¿Llamas (des)encadenadas?

Durante la temporada de mayor ocurrencia de incendios forestales, de enero a mayo, la prevención es palabra de orden

No es casual que, por estos días, muchos portales de ciudades y poblados de Ciego de Ávila se cubran de una especie de bagacillo molesto que, a la postre, es síntoma de un problema mayor.

Desde el arreciamiento del período seco, los incendios forestales o en zonas rurales se han convertido en una realidad cotidiana. Esos fuegos ya lo mismo son noticia por abarcar grandes extensiones de bosques en Mayarí y Pinar del Río; o por suceder debajo de líneas eléctricas de alta tensión, que provocan luego la desconexión parcial del Sistema Electroenergético Nacional, desbalanceado geográficamente en su generación.

Fuerzas del Cuerpo de Bomberos y de Guardabosques de #Cuba combaten sin tregua un incendio en Pinares de Mayarí, en...

Posted by Miguel Díaz-Canel Bermúdez on Monday, February 20, 2023

Nuestra provincia, con la ocurrencia de focos en todos los municipios durante esta etapa, no está ajena a esta realidad, acrecentada por el agravamiento de la sequía meteorológica y la presencia de material combustible en los campos, ante lo cual están activados los sistemas de alerta temprana de la Defensa Civil (DC) y demás instancias para evitar o reducir el riesgo de estos desastres.

Según la información ofrecida a Invasor por especialistas de la DC en el territorio, hasta inicios de semana no se reportaban pérdidas materiales de importancia, ni de viviendas o fallecidos, debido a incendios forestales. Todos habían sido controlados oportunamente, lo cual no resta importancia a los efectos nocivos de ellos derivados; dígase contaminación del aire, pérdida de masa forestal, aumento de la temperatura…

No obstante —y, aunque no se trató de un fuego en áreas verdes—, sí hay que lamentar el siniestro que consumió casi una veintena de casas de recreo en Playa Cunagua, municipio de Bolivia. En estos tiempos cualquier chispa puede desencadenar nefastas consecuencias; por tanto, toda precaución es poca.

Las llamas también han puesto en jaque a la infraestructura eléctrica provincial, al llegar cerca de subestaciones como Morón Norte y Santana, además de emplazamientos de grupos electrógenos. Nuevamente se sofocaron a tiempo, pero esa misma suerte no la tuvieron unos 86 postes, de enero hasta el 19 de febrero último, que se afectaron al arder la seca vegetación circundante.

telegramUn incendio el 20 de febrero dejaba sin servicio eléctrico a buena parte de la zona norte avileña

En comunes, asimismo, se han convertido los incendios en cañaverales, lo cual pone en riesgo los rendimientos de la industria azucarera, y quién sabe si hasta la impostergable recuperación del sector.

Más allá de computar incendios aquí o allá, las cuentas que deberíamos estar sacando ahora mismo son cuánto cuesta, desde el punto de vista de los recursos materiales (agua, tierra, equipos pesados) y humanos, sofocarlos antes de sufrir males mayores. De ahí que parezcamos disco rayado al insistir en la prevención.

Las medidas ante estos desastres son vitales para evitar su ocurrencia y propagación: está demostrado que alrededor de 9 de cada 10 incendios son provocados por la acción humana.

Es por ello que se conmina a los administradores de la tierra para la eliminación de potenciales riesgos, además de evitar las quemas descontroladas de desechos de cosechas. Asimismo, mantener la observación y vigilancia en lo relativo a las trochas cortafuegos, el enfrentamiento a cazadores y pescadores furtivos, al igual que la toma de responsabilidad de carboneros habituales o eventuales. Son tareas de las autoridades, sí, y también de completa competencia de los responsables. No es admisible que el último en enterarse de que sus áreas arden sea quien tiene el deber de velar por ellas.

De nuestro actuar depende, mucho, evitar el inicio de las candelas, que pueden llevar a graves consecuencias. Actitudes negligentes como circular con vehículos sin matachispas, tirar colillas encendidas de cigarros en carreteras y quemar basura, por ejemplo, son casi siempre el inicio de esas columnas de humo blanco y rojizo que vemos en el horizonte.

Estar alertas ante los incendios forestales, sobre todo en la presente temporada de mayor incidencia —que abarca del 1ro. de enero al 31 de mayo—, no ha de ser frase vacía ni eslogan televisivo, porque la menor chispa puede desencadenar la pérdida de importantes bienes ecológicos y económicos, e incluso la propia vida humana.