A 14 días sin positivos el riesgo epidemiológico sigue bajando, pero hay lecciones que aprender
Esto de escribir diariamente sobre el mismo tema termina pasando factura. Hay un punto en el que una sabe habrá un día en el que no tendrá mucho para decir y, a contrapelo de la profesión y el deber de informar, ansía que ese “problema” se extienda en el tiempo, indefinidamente. Es mejor no tener qué decir sobre la COVID-19 en Ciego de Ávila a romper esta tranquilidad de 14 jornadas en cero.
Obvio, siempre hay algo que aportar, así sea insistir hasta el desmayo en la pertinencia de ese nasobuco que como mismo nos salva también nos asfixia un poco; del cloro que de tanto picar sobre la piel ya no pica ni levanta ronchas, pero sigue protegiendo; de la distancia (anti)social que nos resta besos y abrazos, mas nos suma seguridad. De eso tendremos mucho para escribir todavía, porque la nueva “normalidad” no parece nos vaya a dejar de lado.
Sin embargo, hablar de los números de hoy de la provincia confirma el trabajo sin descanso durante dos meses y medio de múltiples sectores, fundamentalmente el de Salud Pública.
Habla de la pesquisa que, unas veces mejor y otras no tanto, ha seguido tocando a la puerta, casa por casa, buscando personas con síntomas respiratorios (con todo y que no siempre les decimos la verdad). Solo ayer fueron 46 IRA identificadas, ninguna sospechosa, porque el riesgo epidemiológico ha disminuido proporcionalmente a la cantidad de días sin nuevos casos.
Así, el enfrentamiento a la COVID-19, si queremos hallarle un lado amable, deja como saldo positivo un trabajo mucho más exacto con las IRA desde el punto de vista estadístico y también del tratamiento.
Aunque el Programa Integral de Prevención y Control de las Infecciones Respiratorias Agudas (IRA) no deja resquicios a las dudas, lo cierto es que antes de la epidemia cualquier síntoma respiratorio se consideraba IRA siendo, en no pocas ocasiones, un indicio secundario en personas con otras patologías.
En este sentido, la COVID-19 vino a confirmar lo que ya sabíamos: los “catarros” y las “gripes” matan, pero se pueden prevenir y tratar. Entre los 83 fallecidos contabilizados por la actual epidemia en Cuba y los 461 en 2019 por Influenza y Neumonía hay una larga distancia que se explica únicamente por todo lo que se ha hecho y no se hacía antes.
Otras lecciones apuntan al estudio preventivo de poblaciones vulnerables, como el que continúa en la provincia a propósito de estos casi 15 días sin positivos. Grupos de riesgo como deambulantes, personas hospitalizadas por trastornos psiquiátricos o adultos mayores en hogares de ancianos han sido muestreados con PCR-RT durante esta semana.
La tranquilidad aquí se expresa no solo en el control del único foco abierto, en Turiguanó, o en el completamiento de las altas epidemiológicas (86 después de una notificada ayer), sino en la búsqueda constante de sospechosos y asintomáticos. Hasta ahora las probabilidades han estado de nuestra parte.