Les proponemos un recorrido visual por este sueño convertido en realidad, en el que la cubanía es la protagonista
Orlando Concepción va de un sueño en otro. Primero fue D’Morón Teatro y sus puestas costumbristas que derivaron en un teatro de calle y barro, único en Cuba. Después fue recuperar la sede de la compañía, rescatada de entre los escombros a golpe de sudor y perseverancia.
Ahora es la Casa Museo, contigua a la sede del Teatro Reguero, diseñada para ser centro cultural, memoria viva de las artes en el municipio. No para ese hombre y contagia a los suyos de solo mirar.
Y entre teatro y teatro (y ahora también en su responsabilidad de diputado) Orlando soñó y construyó con sus manos lo que dio en llamar Casa de la Cubanía.
Un remanso en las afueras de Morón, adonde han ido a parar objetos que resumen eso que los cientistas sociales han llamado cubanidad y que él definiría con una frase rápida, sencilla: lo mío primero.
Frente a la globalización cultural galopante, la Casa de la Cubanía propone un viaje a las raíces, en una suerte de retablo barroco donde las imágenes de Fidel Castro y Celia Sánchez comparten pared con Compay Segundo y Titón. No se puede escribir la historia del país sin esas figuras, como tampoco sin el sincretismo, sin el tesoro musical de los primeros vinilos, sin el molinillo y la coladera de café. No se puede describir el alma de la patria dejando de lado al trovador y su guitarra, y aquellos versos… no recuerdas, gentil bayamesa….
• Les proponemos un recorrido visual por este sueño convertido en realidad
Un componente fundamental de nuestra cultura: el ron
Sincréticos siempre: aquí el que no tiene de congo tiene de carabalí
La historia sonora de Cuba en los surcos invisibles de los vinilos
Molinillo y coladera, inseparables hacedores del café
Para nosotros siempre es 26
Fidel Castro y Celia Sánchez comparten pared con Compay Segundo y Titón
Desenfunda tu voz trovador
Llévame en tu bicicleta
Esta jutía también reclama su cubanía