Incoherencias a cuenta de la COVID-19

Casi dos años de convivir con la COVID-19 han sido suficientes para entender que la normalidad será, mientras dure el virus, un concepto relativo, casi tanto como los planes de enfrentamiento y los protocolos de salud que hemos readecuado, una y otra vez, en la misma medida en que vivíamos los ascensos y descensos de la curva de contagios.

Después de tanto susto, muertes, vacunas e inmunización, hemos terminado por normalizar la epidemia, incluso se habla de endemia a largo plazo, de eliminar restricciones gradualmente y de proteger a los más vulnerables, pero, al fin y al cabo, habrá que continuar la vida. Está claro que no iremos de cero a 100 en unos días, que algunas medidas llegaron para quedarse y que otras dependerán del contexto para ser puestas en práctica.

Sin embargo, pareciera que el mensaje se distorsiona y que no todos los asuntos se miden con la misma “vara”. Solo así pudiera entenderse la incoherencia tremenda que redunda en permitir un estadio de pelota repleto, donde lo mismo se come rositas de maíz que se grita a pleno pulmón y con el nasobuco abajo, y, luego, restringir las actividades culturales solo a las de pequeño formato, las cuales, también, se han flexibilizado en dependencia de las facultades de los gobiernos municipales.

A la larga, la autonomía para decidir qué se hace o no en cada territorio ha venido a marcar aún más las incongruencias. Digamos, por ejemplo, que mientras el Patio El Gallo, centro nocturno de Artex en Morón, ha recibido clientes de lunes a lunes sin inconvenientes en los últimos meses, el Patio de Artex, en la ciudad cabecera, ha permanecido cerrado y ahora anuncia la vuelta a la normalidad solo los sábados y los domingos.

Igual suerte han corrido la Noche Avileña, los espacios fijos con talento local, la Casa de la Trova Miguel Ángel Luna y el Patio de la filial avileña de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, donde tampoco las carteleras culturales han vuelto a la normalidad.

En el otro extremo están los artistas descontentos y la Empresa Comercializadora de la Música y los Espectáculos, que no solo ha dejado de ingresar por este concepto, sino que carga con el peso de desembolsar dinero cada mes para proteger a quienes siguen sin trabajo.

Luego, un día cualquiera los bares privados se abarrotan y abren sus puertas hasta las 6:00 de la mañana, lo mismo con El Habanero y Pantera, que con Alex Duvall y Yulien Oviedo. Cabría preguntarse, entonces, hasta cuándo lo privado y lo estatal estarán en contradicción, o cuánto terreno hemos cedido en materia de consumo cultural e ingresos a cuenta de la COVID-19. Al final, ni las fiestas ni las aglomeraciones han terminado.

Este 14 de febrero tenemos concierto exclusivo de @yulien_oviedo y además una presentación humorística de Circuito...

Posted by Bar_MM on Wednesday, February 9, 2022

Si seguimos el paneo hasta el centro de la ciudad, encontramos al Rápido El Danubio y Doña Neli, donde la venta de pollo y cerveza es para llevar y la cola más de una vez ha terminado en bronca y con policías ordenando la fila; de paso, también el acceso a productos deficitarios en la red de Gastronomía. Es como si dentro de sus cuatro paredes se contagiara el virus y afuera obraran milagros.

• Lea: La vida es una divina cola

Por qué seguir negando al cliente el confort que implica consumir sentado, por qué no alternar los productos para llevar con la posibilidad de disfrutarlos en el lugar, por qué la más radical de las medidas ha sido la más duradera y, sobre todo, cuán efectiva resulta, cuando muchos otros establecimientos funcionan a plena capacidad.

Probablemente no existan verdades absolutas, pero, cuando menos, faltan coherencia y orden para vivir este nuevo contexto, después de haber comprendido que no borraremos al virus de un plumazo. Lo que se dicta en materia de restricciones para unos actores de la sociedad, no debiera ser letra muerta para otros; y cuando estas no surtan efecto o generen más problemas que soluciones, debieran replantearse desde cero. Mientras más rápido cortemos las brechas, menos culpas podremos cargarle a la COVID-19 al final del día.