Inventiva salvadora, ¿motivada?

La labor de los innovadores y racionalizadores cubanos resulta, ahora más que nunca, fundamental para superar las dificultades de la economía nacional

La labor de la innovación desde los inicios de la Revolución cubana tuvo un papel fundamental para sostener las capacidades productivas de una nación sometida al bloqueo económico, comercial y financiero de una potencia hegemónica, interesada en sofocarnos por todas las vías a su alcance, entre ellas impedir la entrada de tecnologías y piezas de repuesto imprescindibles para nuestro desarrollo.

Romper esa política genocida desde el pensamiento creador, del fruto de la inteligencia y sabiduría individual o colectiva, ha sido el empeño de muchos trabajadores a lo largo de más de seis décadas de resistencia.

Si de algo puede hacer gala el cubano es de su capacidad para sobreponerse a las dificultades, echando mano de elementos que escapan a los efectos de cualquier sanción extraterritorial como la creatividad y la resiliencia ante los más complejos escenarios.

Con el beneplácito de muchos, entre los que me incluyo, bajo la dirección del Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, se refuerza todavía más una cultura de pensamiento que nos lleve a la búsqueda de soluciones a los más disímiles problemas, tomando como base la implementación a todas las escalas de la ciencia y la innovación.

La formación de una fuerza laboral de alta preparación profesional y calificación ha sido ese recurso más valioso allí cuando hay carencias de otros más tangibles.

Sin la labor de los miembros de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) no hubiera sido posible mantener funcionando equipos que estaban destinados a la inevitable obsolescencia, o solucionando problemas, desde sencillos a muy complicados. Pero el camino de la gente que sí inventa no está recubierto de alfombras.

• Mucho se puede hacer por el desarrollo local desde la ciencia e innovación, lea aquí sobre el tema.

En muchas ocasiones el potencial de las innovaciones no se lleva a las comisiones de tramitación, imposibilitando o postergando así la retribución económica a los creadores. El proceso se alarga, ya sea por desconocimiento, olvido, negligencia o desinterés de las administraciones. Si algo ha quedado muy claro en estos años es que los aniristas no innovan para lucrar, mas remunerar la inteligencia y las ganas no debería ser un laberinto burocrático, a la larga desmovilizador.

Aunque el pago por estos trabajos puede ser insuficiente ─máximo de 80 000.00 pesos por el efecto económico y de 5000.00 pesos por efecto social─, teniendo en cuenta el actual contexto monetario y de inflación creciente, no se debe desfallecer en buscar las vías para que los autores reciban el beneficio de su ingenio. La paralización de una actividad productiva indica a las claras que siempre es mejor tener un colectivo dispuesto a buscar soluciones; ejemplos sobran.

Más allá de la retribución, muy necesaria, prima en los aniristas el sentido de pertenencia y las ganas de seguir corriendo el límite de las dificultades. Entonces, ¿por qué no buscar todos los medios al alcance para estimular estas iniciativas creadoras?

Lidier Ávila Machado, presidente del Buró Nacional de la ANIR, en la asamblea de balance de la organización en Ciego de Ávila, apenas la semana pasada, mostraba algunas experiencias positivas sobre el tema.

Entre ellos estaba el de una unidad empresarial de base productora de petróleo en Cárdenas que premiaba a un innovador con los gastos pagados en un hotel para él y un acompañante, o el de la Empresa Agroindustrial de Granos Sur del Jíbaro, que otorgaba un triciclo eléctrico a un anirista destacado; ambas entidades establecen estimulaciones de este tipo en su reglamento y convenio de trabajo. También señaló el ejemplo del combinado lácteo de Cumanayagua, cuya administración estimuló a un ganador del Sello 8 de Octubre con 42 000.00 pesos, porque cuentan con la facultad y el fondo para premiar la innovación. O la implementación del pago por alto desempeño o la distribución de utilidades cuando fuera posible.

Decisiones como las anteriores resultan imprescindibles para limitar la migración de técnicos y especialistas de la empresa estatal socialista, como sujeto principal de la economía nacional, hacia formas de gestión no estatal en medio de un contexto económico tan complejo.

La generalización de las investigaciones y soluciones es otro elemento fundamental a tener en cuenta. No ver como parcelas o muy locales tales resultados, integrarlos en la visión de directivos y colectivos laborales para no desaprovechar lo que puede sustituir importaciones y fomentar el ahorro de divisas.

Cuidar al trabajador que late por su trabajo, no solo materialmente (pero también), y generalizar resultados allí donde sean posibles son tareas urgentes para administraciones y aniristas. A fin de cuentas, no pocas entidades le deben la sobrevida a los que inventan de verdad.