La reciente visita de gobierno a la provincia dejó más que una huella, una estela que mucho merece captar su fijador. Retener ese espíritu de organización del trabajo, aunque el propio presidente, Miguel Díaz-Canel, reiterara que no se trataba de una actividad de control.
Mas, quién niega los efectos de ese cara a cara con la máxima dirección del país, en un sinnúmero de puntos de nuestra geografía económica y social.
Si bien sé que muchos, especialistas o no, deberán poseer su propia apreciación sobre lo acontecido, me aventuraría a exponer mi visión, de lo que estoy consciente constituye, sobre todo, un ejercicio de intercambio en las dos direcciones.
Pues a la vez que el calificado grupo de visitantes, a no dudarlo, observaba, comprobaba, fiscalizaba y anunciaba; hasta donde fue posible y supe, estuvo abierto a escuchar al dirigente, al obrero y, también, a la población.
Y ese entrenamiento, de ese modo, garantiza actualización y calidad en la información, al superar la barrera de lo subjetivo, porque no es, exactamente, lo mismo lo que expresan los informes que lo que dice el terreno.
Dista, por ejemplo, repetir, de parte y parte, que los sistemas de abastos y evacuación de las aguas de la ciudad de Ciego de Ávila (en mal estado) deben esperar para recibir el financiamiento necesario a que esos trabajos concluyan en las viejas y priorizadas villas; que valorar, in situ, con la vicepresidenta Inés María Chpaman y el presidente del Instituto Nacional del Instituto de Recursos Hidráulicos, la posibilidad de alquilar en otro organismo una retroexcavadora y un camión, lo cual propiciaría una mejor intervención.
Corre, por esa misma cuerda, otro de los beneficios que observo en el acontecimiento en cuestión. La ventaja que proporciona el hecho de tener reunidos, en un mismo lugar, a dirigentes y entendidos de especialidades afines, en la utilidad de coordinar tareas y labores, no solo entre ministerios y organismos, también entre áreas de las propias entidades.
En un país que no por casualidad sitúa a la planificación como primer lineamiento de trabajo, este tipo de visita resume cuantos valores se quieran incorporar, ya sean el del examen preventivo y correctivo, incluido a los recursos, el estado de aplicación de las leyes, reglamentos y políticas, o el pertinente ajuste a objetivos de la producción, los servicios o la actividad social.
Sin embargo, desde mi experiencia como profesional y por un mandato como integrante de una Asamblea municipal del Poder Popular, esta variante de control implica, entre las más relevantes contribuciones, el particular de su mayor integralidad, con un significativo aporte a la productividad, pocas veces tenido en cuenta.
Dicho y ejemplificado con otras palabras. Es una práctica bastante común los incumplimientos de los planes de tareas en diferentes instancias, porque los dirigentes están en el deber de interrumpir lo programado para, constantemente, atender una y otra visita de trabajo, ¿valga, o no, también, desde esa perspectiva, la referida integralidad?
Herencia y espíritu que constituyen pauta a todos los niveles de dirección.
Cierto es que el todavía “caliente” control gubernamental, estimado por unos y discutido por otros, que creen lo llevaron a los centros con mejores resultados, ha dejado una estela sobre la provincia, un paso a favor de una gran finalidad, esa que mantiene al avileño, y al cubano, a la expectativa, el mejoramiento de la calidad de vida.