Mala suerte

Eso fue lo último que le dijeron a Mario Ramírez Ranero y a sus hijos Mario y Yenny Ramírez Pérez: “Han tenido mala suerte”. Y si se tratara de un ponche en la goma de la bicicleta o que les hubiera caído un rayo, habrían entendido que el infortunio se cebara con ellos, incluso, haciendo añicos las probabilidades. Pero que desde 2008 no haya existido una solución para las cuatro paredes y el techo no ha sido, precisamente, mala suerte.

Aunque a su paso por los mares al sur de Ciego de Ávila el huracán Gustav no era la bestia infernal que sería después, la endeble estructura de la vivienda número 28 de la calle Máximo Gómez, entre Abraham Delgado y Marcial Gómez, en la ciudad cabecera, no aguantó las lluvias asociadas. Colapsó la cubierta y con ella la tranquilidad de la familia Ramírez, que ahora, 15 años después, acude a esta sección como último recurso.

En ese momento (agosto de 2008), el inmueble era propiedad de Yenny Ramírez Pérez y así aparece en el registro de asignación de techos del Consejo Popular Centro Ciudad de ese año, como la entrada número 14, firmado por la entonces presidenta de esa instancia.

Unos meses más tarde, en mayo de 2009, ya la damnificada tenía en su poder el expediente y el proyecto elaborado por el Arquitecto de la Comunidad, la licencia de construcción emitida por la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda y una carta límite para la adquisición de materiales.

Sin embargo, el 14 de noviembre de 2018, una década más tarde, la directora de la Dirección Municipal de la Vivienda firmaba una respuesta a la queja de Yenny que reconocía que, aun siendo afectada por un evento meteorológico y habiéndose incluido su inmueble en el plan de rehabilitación, no se había ejecutado lo acordado —refiere Mario que nunca fue posible adquirir los materiales en el rastro porque siempre hubo respuestas como “esos materiales aquí no han llegado” o “esos materiales ya se vendieron”.

Añadía la contestación que el caso era de conocimiento de la DMV y del vicepresidente a cargo de la Construcción del Consejo de la Administración Municipal en ese momento. La queja se consideró Con razón y pendiente a solución, con acuerdo aprobado de pasar el caso por el Grupo Temporal de Trabajo para la respuesta a las afectaciones del huracán Irma. “La posible solución no está en nuestras manos”, concluía la carta.

Para entonces, como ya se puede intuir, otro ciclón que sí tocó tierra avileña multiplicó las urgencias y obligó a definir prioridades, entre las que no estaba la casa de Yenny. Cinco años después, tampoco lo está.


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