Al cumplirse el aniversario 64 de aquellas palabras germinales, que convirtieron al 15 de enero en el Día de la Ciencia Cubana, bien vale echar un vistazo a cómo se utiliza el conocimiento científico en Ciego de Ávila, para el bienestar de su gente y de todo el país
Era el 15 de enero de 1960 y Fidel se disponía a hablar en la Academia de Ciencias, como parte de un acto por los 20 años de la Sociedad Espeleológica de Cuba. El discurso, hoy disponible en numerosos sitios digitales, versó sobre muchos temas, como era habitual en las intervenciones del entonces Primer Ministro: la labor científica del capitán Antonio Núñez Jiménez, la transformación de la Ciénaga de Zapata, la importancia de impulsar cambios en el sistema educacional, la necesidad de que los niños campesinos tuvieran oportunidades de superación y crecimiento académico…
Aquel día las palabras vehementes de Fidel trazaron el camino hacia el desarrollo de la ciencia y la tecnología cubanas, y atisbaron con luz larga las posibilidades abiertas al país. Quizá su intervención estuvo al mismo nivel de las famosas Palabras a los intelectuales, reconocidas como germen de la política cultural de la Revolución.
De cualquier forma, su alocución caló bien hondo en la comunidad científica de la Isla y estableció una sólida prioridad: poner el conocimiento y el acervo investigativo al servicio de las grandes mayorías, de su felicidad y de los problemas de su vida cotidiana.
Comenzaba así un largo tránsito que nos llevaría a construir una reconocida industria biotecnológica, abrir las aulas universitarias a millones de personas y lograr que, por primera vez en la historia, un latinoamericano llegara al cosmos. Todo comenzó aquel día de 1960, cuando Fidel convenció a todo un auditorio de que en la ciencia estaba, inevitablemente, el futuro de Cuba.
Al cumplirse el aniversario 64 de aquellas palabras germinales, que convirtieron al 15 de enero en el Día de la Ciencia Cubana, bien vale echar un vistazo a cómo se utiliza el conocimiento científico en Ciego de Ávila, para el bienestar de su gente y de todo el país.
La ciencia también hace milagros
Seguramente, cuando Fidel prometía que el de la patria sería un futuro de hombres de ciencia, pocos podían imaginar lo lejos que llegaría el ingenio humano y cuán fácil sería, a la altura del siglo XXI, que una pareja heteronormativa cubana con problemas de fertilidad, o una homoafectiva, pudieran tener hijos biológicos.
Dra. Marvely Isaac/Facebook
Claro que, en aquel momento, era difícil de creer, porque aún faltaban 13 años para que científicos australianos consiguieran el primer embarazo humano mediante fecundación in vitro, y casi dos décadas para que naciera la primera “bebé probeta” del mundo. Sin embargo, hoy el Programa de Reproducción Asistida del Ministerio de Salud Pública se encuentra presente en todo el territorio nacional y trae la alegría a miles de hogares cubanos cada año.
De acuerdo con la doctora Marvely Isaac Rodríguez, coordinadora general de este programa en la provincia, durante 2023 se atendieron en las consultas municipales 237 nuevos casos y se dio seguimiento a otros 1377. En la consulta provincial, con técnicas y procedimientos más eficaces, fueron recibidos 133 nuevos casos, además de los 818 que ya se trataban el año anterior.
En total, hubo 228 embarazos en tierra avileña, logrados a través de la ciencia, y se produjeron, hasta finales de diciembre, 212 nacimientos; de ellos, un parto de trillizos y siete de gemelos.
Por eso, a cada rato llegan nuevas parejas en busca de un ansiado hijo: una realidad feliz y desafiante que se repite en las consultas de la doctora Marvely y sus colegas. El mes pasado, por ejemplo, se remitieron seis parejas de Ciego de Ávila al Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras, en La Habana, donde ya acceden, de forma gratuita, a las más avanzadas técnicas de reproducción asistida que posee el país.
Regalo: la lucidez
Si la ciencia provoca el milagro de embarazos hasta ayer inalcanzables, debe sumársele a esta luz —la de los nacimientos— la esperanza de una mejor vejez y de una mente clara para nuestros mayores. En una sociedad cada vez más longeva, en la que una de cada 10 personas con más de 65 años padece demencia, encontrar formas de detener el avance del alzhéimer representa una auténtica carrera contrarreloj.
