Con la partida de un grupo de 18 técnicos, enfermeros y especialistas en Anestesiología, Ciego de Ávila cierra el ciclo de despedidas que por varias jornadas ha venido a recordar cuanto esfuerzo y grandeza encierra la medicina cubana, que desde hace más de 40 días puso ojo atento sobre el terruño para revertir el avance de la COVID-19 y garantizar la asistencia médica en medio de una espiral de contagios.
Si, además, sumamos que José Ángel Portal Miranda, ministro de Salud, informó en señal nacional que los eventos de transmisión institucional en ambos hospitales provinciales llegaban a su fin, se infiere que ahora la normalidad está más cerca, aunque ya se ha dicho que nada será como antes.
Respecto a los cambios, Julio Yamel Verdecia, miembro del grupo de apoyo y director de una institución homóloga en Holguín, explica que dentro de las instituciones de Salud se mantiene el uso permanente del nasobuco, el empleo del hipoclorito de sodio para el lavado de las manos y los pasos podálicos, y la limitación de los acompañantes a los pacientes pediátricos y a las personas que no puedan valerse por sí mismas.
Mientras, se insiste en la necesidad de que cada trabajador sepa cuáles son los medios de protección a usar de acuerdo al área donde se desempeña y las normas de bioseguridad diseñadas por el Ministerio de Salud Pública, tanto para el ámbito de la asistencia médica como para la epidemiología.
Readaptarlas al contexto avileño y vigilar por su estricto cumplimiento es un proceso en el que se encuentra inmerso hoy el Hospital Provincial General Doctor Antonio Luaces Iraola, con el objetivo de lograr seguridad, mayor disciplina y resolutividad. A estas alturas se discuten en cada uno de los servicios y se espera cerrar el sábado con el área de servicio y apoyo, así como con los 24 internos verticales que deberán iniciar su trabajo en consonancia con las nuevas prácticas.
Hasta la fecha se mantienen limitados algunos servicios y se espera que con el tránsito a una nueva etapa sean retomadas las consultas especializadas y la cirugía electiva, con posibilidades de atender también a un mayor número de pacientes.
Por el momento se respira con alivio y vuelven a casa los profesionales que durante semanas se ganaron el aplauso del pueblo avileño, sin embargo, esto no puede traducirse literalmente en confianza y, mucho menos, en trabajo terminado, porque ponerle punto y final a la COVID-19 dependerá de estos y otros esfuerzos.