Una rica historia de 133 años avala la conmemoración, en buena parte de este maltratado planeta, del 1ro. de mayo, Día Internacional del Proletariado. En su génesis estuvo la demanda de trabajadores de un grupo de países que reclamaban, con bastante fuerza, la reducción de la jornada laboral a ocho horas.
La historia recoge que, en Inglaterra y en los Estados Unidos de América, la lucha por ese objetivo manifestó un auge mayor, a tal punto que Carlos Marx y Federico Engels acunaron esa demanda.
Se conoce que, en el Congreso de 1868, la Primera Internacional, liderada por el propio Marx, este señaló que el reclamo era una “condición preliminar sin la cual han de considerarse fallidos los intentos ulteriores en pro de la emancipación de la clase obrera”. Así, transformó esta reivindicación en plataforma general de los laborantes del orbe.
La demanda de los obreros norteamericanos se hizo sentir en el Cuarto Congreso de la American Federation o Labor, de 1884. El pedido fracasó y se propuso la realización de una huelga general el 1ro. de mayo de1886, con el fin de poner una fecha como plazo para que se satisficiera el reclamo.
Trabajadores de unas 5 000 fábricas y centros laborales se sumaron al paro. En muchos centros se cumplió lo demandando, pero, en otros, los despidos estuvieron a la orden del día; y también la represión del cuerpo de policía. Como consecuencia, hubo que lamentar huelguistas muertos, heridos y detenidos.
La respuesta a tales desmanes llegó bien pronto. Se celebró un mitin en la plaza de Hymarket, actividad que aparentemente se desenvolvía sin mayores problemas; pero la mano oculta del oprobio salió a relucir. Estalló un artefacto explosivo que provocó la muerte de varios agentes del orden.
De inmediato proliferó la brutal represión: cientos de militantes obreros fueron a parar a las cárceles. Fue responsabilizado, finalmente, un grupo de ocho de filiación anarquista, quienes cargaron con la culpa por el policía fallecido. Cinco fueron condenados a muerte y tres a distintos regímenes de prisión.
A pesar de la repulsa mundial y de millones de voces condenatorias, la sentencia se cumplió un año más tarde. Fueron ajusticiados Alberto R. Parsons, Adolfo Fisher, Augusto Spies y George Engel. Luis Ling se suicidó en su celda para no ser ajusticiado. A Samuel Felden y Michael Schwab les fue conmutada la pena de muerte por ahorcamiento por la de cadena perpetua, mientras que Oscar Neebe fue condenado a 15 años de trabajos forzados.
Hubo un incremento, entonces, en la lucha por las ocho horas de jornada laboral. Hubo grandes manifestaciones como la del 1ro. de mayo de 1890. El movimiento se extendió a Francia, Inglaterra, España, el imperio austro-húngaro, Bélgica y otros lares europeos.
En el Congreso constituyente de la Internacional Comunista, se tomó un relevante acuerdo: la internacionalización del 1ro. de Mayo para rendir homenaje a los Mártires de Chicago. A partir de entonces, los combates no fueron solo por la jornada de ocho horas, sino que se añadieron otras reivindicaciones.
Cuba, no obstante la insipiencia del movimiento sindical, se sumó al concierto mundial que repudiaba los sucesos de Chicago. No solo en La Habana, sino en otras provincias. Vale destacar que Cuba y Argentina fueron los primeros países de Latinoamérica en conmemorar la efeméride proletaria, en 1890.
Al término de la Guerra de Independencia y de la conclusión formal de la intervención norteamericana, se realizaron algunos actos, los que recuperaron su esencia tras el triunfo de la Revolución de Octubre. Se recuerda que, en el correspondiente a 1918, le fue enviado un saludo a Lenin y a los revolucionarios rusos.
Desde entonces no se dejó de conmemorar la efeméride proletaria, a pesar de los enfrentamientos con las fuerzas represivas. Algunos sentaron pauta, como el realizado en 1930, luego de la huelga revolucionaria encabezada por Rubén Martínez Villena, en el que hubo que lamentar la muerte de dos obreros, así como varios heridos y muchos detenidos.
Se recuerda, también, los sucesos de la Colina Lenin, en 1934, donde se tiñó de sangre el suelo patrio, mientras que la de 1937 se caracterizó por los empeños de reorganizar los sindicatos y crear la Federación de Trabajadores de La Habana.
En la etapa de la llamada Guerra Fría, los desgobiernos de turno emprendieron acciones contra el verdadero y legítimo movimiento obrero, con asaltos y ocupación de los sindicatos y la CTC. Recordar que en ese período fueron asesinados Jesús Menéndez, Amancio Rodríguez y Aracelio Iglesias, entre otros.
La celebración del 1ro. de mayo continuó hasta el golpe de Estado del 10 de Marzo de 1852. La CTC, dirigida entonces por Eusebio Mujal, suspendió los desfiles y promovió actos formales. Sin embargo, estos tuvieron otra connotación, pues se dieron en escenarios tales como ingenios, colonias, fábricas, barriadas obreras y hasta en las cárceles.
Pero llegó el Comandante y mandó a parar. Con el Triunfo de la Revolución, los primeros de mayo han tenido otras dimensiones, con la clase obrera y el pueblo en el poder.
A partir de entonces, la efeméride proletaria deviene gigantesca fiesta a lo largo y ancho del Caimán antillano. Nadie reclama nada para sí. O mejor dicho: todos los cubanos demandamos qué hacer, hacia dónde hay que dirigir los esfuerzos principales, qué nuevos retos enfrentar para lograr mayores producciones, productividades, ahorro y eficiencia.
Este tendrá esas y otras connotaciones. Como siempre, será por todo lo alto, calles y plazas repletas, a pesar del bloqueo y de las amenazas del águila imperial que se revuelve en su cubil impotente de frenar a todo un pueblo dispuesto a defender su libertad, independencia y soberanía hasta las últimas consecuencias, más unidos, comprometidos y victoriosos.