Ciego de Ávila, como el resto de las provincias cubanas, desarrolla un ensayo clínico para evaluar la efectividad y la seguridad del fármaco NeuralCIM en pacientes diagnosticados con la enfermedad de Alzheimer, lo que pudiera significar un importante paso para retardar el proceso neurodegenerativo que provoca este padecimiento.
Aunque no todos cumplen con los requisitos para incorporarse al estudio, cada caso recibe seguimiento por las consultas geriátricas, se diagnostica y atiende de manera unificada, y la familia recibe información al respecto, explicaba meses atrás Yulemis Pinto Cruz, coordinadora de Investigaciones Clínicas del Hospital Provincial General Docente Doctor Antonio Luaces Iraola.
Interrogado por Invasor, el galeno Adrián Pedroso Ríos, residente de segundo año en Neurología en la mencionada institución asistencial, asegura que hasta ahora ningún paciente ha experimentado efectos adversos significativos, aunque todavía falta mucho por investigar, y no habrá resultados incuestionables hasta que culmine el ensayo y se analicen los datos recolectados.
En estos momentos, tanto el Luaces Iraola como el Hospital Provincial General Docente Roberto Rodríguez, de Morón, sirven como sedes del estudio en territorio avileño. Hoy, 242 pacientes con estadíos leves o moderados de la enfermedad reciben el medicamento en la provincia, y los ojos de la comunidad médica y de la población local observan con interés el desarrollo de un estudio que puede regalarnos algo tan preciado y maravilloso como la lucidez.
El “milagro” se creó en el Centro de Inmunología Molecular de Cuba, y es otra feliz consecuencia del empuje y la voluntad de Fidel, ese quijote de verde olivo que aún nos regala buenas noticias.
Un municipio más resiliente
Cuando amainaron los vientos del huracán Irma, a los avileños les quedó clarísimo que los destrozos causados por este fenómeno meteorológico costarían años de recuperación, tanto en lo económico como en lo medioambiental. Punta Alegre era la cruda certeza de que el cambio climático había llegado para quedarse y que el Gobierno y la sociedad debían prepararse para el futuro.
Con el impulso del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, y la ayuda del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y de la Alianza Global para el Cambio Climático, surgió en Chambas —y en otros tres municipios del litoral norte cubano— el proyecto internacional Resiliencia Costera, que centró sus esfuerzos en la transferencia de conocimientos y tecnologías, la reducción del riesgo de desastres y el apoyo al sistema de gobernanza con ciencia, este último implementado por las autoridades chamberas.
El manejo eficiente del litoral, como vía para enfrentar condiciones climatológicas adversas, implicó la recuperación de los manglares, su extensión, incluso en áreas que estaban desprovistas de esta importante barrera natural, y la eliminación de plantas exóticas invasoras.
A veces, uno pudiera pensar que ni todo el ingenio del mundo serviría para detener los efectos del calentamiento global, que ya todo resulta irreversible, pues el modo de producción capitalista ha dejado a la humanidad al borde del abismo: con un pequeño resbalón…
Román Romero/ACN
No obstante, el pasado septiembre nos trajo un acontecimiento verdaderamente inspirador: los flamencos, ausentes tras la destrucción de los manglares de Punta Alegre, regresaron a las costas gracias a las labores de rehabilitación llevadas a cabo. Ese fue, en cierta medida, el primer síntoma de lo que pudiera llegar a ser un municipio más resiliente.
El influjo de la ciencia, la tecnología y la innovación ha dejado en Chambas, luego de culminado el proyecto, la semilla de la transformación posible y esperable: lograr que el territorio se adapte mejor al cambio climático, fortalezca la capacidad de los actores locales, atraiga futuros procesos inversionistas e incorpore las experiencias adquiridas a la hora de planificar su desarrollo socioeconómico.
Sin embargo, no todo queda en la costa. El afán de ponerle “cabeza” a cuanto se haga alcanzó también a las fincas de la zona y a los campesinos que las cultivan. Hoy los guajiros mezclan con entusiasmo las costumbres de sus padres y abuelos con las prácticas agroecológicas que aprendieron de los científicos.
Ya sea para crear vida humana desde una probeta de laboratorio, encontrar remedio para la demencia, salvar las costas cubanas del cambio climático o cualquier otro reto que nos propongamos como sociedad, ciertamente en cada paso irá la huella de los científicos cubanos de todos los tiempos, y la palabra vibrante que se hizo materia aquel 15 de enero, cuando Fidel viajó al futuro y volvió para contárnoslo.