Nelson Mario Martínez Moya recuerda las negativas de su abuela ante solicitudes para acceder a cazar y pescar en los bosques de manglares de Finca Rivero, sita en la comunidad costera de Punta Alegre, en el noroeste de la provincia de Ciego de Ávila.
Su antecesora fue celosa guardiana de los valores naturales del área y le hizo comprender la necesidad de preservarla, voluntad que guía su quehacer como productor ganadero.
En septiembre del año 2017, los fuertes embates del huracán Irma reafirmaron la sabiduría de la anciana, cuando la pronunciada vegetación del litoral disipó la energía del oleaje y los fuertes vientos que pusieron en riesgo la integridad de la familia y sus bienes.
A pesar de la robustez de la barrera natural, las olas penetraron unos 500 metros. El manglar quedó destrozado, con todas las hojas “quemadas”, como si un incendio lo hubiese arrasado, rememoró.
En deuda con aquel espacio verde y a la luz del proyecto internacional Resiliencia Costera, Nelson, su familia y los trabajadores de Finca Rivero rehabilitaron el bosque del litoral, con el compromiso de impulsar la recuperación en cinco hectáreas (ha).
Alrededor de 25 personas se involucraron en las labores silviculturales, la plantación y el manejo de la regeneración natural, incluso contrataron obreros eventuales para agilizar las plantaciones de mangle prieto, yana y patabán, lo cual permitió sobrepasar la meta pactada.
Sumaron a los niños, quienes se encargaron de la recolección de semillas, de manera que contribuyeron a educarlos en el amor por la naturaleza e interiorizaron, en la práctica, la urgencia de conservar ese ecosistema.
Martínez Moya reconoce el proyecto internacional como gran oportunidad, por la provisión de recursos materiales y la transferencia de conocimientos para restaurar las áreas dañadas y realizar un mejor manejo de esos dominios.
Los saberes le llegaron mediante intercambios con los productores de la Finca Escuela con Enfoque de Paisaje Rincón Los Hondones, profesores del Centro Universitario Municipal (CUM), de Chambas; especialistas de las ramas agropecuaria y forestal, y a través del Centro Comunitario de Gestión de Conocimientos y Adaptación al Cambio Climático, creado en Punta Alegre por Resiliencia Costera.
Asimismo, perfeccionaron las técnicas para el aprovechamiento de la madera resultante de la limpieza de los manglares en la fabricación de carbón vegetal, que satisface necesidades de la finca y la población cercana, además de constituir una fuente de energía que posibilita ahorrar electricidad.
Aprendieron a conservar plantas que regulan la salinidad de los suelos y coadyuvan al crecimiento de los pastos, indispensables para sustentar la cría de más de 350 cabezas de ganado mayor y los aportes anuales de 30 000 litros de leche y de cinco a seis toneladas de carnes.
A partir de las lecciones lograron un uso más eficiente del estiércol de los rebaños e incorporaron ramas secas acopiadas en los manglares como materias orgánicas para incrementar la fertilidad de la tierra.
La madera recuperada también la convierten en postes para las cercas que delimitan las áreas destinadas al ganado mayor y menor, explicó.
Con una extensión total de 13 ha, cuatro de ellas cubiertas por manglares, Finca Rivero evidencia una progresiva recuperación de los bosques del litoral, que vuelven a convertirse en hábitat para numerosas especies de aves.
Arribó una población de siete flamencos rosados que encontró condiciones apropiadas para convivir y reproducirse hasta sumar en la actualidad unos 30, protegidos por los trabajadores del colectivo para que permanezcan en el lugar, pues forman todo un espectáculo y un atractivo natural extra.
Garantizar la sostenibilidad de las acciones ejecutadas durante el proyecto y combinarlas con la sabiduría popular —incluidas las enseñanzas de la abuela— para una gestión integrada de la Adaptación al Cambio Climático (ACC) y Reducción de Riesgos de Desastres (RRD), constituye un reto que asumen Nelson Mario, su familia y los trabajadores de Finca Rivero.