Amarse como a sí mismos

Por vez primera, para los jóvenes cubanos un año no se resume solo en estudios, fiestas, tardes de cafés o viajes; pero que vengamos a hablarles otra vez de 2020, iniciando los primeros días de un nuevo período en nuestras vidas, pudiera parecerles un poco provocador.

Y es que en este tiempo resulta oportuno mirar en retrospectiva y destacar que, aunque no fueron días “normales”, igualmente estuvieron marcados por retos y superación en los ámbitos personal y profesional, porque no se le hace cerco a una pandemia sin involucrar a todos los entes de una sociedad, y en eso nuestra juventud es vanguardia.

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Las calles fueron uno de los escenarios principales donde, aun con el virus del SARS-CoV-2 asechando las esquinas y el peligro inminente por renunciar al llamado a quedarse en casa, asumieron la responsabilidad de llevar comidas y medicamentos a cuadras en cuarentena o personas de la tercera edad, mochila al hombro para comprar montones de panes o recoger los tarjetones de personas vulnerables en la comunidad.

Si de aportes desinteresados se trata, cabe destacar que, solo en el municipio de Ciego de Ávila, unos 1 500 acudieron al campo de disímiles polos productivos del territorio para apoyar labores de siembra, recogida o mantenimiento del surco de importantes productos en la mesa como boniato, yuca o calabaza, en jornadas denominadas “sábados agrícolas”.

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El año 2020 también dejó la experiencia desafiante e irrepetible (esperemos) de traspasar el límite de zona roja para adentrarse en una sacudida de incertidumbres por la exposición directa a pacientes sospechosos y confirmados de COVID-19, tanto en centros de aislamiento como hospitales, pero siempre en una batalla por la vida.

No saber de medicina o enfermería nunca fue un límite; horas de limpieza, guardias en las noches, el traslado de medicamentos y la transportación de comida a las habitaciones, son suficientes tareas para sentir en alma y cuerpo la sensación constante del peligro, y con un “sí” disponible las 24 horas del día.

Según cifras recogidas por el Ministerio de Educación Superior, más de 59 000 universitarios, de ellos, 52 000 estudiantes de las Ciencias Médicas, ayudaron en la lucha contra la pandemia en todo el país, números que se multiplican al cuantificar también a los alumnos de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media y otros que, desde su profesión, también lucharon codo a codo contra el mortal virus.

De ahí que, cuando el Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas entregara en el territorio más de 2 000 distinciones Jóvenes por la Vida, no solo se premió el esfuerzo y la actitud ante el trabajo, sino el sentimiento y la devoción por apoyar desde cualquier pedacito en el combate sanitario contra la COVID-19.

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Comprender lo que hicieron en meses de confinamiento parte del seno de cada familia, donde recibieron el abrazo colectivo antes de marchar a zona roja; o para quienes enterarse de que su hijo estaba trabajando como voluntario en un centro de aislamiento fue una noticia recibida mediante el post que publicara en las redes sociales de Internet.

Para elloss el eterno aplauso que abraza a toda Cuba cuando el reloj marca las nueve de cada noche, porque, aunque hoy, para la mayoría de ellos, solo queden recuerdos de fotos, videos, grupos de WhatsApp o alergias por la constante exposición al cloro, también son experiencias que se les incluyen en una hoja de vida marcada por meses convulsos en el que amaron a los demás como a sí mismos.