Siempre que pasa lo mismo sucede igual. En Ciego de Ávila, al llegar la temporada ciclónica, la poda se convierte en tala, el patrimonio forestal sufre y nosotros con él
No voy a afirmar que a Roberto Guerra Brito le dolían en el cuerpo las dentelladas ruidosas y despiadadas de la motosierra reduciendo a pequeños troncos los esbeltos ficus, aunque la metáfora sea elocuente. Pero el sufrimiento de ver los árboles cercenados lo sacó fuera de su casa y fue a dar a la dirección de Comunales, en su natal Ciro Redondo, y allí le dijeron que, contrario a lo que parecía, no eran los responsables.
Él, que creía ilógico y errado talar ejemplares tan hermosos, que tanta sombra prodigaban al caminante y refrescaban el aire de un pueblo con olor a melaza, menos entendió el sentido de quitar los que estaban para sembrar otros. Fue lo que le dijeron: la Empresa Eléctrica plantaría después de cortar.
Ahora, cuando el jubilado de 67 años se sienta en la mañana en el Parque Sergio Antuña y mira hacia la carretera, se entristece con un paisaje asolado donde antes hubo hasta bancos sin sol. Su tristeza lo hizo levantar el teléfono y compartir su lamento conmigo. ¿Estaban enfermos los ficus?, pregunto. “Que yo sepa no, periodista.”
Tampoco se morían los flamboyanes o los algarrobos de la Avenida de los Deportes ni los de la carretera del hotel Ciego de Ávila y un día de junio amanecieron mutilados. Por más que este mismo periódico había anunciado acciones de poda realizadas por brigadas combinadas de varios organismos, previas a la llegada de ciclones tropicales, las imágenes posteriores hablaron de otro tipo de ciclón.
Una ventolera de motosierras y machetes que amputó a diestra y siniestra todo lo que, bajo la fuerza de los vientos arremolinados que llegan del Atlántico, pudiera caer sobre las redes eléctricas o las vías públicas.
Luis Alberto Pérez Olivares, director de Comunales en la provincia, dijo que un acuerdo del Consejo de Defensa Provincial indicó adelantarse a las posibles consecuencias de una temporada ciclónica pronosticada como muy activa y podar con cierta intensidad, atendiendo, también, a la compleja situación económica del país, que pondría en riesgo la recuperación, sobre todo, de la infraestructura eléctrica. Pero podar no es talar.
En los árboles adultos no se recomienda podar más del 10 por ciento de su follaje
Un dilema de largas raíces
El sempiterno dilema del huevo y la gallina, a veces, anida en las copas de los árboles que están debajo de las líneas eléctricas. Ariel Díaz Román, Director Técnico de la Empresa Eléctrica de Ciego de Ávila, no lo ve así, porque lo amparan la Ley Eléctrica, el Decreto 177 de 1992 Reglamento para la instalación y protección de líneas aéreas, soterradas y enterradas de comunicaciones y eléctricas, el Decreto 260 de 1998 Contravenciones personales de las regulaciones del servicio eléctrico y hasta la Resolución 479 de 1996 Reglamento de Poda y Tala de Árboles en las zonas urbanas y otros Árboles Ornamentales, firmado por el entonces Ministro de la Agricultura, Alfredo Jordán.
Todos esos documentos son explícitos al definir que debajo de las líneas aéreas de electricidad o comunicaciones está prohibido sembrar árboles. Díaz Román explica que la franja de seguridad es una zona de unos 15 metros de ancho, propiedad y responsabilidad de la Empresa Eléctrica, que abarca todo el espacio a ambos lados de las redes y los postes. Según el inciso h del Artículo 2 de la Resolución 479, esto es así para las líneas de 33 Kv, mientras que para voltajes menores de esa cota la zona de protección debe ser de 3,65 metros.

