Para llegar al municipio avileño de Venezuela bastan unos 12 kilómetros al sur de la Carretera Central. Justo entre llanuras y tierra colorada se erige esta porción de nuestra geografía con olor a salitre, campos verdísimos y una flotilla de barcos anclada un poco más al sur, allí donde está el mar.
A la primera mirada llaman la atención las petrocasas, esas viviendas hechas de prisa y que parecen casi de juguete, que vinieron a cobijar a quienes el huracán Irma dejó sin techo. Luego, el visitante puede descubrir el diseño del Paseo de las Américas; las torres incólumes del antiguo central azucarero Stewart (luego, Venezuela), que por muchos años fue motor de esta industria en el territorio; o el centro cultural Arauca, desde donde se gesta la vida cultural.
Hay un ir y venir constante como de hormigas, tradiciones haitianas que se transmiten de generación en generación y una calma aparente en cada puesta de sol.
Resalta, por su belleza, la arquitectura de la iglesia
El museo es uno de los sitios con valor patrimonial del territorio
El Paseo de las Américas une a Cuba y la República Bolivariana de Venezuela
La estación de ferrocarril Silveira conserva parte de su diseño original
Alrededor del Arauca se gesta la vida cultural
Una de las vías más transitadas del municipio
En los meses más duros de enfrentamiento a la COVID-19, el hospital devino barrera de contención
El parque, espacio para la relajación y el disfrute
La empresa Cubasoy es un polo productivo importante