La cara de Ileana Venegas refleja contrariedad cuando se le pregunta por el desempeño económico de Ciego de Ávila en 2019. Acostumbrada a conciliar cifras halagüeñas, expresión de una provincia que ha crecido sostenidamente en la última década ―incluso si los crecimientos no siempre son traducibles al lenguaje doméstico―, los estimados del año pasado le producen preocupación.
No es para menos. Los tres indicadores directivos de la economía provincial (ventas netas, valor agregado bruto, y producción de bienes y servicios) deben haber terminado con incumplimientos de más de tres puntos porcentuales cada uno. Decimos “deben” porque todavía se trabaja con estimaciones, a falta del cierre de la contabilidad de algunos organismos y entidades. El problema fundamental de que no se alcancen las cotas planificadas traspasa el contexto estadístico y toma cuerpo en el día a día, porque sufrimos la escasez de productos en los mercados y la reducción de servicios públicos como el transporte.
Aun cuando se cumplen los 17 renglones incluidos dentro del encargo estatal, dígase la leche fluida o los huevos ―y eso es una excelente noticia―, 67 indicadores de producción y servicios sin lograr las cifras proyectadas comprometieron sobremanera el acceso a alimentos como las galletas dulces y saladas, o las hortalizas y viandas, con el consiguiente efecto negativo en la circulación mercantil minorista. En otras palabras, poco que vender y, en consecuencia, poco que ingresar.
Este asunto en particular no es menor. El 21,2 por ciento de las ventas netas de la provincia (por tanto, de los aportes al presupuesto) corresponde a la actividad del Comercio y el 41,1 por ciento al sector agropecuario. Y es más complejo todavía si entendemos que apenas siete de las 72 empresas avileñas cargan sobre sus hombros esa responsabilidad y, aquí está el meollo, solo una de ellas parece cumplir su plan técnico económico en 2019. Sin el empuje de esos siete “bueyes”, la economía avileña no se empantana al punto de ser deficitaria (se mantiene con superávit después de todo), pero se resiente la estabilidad que ha permitido, año tras año en la última década, exigirle más al plan. Exigirle más al plan, a fin de cuentas, es sinónimo de desarrollo.
“Hoy hablamos de incumplimientos porque nos propusimos ventas netas de 4000 millones de pesos, pero hace 15 años ni siquiera soñábamos con esa cifra”, dice la Directora de Economía y Planificación, ofreciendo otra lectura que, si bien no alivia las tensiones, refuerza la idea de que el territorio, a pesar de los pesares, se mueve.
En total, aquí dejamos de aportar unos 100 millones de pesos al tesoro público en un año en que, sin embargo, se erogaron 82 millones para cubrir el incremento salarial con el cual se benefició a 38 965 trabajadores. Tales cifras (no exclusivas de Ciego de Ávila) explican por qué el país aumentó el déficit fiscal en más de 840 millones con respecto a lo aprobado, a contrapelo de lo previsto al iniciar el año.
• Repase lo expresado sobre el déficit fiscal por la Ministra de Finanzas y Precios durante su intervención en la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Las causas más visibles estaban cantadas desde abril, cuando el suministro de combustibles se contrajo en un 30 por ciento. Desde entonces y hasta septiembre, momento clímax de la “coyuntura”, los cálculos se montaron unos sobre otros y los porcentajes aludieron a un total que ya no era total, sino recorte del recorte.
Bajo esas circunstancias, no obstante, la provincia logró ejecutar el 96 por ciento de las inversiones planificadas y es así que se terminaron 1143 viviendas, se reparó capitalmente la ESBU José Martí, se construyeron 493 nuevas habitaciones en la cayería, terminó el montaje del secadero de granos de Enrique Varona y se adquirieron 15 ómnibus PAZ, 11 tractores y cinco combinadas Case, entre otros resultados.
• Otros resultados de la provincia en 2019 fueron compartidos por las máximas autoridades del territorio.
Con el 2020 caminando y el llamado de la máxima dirección del país a resistir, sí, pero sobre todo a crecer, sabiendo que el bloqueo está ahí, cual dinosaurio de Monterroso, Ciego de Ávila se ha vuelto a planificar ventas netas superiores a los 4000 millones de pesos y 12,1 millones en fondos exportables.
Es cierto que, dicho por el propio Ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, el plan es apenas una intención y podrían no cumplirse las previsiones ―todo indica este año será tan o más complejo que el anterior, elecciones en el vecino del norte mediante―. Pero no por eso hay que aspirar a menos. Un plan que se respete debe mezclar en dosis exactas realidad y riesgo, y ser lo suficientemente flexible como para ajustarse en el interín.
Por eso Ileana Venegas es categórica cuando, dejando a un lado por un momento los obstáculos objetivos y cualquier mal presagio de año bisiesto, insiste en que en 2020 debe primar la austeridad, el ahorro y la creatividad, entendidos como el rigor a la hora de gastar los recursos financieros y materiales, la eficiencia en los procesos y la inteligencia para buscar soluciones; nunca como dejar de hacer.