La provincia suma en línea tres años con déficit presupuestario y eso tiene efectos medibles en lo que se hace, pero, sobre todo, en lo que se deja de hacer
Las estrecheces de los bolsillos personales de buena parte de los avileños han sido en 2021 un reflejo del comportamiento de la Economía provincial. No hay cómo desligar las cuentas domésticas de las globales; unas terminan por explicar a las otras, y viceversa.
De la inflación rampante en el comercio minorista y, por consiguiente, la insolvencia de los salarios ya este periódico ha comentado. Se ha dicho que los cálculos se quedaron cortos y la diferencia entre lo estimado y la realidad terminó pagándola el ciudadano frente a la tarima de la escasísima carne de cerdo, el inexistente arroz, los frijoles con ínfulas de garbanzos y las viandas topadas y vueltas a topar (sin que dejen de “crecer”), por solo mencionar lo “imprescindible”.
Pero la contracción también puede explicarse con los datos globales que maneja el Gobierno provincial. En su reciente rendición de cuentas, el Gobernador Tomás Alexis Martín Venegas enunciaba algunos indicadores al cierre de octubre, ilustrativos de las deudas crecientes del sector público.
Uno de los que más incide en las finanzas de los territorios es la circulación mercantil minorista, resultado de la actividad comercial de bienes y servicios, fundamentalmente, de las empresas de Comercio. En Ciego de Ávila el plan se cumplía al 72,4 por ciento comenzando el cuarto trimestre del año y esa inejecución representaba 635,4 millones de pesos menos que lo planificado.
No podía ser de otra manera, atendiendo al comportamiento de las ventas netas por debajo de lo esperado en casi dos millones de pesos. En el día a día es muy fácil observar ese decrecimiento, porque la ausencia de ofertas es transversal a todos los escenarios. Desde la gastronomía estatal y privada casi paralizada por más de un año, hasta el desabastecimiento de las tiendas que funcionan en moneda nacional.
En su defecto, el comercio informal y por la “izquierda” ganó terreno, supliendo de vaga (y muy encarecida) manera las carencias más elementales y otras igual de importantes, dígase el acceso a ropa y calzado. Pero ese comercio no genera dividendos a la economía territorial porque no paga impuestos.
Sin embargo, estos números de la Economía avileña no son, exactamente, una sorpresa. Los incumplimientos pueden rastrearse hasta el primer semestre de 2019, antes de que la coyuntura energética hiciera más difícil la posibilidad de honrar lo proyectado. Para ese momento las cuentas todavía apuntaban a un superávit, pero se sabía de su fragilidad.
Y 2020 llegó para hacerla añicos, entre el impacto del enfrentamiento a la COVID-19 y la paralización de la Economía. Un efecto negativo que se trasladó multiplicado hacia 2021, cuando se produjeron los dos rebrotes de mayor magnitud en la provincia. El gasto asociado a la epidemia se ha calculado en más de 623 millones de pesos, una cifra que casi iguala a lo dejado de captar por la circulación mercantil minorista.
Aun cuando los ingresos cedidos se sobrecumplían en 44 millones de pesos al finalizar el décimo mes del presente año, provenientes de ingresos tributarios y no tributarios, principalmente, lo gastado en el período fue superior en un 3.7 por ciento a lo captado. Esa correlación sume al territorio, de cara al cierre del año fiscal, en un déficit presupuestario ascendente a 2 375 millones 358 000 pesos, superior a lo planificado en 278,4 millones.
Un déficit al que le han echado “leña” las pérdidas de una veintena de empresas, la paralización de los servicios asociados al sector del Turismo y que, por otra parte, no puede voltear el rostro a las compensaciones monetarias y en especie de la Asistencia Social para los vulnerables ─sabiendo que en medio del encarecimiento de la vida la cifra de asistenciados ha crecido─, entre otros destinos del dinero público.
Lo había adelantado en enero de este año la Dra. en Ciencias Económicas Vilma Hidalgo de los Santos: “Bajo un ambiente de inflación galopante e inestabilidad cambiaria, será muy difícil administrar los múltiples conflictos que obligatoriamente enfrentará la política fiscal en los próximos años”.
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Y lo corroboró la Ministra de Finanzas y Precios Meisi Bolaños Weiss ante el parlamento cubano, cuando afirmó que el principal reto en la ejecución del presupuesto en Cuba “es la reducción del déficit fiscal, para contribuir a los necesarios equilibrios macroeconómicos con una inflación controlada, sin aplicar terapias de choque”. Pero no hay fórmulas mágicas y, aun sin terapias de choque, la escalada de los precios, la eliminación de algunos subsidios y la dolarización parcial de la economía producen efectos similares.
El principal reto en la ejecución del presupuesto en Cuba es la reducción del déficit fiscal, para contribuir a los necesarios equilibrios macroeconómicos con una inflación controlada, sin aplicar terapias de choque, trascendió hoy en esta capital en un análisis del Parlamento
— Agencia Cubana de Noticias (@ACN_Cuba) October 27, 2021
El venidero 21 de diciembre la Asamblea Nacional del Poder Popular recibirá la propuesta de presupuesto para 2022. Después de esa sesión tendremos noticias sobre qué esperar los próximos 12 meses.