Surgida tras los premios Citma 2024, la Red de Jóvenes Investigadores del Ministerio de Educación Superior busca consolidar un movimiento científico desde las universidades. Con su tercer encuentro nacional en la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez (Unica), proyecta su expansión a todo el país para aportar soluciones a los desafíos nacionales
El futuro de la ciencia cubana se siembra, hoy, desde las aulas universitarias. Así lo entiende Kevin Marcos Delgado Álvarez, licenciado en Derecho y profesor de la Unica, para quien la Red de Jóvenes Investigadores del Ministerio de Educación Superior (MES) representa un punto de inflexión.
Todo había comenzado tras los premios Citma 2024, recordaba. En aquel momento, un grupo de jóvenes se reunió con el ministro y en ese diálogo germinó la idea: era necesario agrupar de manera formal a todos aquellos profesores y estudiantes que ya hacían ciencia en los predios universitarios. No podía ser un grupo difuso; debía ser una red con objetivos claros y resultados específicos dentro del propio Ministerio.
El propósito era tan ambicioso como inspirador: potenciar el talento científico joven, ese que reside en los profesores menores de 35 años y en los estudiantes de pregrado y posgrado. La meta era seguir haciendo ciencia joven, pero con mayor coordinación y proyección.
La tercera reunión nacional, celebrada entre el 24 y el 28 de noviembre en la Unica, fue una prueba tangible de ese crecimiento. Hasta allí llegaron representantes de varias casas de altos estudios, principalmente de la región central del país, desde Matanzas hasta Camagüey, junto a colegas de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona y de la Universidad de Oriente.
Aquellos días fueron de intenso trabajo e intercambio. No se limitaron a las discusiones teóricas; la agenda incluyó visitas a entidades de Ciencia, Tecnología e Innovación del territorio avileño. Era crucial ver la aplicación práctica, el vínculo con el sector productivo. Y, en paralelo, se dedicaron a analizar cómo seguir perfeccionando el trabajo de la red dentro del ecosistema universitario cubano. ¿Cómo ser más efectivos? ¿Cómo generar mayor impacto?
El camino por recorrer, señalaba Kevin, está perfectamente delineado. La red tiene la proyección de extenderse a todos los centros de Educación Superior del país, integrando a una masa crítica cada vez mayor de jóvenes científicos. El acumulado de talento y voluntad sería formidable.
Y tras ese esfuerzo de organización y crecimiento late un compromiso mayor: trabajar desde la ciencia y la innovación para aportar soluciones a los problemas complejos que enfrenta la Cuba actual. No se trataba solo de investigar por investigar, concluía, sino de poner el conocimiento universitario al servicio directo del desarrollo de la nación.