Si los antiguos griegos hubieran estudiado un poco sobre Sociología, economía de género, habrían sabido que si algún Titan cargaba el peso entero de los cielos, era, sin dudas, mujer
No es que haga falta probarle a nadie lo importante que es el trabajo femenino para que este ecosistema en que vivimos se llame sociedad.
Estamos hablando de una labor inmensa, noble, agotadora, y hasta “mal repartida”, porque nuestra cultura decidió por nosotras un lugar en el mundo.
Media humanidad se despierta a un lado del planeta, cual ejército, a enseñar, cantar, entrenar, limpiar suelos, criar niños, sembrar, dirigir empresas y atender enfermos. Y para la hora en que se acuesta, exhausta, del otro lado del mundo la relevan otras mujeres.
Así, vamos sosteniendo sobre los hombros el peso de niños sanos, camisas planchadas, estudios científicos, ingresos monetarios, comidas nutritivas...
Muchas veces lo notan las personas a nuestro alrededor. Y muchas no. Entonces, hágamoslo notar, que es el primer paso para que nos ayuden a sostener el mundo.
Tus prejuicios me resbalan, como el quimbombó
Veo a través de los lentes de mis estudios
“Bodeguera, ¿qué sucede?”
Mis faldas son arte
Guapa, sí
La amabilidad también es una fortaleza
Que nadie dude de lo poderoso que es cuidar a otros
Yo alimento, ¿cuál es tu superpoder?
De tanto liar, mis manos se han vuelto sabias