Las tormentas eléctricas son uno de los fenómenos meteorológicos más espectaculares y, a la vez, más peligrosos de la naturaleza. Con relámpagos que iluminan el cielo y truenos que retumban con fuerza, estos eventos meteorológicos son el resultado de complejos procesos atmosféricos.
En este artículo, exploraremos cómo se forman, sus características principales, los riesgos que representan y cómo protegernos ante ellas.
Desde el Centro Meteorológico, hemos observado con preocupación que durante las tardes con tormentas eléctricas, algunos jóvenes continúan jugando al fútbol en la pista ubicada en las cercanías de la institución, sin considerar el peligro que esto representa.
Permanecer en espacios descubiertos durante una tormenta con actividad eléctrica aumenta significativamente el riesgo de sufrir el impacto de un rayo. Es fundamental que la comunidad tome conciencia sobre la importancia de resguardarse en lugares seguros cuando se presenten estas condiciones meteorológicas adversas, más cuando las fulguraciones son la primera causa de muerte por fenómenos naturales en el archipiélago antillano.
¿Cómo se forman las tormentas eléctricas?
Las tormentas eléctricas se originan por el desarrollo de cumulonimbos, nubes densas y verticales que alcanzan grandes alturas. Su formación requiere tener ciertas condiciones como aire cálido y húmedo en superficie, que asciende rápidamente, inestabilidad atmosférica, que permite que el aire caliente siga elevándose y un mecanismo de levantamiento, como un frente frío o el calentamiento solar.
Cuando el aire húmedo se eleva, se enfría y el vapor de agua se condensa, formando gotas y cristales de hielo. Dentro de la nube, las corrientes ascendentes y descendentes generan colisiones entre partículas, creando cargas eléctricas. Eventualmente, esta separación de cargas (positivas en la parte superior y negativas en la base) desencadena rayos.
Diferencia entre rayos y truenos
Los rayos son descargas eléctricas visibles que ocurren durante una tormenta, generadas por la diferencia de cargas entre nubes o entre una nube y el suelo, manifestándose como un destello luminoso.
En cambio, los truenos son el sonido producido por la rápida expansión del aire al calentarse instantáneamente (hasta ~30,000°C) debido al paso del rayo.
Mientras que la luz del rayo viaja casi instantáneamente (~300,000 km/s), el sonido del trueno se propaga más lentamente (~343 m/s), lo que explica por qué primero vemos el relámpago y luego escuchamos el estruendo.
La distancia a la que cae un rayo puede estimarse contando los segundos entre el destello y el trueno (cada 3 segundos equivalen aproximadamente a 1 kilómetro de distancia). Aunque siempre que hay un rayo se produce un trueno, este último puede no escucharse si la descarga es muy lejana.
Las tormentas eléctricas por lo general vienen acompañadas de otros fenómenos meteorológicos peligrosos como lluvias fuertes e intensas que pueden provocar inundaciones súbitas, precipitación de granizos o tornados, así como vientos lineales fuertes de mas de 100 kilómetros por hora.
¿Dónde y cuándo son más comunes?
Los rayos y truenos son más comunes en zonas tropicales y subtropicales, donde el clima cálido y húmedo favorece la formación de tormentas eléctricas intensas.
Regiones como el Cinturón de los Relámpagos en África Central (especialmente la República Democrática del Congo), el norte de América del Sur (como Venezuela y Colombia), el sureste de Asia y el centro de Estados Unidos (en el “Corredor de los Tornados”) registran una alta actividad eléctrica.
Estas descargas suelen ocurrir con mayor frecuencia durante las tardes y noches de verano, cuando el calor y la humedad generan fuertes corrientes ascendentes de aire que desencadenan tormentas.
Sin embargo, en zonas costeras o montañosas, los rayos pueden presentarse en cualquier época del año debido a patrones climáticos locales.
El lugar con más rayos del mundo es el Lago de Maracaibo (Venezuela), donde se producen hasta 233 descargas por kilómetro cuadrado al año, un fenómeno conocido como el “Relámpago del Catatumbo”.
En nuestro país ocurren principalmente en las tardes del verano cuando existen las condiciones meteorológicas propicias para su desarrollo, aunque son posibles en cualquier momento del año.
Peligros asociados a las tormentas eléctricas
Las tormentas eléctricas representan una seria amenaza debido a los rayos, que pueden causar incendios, daños estructurales, fallas eléctricas y, en casos graves, fulguraciones mortales tanto en personas como en animales.
Además, los truenos intensos pueden indicar la proximidad de descargas peligrosas, mientras que los vientos fuertes asociados a estas tormentas pueden derribar árboles y cables, generar granizo destructivo y provocar inundaciones repentinas por lluvias torrenciales.
La combinación de estos factores hace que actividades al aire libre, como deportes, acampadas o agricultura, sean especialmente riesgosas durante una tormenta.
Incluso en interiores, el impacto de un rayo cerca puede dañar electrodomésticos y sistemas electrónicos a través de sobretensiones.
Las tormentas eléctricas representan una de las mayores amenazas naturales en Cuba, superando incluso a huracanes, tornados e inundaciones en letalidad.
Según una investigación del Instituto de Meteorología, dirigida por los másteres en Ciencias Nathalí Valderá Figueredo y Evelio García Valdés, entre 1987 y 2017 los rayos provocaron un promedio de 54 muertes anuales en el archipiélago, acumulando 1742 fallecidos en ese periodo.
Las provincias más afectadas fueron Granma (249 víctimas), Holguín (186), Camagüey (161) y Santiago de Cuba (147), según datos del Ministerio de Salud Pública.
Los meses de mayor riesgo son julio (376 muertes), agosto (363) y junio (361), coincidiendo con la temporada de mayor actividad eléctrica.
En igual periodo de tiempo en Ciego de Ávila se registraron poco más de 60 víctimas.
Medidas de protección
Durante una tormenta eléctrica, la principal medida es refugiarse inmediatamente en un edificio cerrado con estructura metálica o cableado que actúe como jaula de Faraday, evitando permanecer a la intemperie.
Si no hay refugio disponible, se recomienda alejarse de áreas abiertas, árboles altos, postes y cuerpos de agua, adoptando una posición en cuclillas, con los pies juntos para minimizar el contacto con el suelo.
Dentro de casa, es crucial desconectar equipos eléctricos, evitar el uso de teléfonos fijos y mantenerse lejos de ventanas o tuberías. Para zonas rurales o deportivas, se sugiere posponer actividades al aire libre al detectar truenos.