender lo necesario y a confiar en su entorno”.

Asegura que es fundamental tener una voz de mando, pero sin perder la paciencia, porque necesitan sentirse guiados, saber que quien los orienta tiene control del aula y seguridad en lo que hace. Una voz firme les transmite confianza, les ayuda a organizar sus acciones y a comprender los límites.

Pero esa firmeza debe ir acompañada de ternura y equilibrio emocional; si el adulto se altera, el niño también lo hará. La autoridad pedagógica, cuando se ejerce con amor, es una herramienta poderosa para lograr avances reales en su conducta y en su aprendizaje, por lo que la alegría, la dedicación, y despojarse de los problemas cotidianos, es un ritual diario.

Este curso, el aula de niños autistas en la Águedo Morales está compuesta por cinco estudiantes a los que se le imparte el plan curricular correspondiente a primer grado. El uso de medios didácticos para superponer figuras, colores, reconocer números, asociar sílabas, y rellenar coloreando para mejorar el control muscular, forman parte del día a día de ambas profesionales.

Tanto Ynes como Elina coinciden en que los lunes son los días más complicados. Los niños regresan a la escuela después del fin de semana un tanto “disociados”, como describen, tras haber pasado días fuera de la rutina estructurada del aula.

“No es culpa de la familia, aclara Ynes, porque tampoco pueden mantener la misma exigencia en casa; ellos necesitan descansar”. Por eso, los primeros momentos del lunes suelen destinarse a reencontrarse con los hábitos, reajustar el ritmo y reactivar las dinámicas de estudio, lo que exige del equipo docente una dosis extra de creatividad para que el regreso se convierta en un proceso motivador.

La atención a un niño con TEA no puede recaer únicamente en el maestro del aula

 

Las experiencias más duras, confiesan ambas, son aquellas en que los niños sufren una crisis de conducta. En esos momentos pueden ponerse agresivos, llorar o aislarse, y las causas son muchas: no comprender una palabra, un sonido fuerte, un cambio inesperado o simplemente el deseo de hacer algo que no logran expresar.

“Son niños muy sensibles”, dice Elina, y la respuesta más efectiva —lo han aprendido con los años— no es levantar la voz, sino abrazarlos, contenerlos y transmitirles calma. Solo cuando sienten que el adulto los comprende, logran regularse y continuar con las actividades del día.

Uno de los principales desafíos que enfrenta el claustro es la falta de relevo generacional. Pocos jóvenes recién graduados se incorporan a este tipo de enseñanza, donde la entrega debe ser total y la vocación, profunda.

La ausencia de fuerza laboral joven preocupa a las educadoras, pues consideran que el trabajo con niños con autismo requiere renovación y energía fresca.

maestra pioneros

Aunque el Mined y la propia escuela han impulsado, durante años, círculos de interés y estrategias de formación vocacional para atraer nuevos maestros a la educación especial, la realidad apenas ha cambiado.

Sin embargo, el colectivo no se desanima: cada jornada, con su esfuerzo y amor, demuestran que enseñar desde la sensibilidad sigue siendo una de las misiones más nobles de la pedagogía cubana.

Así, el trabajo en esta escuela avileña es un ejemplo palpable de que la inclusión no es una utopía, sino una realidad que se construye con dedicación. En sus aulas, cada pequeño avance es una victoria colectiva, un reflejo de que una educación de calidad y equitativa es posible para todos.

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refrescar