Solución que no convence

A veces la solución de un problema no es irse, sino cambiar la forma de quedarnos, le decía a Rita Saldívar Sánchez, quien acudió a Invasor con su misiva y la esperanza de que las entidades pertinentes le ayuden de una vez y por todas.

“Hace 27 años estoy soñando con la casa que me prometieron, pero ya tengo 71 años, y llevo 6 meses operada de cáncer de mama y axila, no es igual, no puedo más.

“Cuando falleció mi esposo me quedé en la calle, porque sus hijos heredaron la vivienda, yo solo quedé pensionada con su chequera y me alojé en el albergue de hombres en Sanguily por un tiempo, hasta que por ayuda del Partido y el Gobierno me trasladé a los antiguos albergues del central de Venezuela, donde aún resido.

“Allí hay 20 albergues, todos de mampostería y techo de tejas francesas, pero las condiciones de mi cuarto son las peores del lugar, tengo filtración por la cubierta, que me ha deteriorado los pocos bienes que poseo, ya mi colchón está podrido, duermo con cartones y nailon encima, y si llueve no puedo cocinar allí y tengo que quedar de pie en una esquina, que es la única que no se moja, hasta que escampe.

“La taza está rajada y mis necesidades las hago en bolsas y de pie, porque ya me falta un seno, no quiero verme también con una herida u otra operación innecesaria.

“Hace solo 3 meses fui al Poder Popular y me mintieron, porque me dijeron que fuera y los esperara en mi casa, que iban a ponerme la taza nueva ese mismo día, y todavía los estoy esperando.

“He sido visitada por trabajadores sociales e inspectores de la Vivienda; cuando ven las condiciones en las que vivo, solo se encojen de hombros y se van por donde vinieron.

“La idea del albergue era circunstancial, y mire cuántos años han pasado y nada de casa, todo ha sido puro cuento, (…) he ido en reiteradas ocasiones a plantear mi queja a la oficina de Atención a la Población del Gobierno, y he hablado con el compañero Wilfredo, pero su solución no me convence, porque él quiere que me reubique en el asilo de ancianos del poblado con este mismo propósito y no me voy a ir para ahí (…).

Rita está desesperada, necesita apoyo, y una solución que no sea la de trasladarse a un asilo; hay que respetar su posición, a pesar de su enfermedad se siente fuerte y capaz de vivir sola, pero tranquila, con un mínimo de recursos para salir adelante.

“No pido mucho, de verdad que no me conformo con la idea de que no me den mi tan añorada casa, pero si no es posible, que no me engañen, y al menos me reparen mi recinto; pienso que arreglar mi techo y la taza del baño no lleva tantos recursos como para que el Estado no me los pueda brindar”.


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