La radio corre por las venas

Así lo manifiesta Arquímedes Romo Pérez, Premio Provincial de Periodismo en Ciego de Ávila

El 14 de marzo de 2020, mientras Arquímedes Romo esperaba en casa el Premio Provincial de Periodismo Orlando Castellanos Molina Por la obra de la vida, que recogieron sus nietos, pensaba seguramente en la fortuita coincidencia del calendario: se cumplían 70 años exactos desde la primera vez que su voz atravesó el éter.

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Para ser justos, la historia es mucho más vieja, porque la radio para Arquímedes no ha sido una carrera, sino una vida entera. Ya desde que era niño en La Vigía, “un lugar que no sale ni en el mapa”, narraba los juegos de pelota en medio del campo, frente a un micrófono imaginario. “Los grandes narradores deportivos de esa época eran como si fueran mis amigos.”

Pero como la familia completa se dedicaba a la agricultura, y su papá no podía pagar la educación, solo pudo estudiar hasta sexto grado, un tiempo, no obstante, bien aprovechado. “El rumbo me lo dio mi profesor de la primaria, un señor de Pinar del Río, que había sido actor en su juventud. Era muy culto, y nos enseñó a los muchachos sobre la voz, la expresión oral y los valores para vivir en familia y en sociedad.”

Años después, para validar lo recorrido empíricamente, vendría a completar ese título de sexto grado con la formación en teatro, inglés y lingüística, todas vinculadas a la docencia que lo avala como Maestro de radialistas.

Como el destino tiene rejuegos caprichosos, a los 18 años el Colegio de Locutores desaprobaría a aquel muchacho que por primera vez salía del campo hacia La Habana con un libro de locución aprendido casi de memoria; el mismo joven que con 40 años más integraría la Cátedra de Locutores, órgano rector de la especialidad hasta hoy. Así recuerda ese momento, que cataloga como la cumbre de su carrera: “Cuando me citaron en mayo de 1993, y llegué a La Habana, me sorprendí de ver a quienes tenía al lado mío: éramos seis personas, y entre ellas estaban Héctor Rodríguez, Ángel Hernández y Eddy Martin.”

Un año después de que “lo poncharan” en La Habana, es que entra a Radio Morón. “No fue como locutor, sino cantando en el programa Meridiano Campesino. Hablé con el dueño de la emisora para empezar de prácticas, y me pusieron todos los domingos a dar la hora —se ríe—. ¡Esa era la práctica!”

La añeja planta radial también tiene su historia

Luego comenzaría como locutor del programa, y a partir de entonces trabajaría como periodista de la prensa local; operador de planta y vendedor de propaganda, en Ciego, cuando se creó la Cadena de la Trocha; como director de una emisora en La Habana, y como director de programas. Esa última fue la especialidad en la que obtuvo mayores premios.

“El primero fue en 1969, con el programa Figuras de Siempre, dedicado a la jubilación de Pío Leyva; y el segundo en 1986, con Hacia el Dos Mil, que me tomó casi tres meses preparar, porque se basó en historias de varios avileños en Angola, inspiradas en las grabaciones que hizo mi hijo Andy Romo, cuando el grupo Turiguanó estuvo de gira allá.”

Lo que Arquímedes no menciona es que también es Hijo Ilustre de la ciudad de Morón, y que con el nombre de Eusebio Arquímedes Romo Pérez cuelgan en su casa la condición de Artista de Mérito del Instituto Cubano de Radio y Televisión; el Premio Nacional de Radio; el Violeta Casals, que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba por la obra de la vida, y más recientemente el Orlando Castellanos, que confiere la Unión de Periodistas de Cuba en el territorio.

Con dignidad y orgullo, se muestran cada jornada los profesionales del sector en Ciego de Ávila, quienes en su día,...

Posted by José Alemán Mesa on Sunday, March 15, 2020

Sobre el premio en 2019 Invasor escribió.

Prefiere que le pregunte por el mayor premio, el ejemplo seguido por su hijo Andy Romo, y sus nietos, de los que Marlon y Andito también recogieron la vocación. “Figúrate tú... A mi hijo lo perdí en plenas facultades, pero los 57 años que vivió fueron al lado mío, en la cabina, sintiendo y viviendo lo mismo que yo. Y mis cuatro nietos son, a estas alturas de mi vida, mi razón de ser.”

Son, también, la prueba de que la vocación persiste, la misma que moldeó la voluntad de Arquímedes, que lo mantiene colaborando con el sitio web de Radio Morón y siendo un oyente voraz a sus 88 abriles. Él lo explica: “La radio es un síndrome, que te contagia desde que la conoces. Está en la sangre”.

Lea en Invasor otra historia de amor por la radio


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