Se acerca a Cartas Abiertas María Adela Herrera Lazo, residente en la calle Libertad, No. 515 altos, entre Avenida de las Flores y Siete, en la ciudad de Ciego de Ávila. Ella trabajó hasta su jubilación en el sector de la Cultura. Es por ello que, asegura, conoce sus deberes, pero también sus derechos.
Así expone en su misiva: “en el local que ocupa la Asociación Colombófila, frente a mi casa, se está violando la Constitución de la República de Cuba, en el Capítulo II Derechos, artículo 75, que establece que todas las personas tienen derecho a disfrutar de un medio ambiente sano y equilibrado.
“En el mencionado sitio se realizan actividades culturales de viernes a domingo, y es precisamente este último día el que se dedica a la música de la Década. Eso me gusta, pero lo que no soporto son los decibeles del equipo de audio, que da la sensación que se encuentra dentro de mi casa y vibra hasta mi cama.
“Esa situación la he conversado en más de tres ocasiones con los compañeros responsables de dicha actividad, pidiéndoles, por favor, que bajen el volumen de los equipos. Me han tratado de forma irreverente, grosera por momentos y han hecho caso omiso a mi solicitud. Soy una persona adulta mayor y no me siento protegida, sino agredida e irrespetada por la indolencia.
“La estridencia de la música, con las mismas canciones todos los domingos desde las 2:00 de la tarde hasta las 8:00 de la noche, no me permite ver televisión ni descansar. Los ruidos pueden producir daños a la audición, a las funciones corporales, dolor de cabeza, sordera y cambios en nuestro estado de ánimo, entre otras alteraciones. La música alta allí ya es un ruido, molesto, por demás, y me está produciendo agotamiento, irritabilidad, nerviosismo y estrés”.
La música alegra nuestra vida y cultiva el alma. Si está a un volumen moderado y es de nuestro gusto, la disfrutamos a plenitud; pero si la intensidad del sonido y el tiempo de exposición al mismo son mayores de lo recomendado, se vuelve perjudicial.
Cabe destacar que los efectos de escuchar música alta son acumulativos y se notan a largo plazo. Esperemos entonces que este reclamo llegue a los oídos de quienes tienen que darle solución y se respeten así los derechos de María Adela y el resto de los vecinos de esa zona, para que todos convivan en paz y disfruten de la buena música de la llamada Década Prodigiosa.