Por más que lo diga Murillo y lo sostenga todo el equipo de expertos que ha estado por años, y años, tratando de ordenar la economía desde la unificación monetaria y cambiaria, la gente necesitará llegar a enero, y probablemente hasta febrero, para entender hasta dónde el diseño de la política se traduce en efectos reales y previstos, o hasta dónde los vericuetos del mercado informal, por ejemplo, podrían ponerle zancadillas.
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Justo anoche el jefe de la Comisión de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos lo sostenía en la Mesa Redonda, al referirse al precio de un pelado y al impacto de la devaluación en el sector no estatal, que apenas representa el ocho por ciento de las ventas minoristas del país. Pero aun cuando las formas de gestión no estatal vendan unos 20 000 millones de pesos y el Estado supere los 230 000 millones, no debemos calcular su peso, únicamente, por el aporte monetario.
Al cierre del 2019, entre los trabajadores no estatales y los cuentapropistas, el número excedía los dos millones de empleados, una cifra que pudiera estar asociada a un número mayor, si decimos que hay familias que dependen de ese grupo. Puestos desde los cuales también se les da de comer a estudiantes y jubilados, digamos. De modo que el efecto de la devaluación también pudiera medirse por ahí, en un sector que necesitaría aumentar ganancias, ya no ofertando más (es innegable el déficit de ofertas), sino vendiendo más caro.
En apariencia, las empresas lo tendrán más fácil, pues ahora podrán distribuir toda la riqueza que sean capaces de crear. Las eficientes, las exportadoras, las que se reinventen y pongan la ciencia a producir… tendrán mejor situación financiera.
Pero los prestadores de servicios, los peluqueros, los informáticos de un taller de reparaciones, el llenador de fosforeras, el merolico de pan con pasta y la costurera, el tarimero de Ortiz… buscarán que su peso no tenga menor capacidad de compra. Y ante precios minoristas y mayoristas elevados, querrán más pesos ellos. De hecho, los necesitarán. Y el asunto se complejiza, porque si bien es lógico que el que produzca riquezas no tenga topes para ganar, no siempre todos los topes y precios fijados (de quienes no producen) han arrojado una feliz coexistencia entre un sector y otro.
Invasor lo hace notar en un reporte. Violaciones de precios: La culpa no es solo del totí: "El ejemplo del boniato lo ilustraba; un producto topado en la capital a 3.00 pesos la libra, en Ciego de Ávila a 1.50, escaso en las placitas, donde tiene precios máximos de 1.00 peso y ´disparado´ en el mercado informal del surco a 4.00 pesos la libra. Con rendimientos que cayeron, incluso, a menos de la mitad (de 25 toneldas por hectárea a 10), el tope de precio acordado en julio de 2019 por el Gobierno de esta provincia, puede que no sea a la altura de diciembre de 2020 un medidor razonable. Es una posibilidad."
De ahí que Marino Murillo llamara a los gobiernos municipales a evaluar con rigurosidad el asunto en la nueva coyuntura: “Esa facultad de establecer hasta dónde van a crecer los precios está en los gobiernos, fundamentalmente en los municipales. Hay que declarar una guerra sin cuartel a los precios abusivos y especulativos, porque cuatro personas no pueden echar por el fondo todo el esfuerzo que se ha hecho para el incremento de salarios en busca de la productividad del trabajo.”
Minutos antes de esa declaración, Murillo había mostrado cómo con solo tres veces que creciera el precio de las formas no estatales ya el incremento de precios iba a ser de 1,6 veces en su conjunto, contra un fondo de salario que crecerá 4,9 veces. Hasta ahí el cálculo dejaba un margen de salario para pagar otros servicios y productos, luego de adquirir la canasta básica normada.
Sin embargo, del mismo modo que en unos lugares pueden “ajustar las tuercas” en la conformación de precios y topes, y pretender mantenerlos estáticos en medio de una economía que se dinamiza cada día; en otros podría no atajarse una inflación que padecemos muy agravada hace, al menos, dos meses.
Y en el equilibrio y el análisis es donde se contrapesa el peso.