Ángel Lacerda: la Neurocirugía nunca acaba

El doctor Ángel Jesús Lacerda Gallardo fue nombrado hace poco miembro de honor de la Academia de Ciencias de Cuba. Invasor cuenta una vida de formación y de experiencias hasta llegar allí.

angel lacerdaAmandaA su lado, como casi siempre, un puñado de librosÁngel Jesús Lacerda Gallardo vive, por suerte o por desgracia, a una sola cuadra del hospital donde en tiempos normales repara telencéfalos y espinas dorsales. Esa circunstancia es la misma que describe toda su vida. Ser neurocirujano, doctor en ciencias médicas, profesor e investigador, no son títulos que se puedan dejar en la puerta de la casa antes de entrar.

Eso advierte él a todos los que en los últimos 14 años se han aventurado por el mismo camino de insomnios, estudios y francas peleas contra la obsolescencia tecnológica. Una parada importante en ese camino la tuvo Ángel hace poco, cuando fue nombrado miembro de honor de la Academia de Ciencias de Cuba, único avileño entre otros 21 expertos de diversos campos. Invasor fue a entrevistarle por eso, para saber qué lo ha traído hasta aquí.

• Aquí está la lista completa 

Y él contesta que si de alguna manera puede resumir una rutina que avale tal nombramiento, tendría que hacerlo en términos de números: en las horas de sueño que se ha quitado a sí mismo a lo largo de los años, y que han dejado como saldo un servicio de Neurocirugía  ubicado en el Roberto Rodríguez, de Morón, con un prestigio reconocido en todo el país.

“Yo duermo cuatro o cinco horas en un día normal”, dice sin asomo de queja (lo único que lamenta es cómo eso repercute en la vida familiar) un sábado en la tarde, primer día de descanso después de una guardia médica. Pero estar en la casa no es descansar. Es el momento de tabular los datos de los pacientes para algún artículo académico y de arbitrar o editar textos para revistas especializadas, actividades que velan por la actualización y veracidad de los resultados científicos en todo el mundo, y que “se hacen de forma voluntaria”, sin remuneración.

“Nosotros tenemos la suerte de que la investigación tiene como materia prima la información que se genera en la propia asistencia médica”, hecho que ha permitido esbozar fenómenos como el comportamiento de los traumatismos craneoencefálicos en la provincia. No por eso deja de ser un esfuerzo llegar a la casa para estudiar procedimientos o la evolución de los pacientes, después de un día entero en el salón de operaciones.

Porque mientras una cirugía puede tomar entre 30 minutos y 16 horas, proponer modificaciones para la creaneoctomía descompresiva en el traumatismo craneoencefálico (TCE) grave es un trabajo de meses, o de años.

Con esa propuesta es, precisamente, que el doctor Lacerda coronó su doctorado en Ciencias Médicas. “No solo cambiamos la forma en que se hacía el procedimiento inicial, sino que cambiamos el momento de su aplicación, porque observamos que en algunos casos se hacía demasiado tarde”. Ese ha sido el pincipal aporte a la ciencia de un hombre que es hoy presidente de la sección de TCE en la Sociedad Cubana de Neurología y Neurocirugía.

• El sitio de Google Académico recoge cerca de 20 estudios a su nombre 

Que un puñado de doctores como él hayan constituido un servicio capaz de introducir procedimientos, o de practicarlos a la par de los centros más experimentados del país, solo se entiende por la voluntad de mantenerse a la altura del mundo entero desde un municipio del interior de la Isla.

Sin la tecnología de punta, que si hay alguna especialidad que la exija es la suya, Lacerda recapitula todo aquello en lo que han sido pioneros, o cuanto menos, atrevidos. “Lo fuimos con la laminoplastia, que es un tipo de cirugía espinal, lo fuimos usando la anestesia local para las operaciones de hernias discales cervicales, o practicando las cirugías ambulatorias, que en esta especialidad es prácticamente un tema tabú”.

Si bien no los primeros, hoy son aquí de los pocos que practican la cirugía vascular, que exige altos niveles de comprensión de la microcirugía, de anatomía e incluso de óptica. Lo mismo con las cirugías de hemorragias intracraneales, y con los buenos resultados respecto a los TCE. “Mientras nosotros estudiábamos en Camagüey era que se iniciaba en las técnicas de neuromonitorización, y luego seguimos haciéndolo aquí”.

Hace algunos años, mientras a todo eso Lacerda sumaba la responsabilidad de ser jefe del servicio, la Neurocirugía en Ciego de Ávila tuvo su esplendor. De ello da fe el periódico Granma cuando describe a grandes rasgos el evento Neuro Morón 2007, al que vinieron a mostrar resultados clínicos y académicos varios profesionales de todo el país. Contaba entonces la historia de Yoelvis, un niño chambero de 10 años, sobreviviente a “un trauma cerebral que lo mantuvo en estado de coma por varias semanas”. Invasor no preguntó a Lacerda si fueron sus manos las gestoras de las cuatro cirugías que le salvaron la vida al muchacho, porque en el fondo eso no importa.

Pudo haberlo hecho un compañero, o un alumno de los que llegan a la tutela de Lacerda y él les dice que desde ese entonces hay que desayunar, almorzar, comer y soñar Neurocirugía. “Se los digo porque tienen que saber que es una especialidad difícil, donde el estudio va enfocado no sólo en resolver problemas, sino también en no crear problemas nuevos”. Pero lo de soñar es lo de menos, aparentemente, apenas cuatro o cinco horas. Para curar hay que tener los ojos bien abiertos.