Durante enero último en Ciego de Ávila los pluviómetros registraron muy poca actividad, poquísima. Con una lámina real de lluvia de apenas 1,8 milímetros (mm) a nivel provincial, equivalente apenas al seis por ciento de su media histórica, cerró este primer mes del año. Aunque a ciencia cierta, los valores que se esperan para esta etapa son poco significativos.
Sintomatología de que la geografía avileña se adentra más en el período seco, al mostrar en el lapso estudiado indicadores como los días de lluvia que oscilaron entre cero y uno, más cercanos al nulo.
Para tener una idea del tema, destacan apreciaciones como las siguientes: el máximo pluvial absoluto ocurrió en Florencia con 20,2 mm; mientras que los municipios menos favorecidos fueron Morón y Ciro Redondo, donde literalmente no cayó ni una gota del cielo, el cero por ciento de sus medias históricas, según recoge el Boletín del Departamento de Servicios Hidrológicos de la Dirección Técnica de la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico de Ciego de Ávila.
Debido a la insignificante ocurrencia de precipitaciones y el respectivo uso de las aguas, los embalses artificiales descendieron un total de 12,875 hectómetros cúbicos (hm³) en relación con el cierre de diciembre. Por su parte, la disminución del volumen de las lagunas naturales de La Leche y La Redonda significó en conjunto 19,900 hm³.
De manera general, las seis presas de la provincia acumulan un favorable 86 por ciento de llenado que representan 14 0558 hm³, mientras que los embalses naturales se encuentran por encima de sus capacidades a pesar del bajón de las cantidades del vital líquido.
En cuanto a los acuíferos, los 15 sectores hidrogeológicos terminaron en estado favorable. De un recurso explotable total de 808 hm³al cierre de enero existían 887,798 hm³, para un 110 por ciento de llenado.
Como se observa, aunque enero constituye el tercer mes del período seco en Cuba, la geografía avileña lo termina con buenas reservas para afrontar sus compromisos productivos y sociales.
En la “bonanza” hidrológica de la que dispone actualmente la provincia han influido los acumulados de lluvia con comportamientos en lo normal o por encima de la norma durante los últimos meses; en ellos destaca noviembre de 2020, el más húmedo de los últimos 30 años aquí, que tras el paso de la tormenta tropical Eta dejó precipitaciones como promedio de 256 mm, equivalentes al 415 por ciento de la media histórica del territorio.
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