Sacando los subsidios de la ecuación empresarial

Muchas empresas estatales nunca supieron el costo real de sus productos y, por tanto, la eficiencia lleva comillas

La reforma salarial y de pensiones, y la política de precios, se robaron la arrancada de la Tarea Ordenamiento, incluso antes del Día Cero. No estaríamos exagerando al afirmar que ocho de cada 10 titulares van en esos sentidos, si realizamos una mirada rápida en los motores de búsqueda en Internet. Es lógico: son los indicadores más tangibles para la ciudadanía, los que más comprometen la solvencia y el poder adquisitivo de la gente, y determinan, por tanto, la satisfacción de necesidades.

Particularmente la conformación de los precios y el cálculo de los costos —en un ambiente de unificación monetaria y cambiaria, más una devaluación (que muchos pensábamos sería más profunda)—, ha estado en el centro del debate nacional, toda vez que la eliminación o reducción de subsidios en servicios básicos (como la electricidad), ha movido los totales en detrimento de las economías personales.

Ante las tablillas informativas de unidades comerciales estatales, no pocos avileños han sentido que la Tarea Ordenamiento los dejó en peor situación. En nuestra web, algún que otro comentario ha propuesto como solución la extinción de empresas cuyas producciones en el mercado minorista triplicaron o cuadruplicaron sus precios. Esa, claro está, no es la solución.

Porque, aunque las máximas autoridades del país han revisado y continuarán revisando la implementación del ajuste, y corregirán en lo posible allí donde se pueda, lo cierto es que para muchas empresas las cuentas tampoco dan, o están al límite, luego de que también en ese escenario económico se eliminaran subsidios.

¿Empresas con subsidios?, sí. En reciente comparecencia en el programa Mesa Redonda, la Ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños, puso en contexto una de las mayores distorsiones de la economía cubana, derivada en buena medida de la dualidad monetaria y cambiaria en la que se desempeñó el sector empresarial por más de dos décadas.

Al eliminarse los subsidios de servicios como la electricidad y el agua, y de algunas materias primas como el azúcar o los combustibles, muchas de las empresas estatales están chocando con la nueva realidad. Y la realidad parece decir que la eficiencia y los resultados mostrados hasta 2020 no tendrán que ver con el “ambiente” de 2021.

Una conclusión rápida apunta a que una parte del sector empresarial cubano estaba funcionando con ventajas, expresadas en millones de pesos erogados por el Presupuesto del Estado para mantener producciones de cara a la exportación o la sustitución de importaciones. Solo en 2019 garantizar el proceso productivo en la actividad empresarial, el funcionamiento de organizaciones y de asociaciones, y la subvención a las unidades presupuestadas con tratamiento especial, le costó al país 19 000 millones de pesos. En 2021 las transferencias a la actividad no presupuestada están calculadas en 48 529 millones de pesos.

• Consulte la Ley 137/2021 del Presupuesto del Estado para el año 2021.

Ahora vemos que, en alguna medida, esas entidades nunca supieron el costo real de sus productos y, por tanto, la eficiencia llevaría comillas y un profundo análisis en el nuevo contexto, pues, si bien algunos subsidios se mantendrán un tiempo más, la tendencia es a eliminarlos.

Ese análisis exhaustivo que ahora mismo está sucediendo en las entidades estatales, debe tomar en cuenta que los planes se elaboran de un año a otro sobre la base de los números históricos; que las utilidades se estiman después de restarle a los ingresos los gastos, incluido el gasto de salarios; y que esos salarios, a su vez, estaban definidos a partir de los resultados económicos en un ambiente subsidiado. Cuando se saca de la ecuación el apoyo del Presupuesto del Estado, todo cambia.

Expusimos hace algunos días el caso de la Agroindustrial Ceballos (muy incidida, por cuanto una parte de sus renglones recibían subsidios), pero otros textos periodísticos apuntaron hacia los productores de arroz, frijoles y leche, por solo citar a algunos de los que andan con la calculadora en mano, reinventando las matemáticas. En función de eso, algunos precios minoristas bajarán porque todavía tienen un margen hacia lo interno, atendiendo a las reservas en la eficiencia de los procesos y los costos de producción, pero otros no, pues sin subsidios no es posible.