Las normas son claras y están fundamentadas en la práctica. El ingeniero Díaz Román sabe, porque lo experimenta todos los días con las brigadas bajo su mando, que entre las causas más frecuentes para las interrupciones del servicio eléctrico están los disparos ocasionados por el follaje de los árboles. “Es muy fácil de determinar, usted llega al lugar y ve las ramas negras, quemadas por el voltaje. Eso ocurre, incluso, sin tormentas, un viento un poco más fuerte de lo normal es suficiente”.
No le falta razón al especialista. Más de un avileño ha mascullado entre dientes, un día de lluvia moderada y viento platanero, que solo con el orín de una rana hay “apagón”. Puestos a escoger, esos mismos avileños aprobarían con las dos manos una poda que evite esos malestares. Por eso el Director Técnico de la Empresa Eléctrica no considera que la poda de principios de junio haya sido intensa. Mas, a ojos vista, a la poda le faltó “cultura”. Algo que Díaz Román casi confirma diciendo que sus operarios no saben “ponerlos cuadraditos”.
Evidentemente, los flamboyanes de la Avenida de los Deportes o los ficus de la carretera principal de Pina están mal ubicados, pero ahí es donde hecha raíces la duda sobre quién llegó primero, si los árboles o el cableado, y, más importante, ¿podemos prescindir de esos árboles de gran porte aun cuando hoy contravengan los estatuido?, ¿no hay alternativas?
Sumar fuerzas para cortar menos
Olga Lidia Cepero Brito es la jefa de los que saben “poner cuadradito” un árbol, o sea, es la Subdirectora de Áreas Verdes de Comunales en la provincia. En 2020 la subdirección que dirige cuenta solo con 500 000.00 pesos de presupuesto para arborización, de ellos casi el 50 por ciento se quedará en el municipio cabecera.
Los jardineros y podadores subordinados a Olga Lidia Cepero son los encargados de las atenciones culturales del arbolado en zonas urbanas y los parterres, de acuerdo con el artículo 4 de la Resolución 479 que establece, además, la obligatoriedad de un permiso del Servicio Estatal Forestal para acometer cualquier acción. Se exceptúan los árboles que están debajo de las líneas energizadas y de comunicación.
Lo ideal sería complementar los recursos de la Empresa Eléctrica con el conocimiento de los podadores de Comunales
Según la especialista, esa es tarea de los eléctricos, pues Comunales no dispone de los equipos apropiados (escaleras, carros con cestos, medios de protección, motosierras) ni puede administrar la electricidad. El nudo gordiano parece ser este: quienes saben cómo podar un árbol no tienen los recursos y quienes tienen los recursos no saben podar un árbol.

La lógica indica que la solución sería combinar las fuerzas y en teoría se hace. La práctica, luego, dice otra cosa, máxime si se conoce que existen tres tipos de poda y nueve modalidades. ¡Nueve alternativas! para lograr que un árbol se ajuste a las necesidades de la infraestructura creada por el hombre, y ni así se evitan las mutilaciones.
Cepero Brito dijo a Invasor que su entidad propondrá a la Empresa Eléctrica acciones de capacitación, lo cual podría ser positivo, ya no para lo que se hizo, sino para lo que se hará a futuro. Pero Ariel Díaz considera que mientras falte la compatibilización todo seguirá como hasta ahora: se sembrarán árboles que alcanzarán gran talla en los lugares donde no se debe y luego, ante posibles amenazas e interrupciones, ellos cortarán por lo sano.
“Fíjese si hacemos las cosas sin conciliar. ¿Recuerda los ficus sembrados a lo largo de la calle Máximo Gómez?, ¿dónde estaban?: en la senda de los postes y el cableado. ¿Nadie pudo prever que, sin mantenimiento, crecerían hasta obstruir el tendido?, ¿y las raíces no afectarían los portales de las casas?”
La clave es el mantenimiento. En abril de 2018 la Doctora en Ciencias Forestales, Marta Bonilla, profesora titular de la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca, de Pinar del Río, explicó a Granma que desde edades tempranas, “a los árboles ubicados en sitios públicos reducidos se les debe realizar podas de conformación, para mantener una estructura adecuada, de acuerdo con el espacio que ocupan; pero, de forma general, eso no se hace”.

Luego pasa lo predecible: podas muy fuertes que, a su vez, constituyen una puerta de entrada para hongos, bacterias e insectos capaces de provocar pudrición y, finalmente, la muerte de la planta.
“Aunque la flora cubana es rica en especies con las condiciones adecuadas para poblar las zonas urbanas, muchas veces se abusa de las plantas introducidas, como el flamboyán y los ficus, que se reproducen fácilmente en los viveros, pero luego traen consecuencias negativas, porque tienen raíces superficiales que dañan las aceras y las redes hidrosanitarias, o crecen muy rápido y afectan los tendidos eléctricos y telefónicos”, dijo Bonilla.
Su conclusión hace dos años tiene total vigencia. “El trabajo del arbolado en las ciudades y poblados requiere la participación de equipos multidisciplinarios y la preparación técnica del personal que se encargará de su atención”.
Mientras no se haga de esa manera, se actualicen las normas ―todas elaboradas y aprobadas hace más de 30 años― y se dispongan los recursos mínimos, seguiremos cercenando la primavera, aunque parezca que la metáfora no es elocuente.
						
												
						
      
      
    
Un país tiene que está regido por leyes que se cumplan .
No ha funcionado con " piñaso" contra el buró y la política del " corcho "
Brmh