Caricatura: Manuel Tovar Una caracterización personal, basada en los datos publicados por varias fuentes, incluso en el diccionario Larousse Ilustrado, lo presentan como un hombre de espíritu revolucionario, con la mayoría de su obra con carácter anticlerical, controversial y de imaginación fogosa, con un estilo rebuscado y retórico, entre otros rasgos.
No les demoro más a los amigos de la Gran Red de Redes, la identificación del personaje que hoy llega a estas líneas. Se trata de Jose María Vargas Vila (1860-1933), nacido en Bogotá, Colombia, quien ganó relevancia como novelista, ensayista, crítico y diplomático.
Una primera curiosidad: Cuando él comienza a ganar notoriedad empezó a firmar con los dos apellidos, o sea, Vargas Vila, así echa a la vera del camino los nombres de pila que lo conectan con la tradición católica.
Es en la capital colombiana que cursa sus grados de la primaria y la secundaria. Sin un centavo en la bolsa se le ve en el ejército, participa en la campaña contra los conservadores clericales. Muy versátil, más adelante en el tiempo, se ocupó como maestro en disímiles locaciones. Se ciñe a las normas sociales que existen en Bogotá e incluso rubrica una poesía que titula Recuerdos de mi primera comunión, aparece en el Papel periódico ilustrado. Después, en otra nota, está en el periódico La actualidad.
Por motivos no muy claros —algunos aducen que se mueven en lo político y lo económico—, Vargas Vila acusa a un directivo de corromper y abusar sexualmente de los estudiantes.
Por supuesto, eso levantó “ronchas” en la ciudadanía. La defensa del encartado busca testigos, algunos del tiempo en que Vargas Vila fungió como militar. Entonces es acusado de hurto, travestismo y de sodomia, tiene que “hacer mutis por el foro” y no le queda otra que abandonar el pueblo, y no regresar más.
De la reseña realizada por Juan C. González, tomo en calidad de préstamo algunos datos: Vargas Vila una vez como profesor, vuelve a tomar las armas; se le ve en funciones de secretario de un general y luego del triunfo conservador, es entonces que comienza a redactar materiales de corte político que luego reunirá en la publicación titulada Pretéritos.
Después, en Venezuela, cofundador del periódico La Federación, donde ataca al gobierno. El diario tuvo corta existencia. Residente en San Cristóbal, publicó la primera novela Aura o las violetas, el que más adelante categorizara de “libro inexperto de un romanticismo deplorable”.
Se conoce que publicó en Caracas dos periódicos de corta presencia. En 1892 hace un primer viaje a Nueva York, escribe en el Progreso. Luego se le ve como secretario —por corto tiempo— del general Joaquín Crespo. Viaja otra vez a Nueva York.
A pesar de las críticas recibe el apoyo de —nada más y nada menos— que José Martí. En 1894, le escribe: “Yo le amo a usted la palabra rebelde y americana como hojas de acero con puño hecho a cince, con que cruza las espadas sumisas o los labios mentirosos, yo le amo la hermandad con que se liga usted, en este siglo de construcción y de pelea; con los que compadecen y sirven al hombre”.
En uno de sus periplos por Europa se corrió la noticia de que Vargas se había suicidado —pasajero de un barco junto a una bella dama. De inmediato surgieron elogios e improperios… De los primeros, recibió uno de Rubén Darío, a quien él consideraba su enemigo. Tras lo cual la amistad volvió a su cauce.
Retorna a Nueva York. Allí publica Némesis, revista de arremetida política. Pero la brevedad de sus ataques versus EE.UU., Colombia, Panamá, hace que lo presionen para que abandone el país, según acota González Espeta.
Vargas Vila fija estancia en Barcelona, donde el escritor toma un nuevo aire. Había adquirido fama por el triunfo literario. Por supuesto que eso le valió un buen contrato con la Editorial Sopena, para publicar sus textos, que por aquellos días sumaban una veintena de volúmenes, en versión definitiva.
Se sabe que para 1920 flaquea la salud. Se aísla, se vuelve un solitario, incluso se afecta su afición a los periplos. Sus críticos manifiestan ideas varias sobre que sufría epilepsia, de accesos de locura o de padecer la lepra. Pero de nuevo camina por el mundo. Hace paradas en Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia, México y Cuba. En la isla caribeña se revisó la salud y la vista, intentó hacer negocios, pero no resultaron. Retornó a Barcelona, donde falleció el 23 de mayo de 1933. A 100 años de su nacimiento sus restos fueron enterrados en Colombia.
Entre sus obras sobresalen las tituladas Ibia (novela disidente); Flor de fargo, Alba Roja, Los Césares de la decadencia, La voz de las horas; tambien Aura o las violetas; Los providenciales y la revista Némesis, de arremetida política.
• Consulte aquí la obra de Vargas Vila atesorada por la Biblioteca Cervantes
Curiosidades
• La disección de unos 30 cadáveres para el estudio de la anatomía pictórica enseñó a Leonardo da Vinci cosas que creímos descubiertas muy posteriormente, como son el funcionamiento del ojo, el que comparó con una cámara oscura provista de un lente interior para enderezar la imagen invertida al pasar por la pupila. También para describir la de la sangre, lo cual hizo antes que Servet o Robelois lo proclamaran.
• Sepan, amigas y amigos internautas que el hidrógeno es el elemento más abundante del universo. Constituye el principal componente del agua y de toda la materia orgánica. Añadan a su acervo que los especialistas han calculado que el hidrógeno representa el 90 por ciento de toda la materia y el 99 de la del espacio interestelar.
• Un estudio realizado con gallinas silvestres demostró que tienen la capacidad de elegir cual gallo fertiliza sus posturas y cual no, ya que ellas eliminan el esperma de los más débiles y subordinados. La susodicha afirmación fue realizada por un grupo de investigadores de la muy seria Universidad de Oxford, en el Reino Unido.
• No se asombren al conocer que el Marqués de Valdegamas (1809-1853), filósofo, parlamentario, político, diplomático y periodista Juan Donoso Cortés, se llama, realmente, Juan Francisco María de la Salud Donoso Cortés Fernández Canedo.
• “Del hablador he aprendido a callar; del intolerante a ser indulgente y del malévolo a tratar a los demás con amabilidad”, sentenció Khalil Gibrán (poeta, pintor, novelista y ensayista libanés).