Iguales ya sabemos que no somos, y la máxima de “tratarles como personas normales” solo quiere pretenderlo. Con el avance de las sociedades hemos aprendido que la diversidad humana es incalculable, y la idea de normalidad oprime a los que no caben en el corset estrecho de blancos, pelilacios, heterosexuales, neurotípicos...
Por eso, los días 3 de diciembre, las asociaciones de personas con discapacidad se reúnen en medio mundo para exigir que el paternalismo, la lástima y el mirar para otro lado sean, por fin, sustituidos por el reconocimiento de sus diagnósticos y su incorporación a la vida social.
Intentan educar al mundo en lo que a ellos también les cuesta aprender: que una deficiencia (pérdida o anormalidad de una estructura psicóloga o física) puede generar una discapacidad, en tanto impide o limita realizar actividades normales para la persona; pero no por eso debe convertirse en minusvalía una situación desventajosa o de dependencia.
De la Convención sobre los Derechos de Personas con Discapacidad
Así lo establece la clasificación internacional de las Naciones Unidas. No obstante, un nuevo enfoque se abre camino para bien: tener una discapacidad no quiere decir que algo está mal con la persona diagnosticada, sino que existe un desajuste entre la persona y su entorno, un grupo de barreras que impide su completa adaptación a la vida social.
• Sobre el trastorno del espectro autista, lea la opinión de Invasor.
Y no se trata solo de aceras interrumpidas. Reconocer la discapacidad (que no es lo mismo que etiquetar o definir a una persona por su diagnóstico), implica reconocer también que sus necesidades son diferentes. Que la meta no es dar iguales oportunidades a personas con diferentes capacidades, sino cerrar la brecha.
Hablar en su nombre no es decoroso, máxime cuando aquí se intenta ensayar la empatía. De revisar notas de Invasor se infiere que desde Ciego de Ávila, Cuba, el Caribe, las demandas de las personas con discapacidad están en sintonía con lo explicado arriba. Del último congreso de la Asociación Cubana de Limitados Físico Motores (ACLIFIM), Julia Esther Ferras Santos, representante avileña, da cuentas de demandas de esa asociación que van de lo más simple, la eliminación de barreras arquitectónicas, a lo más complejo: la independencia económica y la existencia de una ley que armonice integralmente “todo el proceso de inclusión y participación efectiva”.
Nada menos que 28 normas jurídicas pueden contarse a dedo entre las referidas por el sitio web de la ACLIFIM para aumentar la calidad de vida a personas con discapacidad en Cuba. Regulan desde el acceso al transporte, y los edificios, hasta la formación deportiva y el ingreso a la Universidad.
Solamente en Ciego de Ávila, 15 escuelas se dedican a la educación de niños y adolescentes con discapacidades físicas e intelectuales, y 11 500 niños cubanos se insertaron este año al proyecto de inclusión educativa. Unicef Cuba apoya al Ministerio de Educación en el emprendimiento de preparar a los docentes al respecto.
• No deje de leer la historia de Leo.
Pero no se trata solo de asegurar su acceso a servicios básicos o aplaudir sus logros en el deporte internacional.
Y seguro que usted piensa que no puede garantizar que se promulgue una ley integral o se garantice en nuestras ciudades y sus viviendas su calidad de vida. Que la equidad depende de eso.
Pero cuando hablamos de equidad también pensamos en lo que puede hacer el que se sienta al lado en la guagua, la compañera de aula, o los vecinos.
Podemos empezar por desterrar palabras vetustas. Se les llama personas con discapacidad o en situación de discapacidad. Y el sentido común dicta por dónde seguir: ofrecer ayuda solo cuando sea necesario y no ofenderse si no es aceptada, hablar más despacio y escuchar sin prisas cuando se requiera, no infantilizar ni tratar condescendientemente a adultos funcionales, y, por supuesto, no fingir que la discapacidad no existe. El tres por ciento de la población cubana tiene una. Si se entiende que tener una discapacidad es normal, entonces no hay que tratar a la persona “como si fuera”.