Solos y enfermos de soledad

Nos corresponde no dejar a nuestros ancianos solos justo cuando más nos necesitan. Si llegamos hasta aquí es, entre otras razones, porque ellos nos trajeron. Amor con amor se paga

Aseguraba una antigua canción de dibujos animados infantiles que, si aprendías a dar y a recibir, no te faltarían amigos y nunca más estarías solo. A pesar de los años transcurridos, el mensaje viene como anillo al dedo para los tiempos modernos, cuando cada día son más las personas que viven sin compañía, ya sea por elección o por disímiles factores sociales.

El incremento de la emigración durante los últimos años, por ejemplo, ha dejado secuelas en las familias, a partir de la salida del país de personas jóvenes, fundamentalmente, con la permanencia en los hogares de los más longevos.

Puede parecer contradictorio que el incremento de la esperanza de vida reserve una vejez solitaria o que aquellas condiciones que propician la independencia de los jóvenes, los lleven, a su vez, a vivir lejos de los familiares, en situaciones de aislamiento.

Cuba, uno de los países más envejecidos de América Latina, con el 22,3 por ciento de su población con más de 60 años, al cierre del 2022 ―para Ciego de Ávila el envejecimiento se calculó en 20,8 por ciento, entre las siete provincias de menor índice―, precisa de acciones más certeras para responder a esa problemática, más allá de políticas generales y del empeño gubernamental.

El estado de soledad se agudiza en el caso de los ancianos, que no tienen adonde llamar para procurarse un servicio de mensajería, ante una urgencia médica o el acompañamiento para una gestión, fuera de las misiones que asumen los trabajadores sociales.

De cara a esos desafíos, el sistema sanitario del país cuenta con casas y hogares de ancianos ―que en algunos casos no tienen cubiertas todas sus capacidades, y en otros no dan abasto para la demanda―, y también algunas iniciativas de trabajadores por cuenta propia han encontrado mercado en este segmento.

Además de los cuidadores, a quienes hasta el nuevo Código de las Familias reconoce derechos y deberes, aparece TaTamanía, una agencia de cuidados profesionales de adultos mayores y personas en condiciones de discapacidad, que ofrece atenciones integrales y personalizadas en la capital del país. Sin embargo, ello es solo un botón de muestra en el amplio universo de situaciones que involucran a nuestros ancianos.

☀Durante el verano, muchos miembros de las familias hacen coincidir sus vacaciones para disfrutarlas juntos con algún...

Posted by TaTamanía on Tuesday, July 11, 2023

Junto a los problemas materiales, los ancianos solos pueden ser víctimas, justamente, de la soledad. Están descritos sus efectos nocivos en la calidad del sueño y el apetito, en el incremento del riesgo de estrés, demencia, muerte prematura, gripe o tristeza.

La falta de compañía impide tener una buena calidad de vida, porque afecta el desempeño social y el comportamiento, a la vez que priva de tener experiencias satisfactorias y motivadoras. Estudios realizados sobre el asunto arrojan que las afectaciones del sistema inmune, las enfermedades cardiovasculares y la hipertensión son más frecuentes en las personas que viven solas.

Hoy la vida cotidiana se hace difícil hasta para las personas laboralmente activas, con ingresos estables; y la crisis económica, recrudecida por múltiples factores, hace mella con mayor fuerza en ese sector poblacional, dependiente de pensiones insuficientes y de la autogestión para procurarse el sustento.

Toca a la familia, en primer lugar, y al Estado, garantizar el bienestar de sus mayores, no desde un enfoque asistencialista (que también, con asesorías y compañía), sino desde el diseño o fortalecimiento de espacios de socialización, de creación y distracción, así como de aprovechamiento de sus capacidades.

Nos corresponde no dejarlos solos justo cuando más nos necesitan. Si llegamos hasta aquí es, entre otras razones, porque ellos nos trajeron. Amor con amor se paga.