Internet y la nueva normalidad

internet Tal vez ni siquiera el mismísimo Tim Berners-Lee, creador a finales de la década de 1980 y principios de 1990 de la World Wide Web (WWW) y de otros protocolos que hacen posible la experiencia de Internet, imaginó la impensable transformación de un espacio de libertad y experimentación, en sus inicios, que transitaría hacia la dictadura casi totalitaria del manejo de los datos por unas pocas compañías en la actualidad.

No obstante, a las reminiscencias de efecto Black Mirror a un escenario más pesimista por el empleo de las tecnologías, la pandemia de la COVID-19 nos viene a demostrar lo necesario, y en ocasiones imprescindibles, de la red de redes para el desempeño de tareas de la vida moderna.

En medio de este aislamiento impuesto por razones sanitarias que ha provocado la paralización y el descenso significativo de muchas actividades laborales, aparecen como antídotos el teletrabajo y el trabajo a distancia, que vienen a ofrecer la posibilidad de mantener el funcionamiento de diferentes sectores aún en tan difíciles circunstancias.

Aunque no son conceptos nuevos, en Cuba damos los primeros pasos, potenciados a partir de la contingencia energética por la que atraviesa el país desde septiembre de 2019. La propagación del nuevo coronavirus saca otra vez al debate público e institucional lo acertado de la generalización del desempeño profesional desde casa, allí donde sea posible.

La creatividad también aflora por estos días en el ámbito educacional, de ello dan cuenta ejemplos como los de la profesora de historia Yamila Ferrá Gómez, del Instituto Preuniversitario Urbano Nguyen Van Troi, en la ciudad avileña de Morón, quien complementa las teleclases con orientaciones y ejercicios a sus alumnos desde las redes sociales y otras aplicaciones de mensajería móvil.

También en el deporte se buscan alternativas para, incluso, realizar competiciones en el contexto de la expansión del SARS-CoV-2. A aquellos que su desarrollo requiere del contacto físico solo les resta la espera de la aprobación de las autoridades epidemiológicas, sin embargo otras como las artes marciales de apreciación y el ajedrez encuentran en las plataformas en línea las vías para subsistir.

Por el momento, quedan en el recuerdo o la anécdota los maratónicos enfrentamientos tablero por medio de Karpov y Kasparov por el título mundial, o la intimidación excéntrica del genio de Bobby Fischer a un rival sosteniendo un vaso de jugo, repleto hasta el borde, para que notara que no le temblaba el pulso ante la inminencia de una difícil jugada.

La enfermedad altamente contagiosa vino a robarnos besos y abrazos, a la espera de una cura definitiva, pero no los deseos de interacción tan intrínsecos a nuestro ser social, por ello ganan importancia las redes sociales y otras plataformas web para el reforzamiento de vínculos afectivos con familiares, amigos o la pareja.

En la actualidad los disímiles avances tecnológicos en materia de información y comunicaciones recortan distancias entre las personas, inventivas que llenarían de envidia a los habitantes de la ciudad en cuarentena de la novela La peste de Albert Camus, limitados al contacto con el exterior solo a través de los pocos caracteres de un telegrama.

A ellos, en situación similar a la nuestra los invadieron las ansiedades, temores y conductas no habituales provocadas por tan excepcionales circunstancias, ahora para bien de la salud mental individual y colectiva contamos, por ejemplo, con la orientación psicológica profesional a través de grupos de WhatsApp porque Internet va más allá del entretenimiento banal y la superficialidad, el quid de la cuestión está en sacarle el máximo provecho.

Tenga cuidado con lo que está en Internet acerca del coronavirus, consulte la información oficial y verificada

El teórico de la comunicación Manuel Castells recoge las enseñanzas que en el ámbito digital deja el letal virus: “De modo que nuestro mundo es y será híbrido, hecho de realidad carnal y realidad virtual. Es una cultura de virtualidad real porque esa virtualidad es una dimensión fundamental de nuestra realidad. Y cuando se ciernen amenazas como la actual pandemia sobre nuestra vida siempre podemos replegarnos, adaptarnos y volver a empezar, siempre hacia el abrazo, que, eso sí, ni podemos ni queremos virtualizar”.