Las colas, que por estas fechas son escenario común en Ciego de Ávila, invaden también las panaderías del territorio.
Una alta demanda, en un contexto marcado por las dificultades con la alimentación, pone en jaque planes que no logran satisfacer por completo y de forma holgada las necesidades de la población.
Aun cuando el pan de la canasta básica se asegura y continúa como el principal objeto de la industria alimentaria, el que se expende de forma liberada no ha seguido el mismo camino.
Yoslainay Hernández Collado, directora de tecnología y desarrollo en la Empresa Provincial de la Industria Alimentaria, precisa que, además del que llega a los consumidores de forma diaria, los organismos priorizados también reciben el que les corresponde. Afectaciones de un 10 por ciento con la entrada de harina impiden que las producciones puedan ampliarse y aparezcan en las tablillas otras ofertas que con anterioridad podían encontrarse.
Invasor ha hecho referencia a la calidad de esta materia prima, con estándares inferiores a los requeridos para lograr un resultado diferente, que se traduciría en un pan con mejor olor, presencia y sabor.
Ante este panorama, la Unidad Empresarial de Base (UEB) de la Empresa Cubana del Pan en la provincia asume la venta de forma liberada.
Que lo planificado se cumple, lo afirma Javier Fernández Solís, director de la entidad, y añade que eso no es sinónimo de satisfacción de la demanda, muy por encima de esos números pactados.
Por eso, como en otros sectores, se buscan las llamadas alternativas. En este caso una de ellas es la regulación de cinco unidades por personas y las limitaciones a los vendedores ambulantes, para garantizar mayor presencia en el mostrador, la prioridad de la empresa.
Sin embargo, la situación de los panaderos ambulantes ha suscitado quejas, toda vez que no tienen una fuente donde adquirir estos de manera independiente y deben abonar sus pagos como trabajadores por cuenta propia.
Otra manera que se ha buscado para incrementar las producciones está en la utilización de pulpa de viandas para la elaboración del pan, constituyendo esta el 20 por ciento del producto.
Cuando se escucha no parece una propuesta del todo atractiva. Pero, visualmente, el pan es similar al que de forma habitual allí se expende, y el sabor no dista mucho.
A modo de prueba se ha utilizado la calabaza y el plátano, pero la idea es emplear también yuca y boniato, comenta Félix Dobao Jorrín, jefe de producción de la UEB. “No es una idea novedosa, fue algo que ya se puso en práctica en los años del Período Especial, pero muchos no lo habíamos hecho antes, por lo que estamos aún en fase de preparación con los panaderos.”
Aunque ya está firmado el compromiso, un reto importante será la entrega de las viandas por parte de la agricultura (cálculos indican que para el mes de julio deben aportarse 367 quintales), cuando se prevé que los rendimientos en el surco no tendrán correspondencia con la ampliación de hectáreas sembradas.
Con esta forma de producción, el estimado es de un incremento de 50 toneladas en el mes, que se traduce, por supuesto, en más pan para los consumidores.
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El encadenamiento productivo, tan necesario y reiterado, podría ser una vía para que esta propuesta crezca y se involucren en ella, por ejemplo, los polígonos integrales de producción de alimentos en el procesamiento de las pulpas. Lo acordado hasta el momento es que los centros de elaboración de gastronomía asumirán el procesamiento de las pulpas, precisa Fernández Solís.
Por ahora ya están a la venta en algunas unidades, a modo de “ensayo”. Se suman a ellos los panes integrales, que tiempo atrás aparecían entre las ofertas de estas panaderías y ahora se retoman.