Gotas de vida que se escapan

Litros por miles discurren diariamente por las calles de la ciudad, desperdiciados, cual si se tratara de un río o un cristalino arroyo de las montañas. Detener esos cauces del imprescindible líquido, sin que haya llovido, va, a veces, mucho más allá, para cortar los raudales del desinterés, la indolencia o la irresponsabilidad.

Y, aunque, desde mi punto de vista, se ha detenido en buena medida ese gran salidero en que se había convertido la cabecera provincial años atrás, todavía persisten muchísimos que incomodan no solo a la vista de todos en las calles, sino también a quienes no les llega a sus hogares. Lo que en unos lados es derroche, en otros es escasez. No solo agua se escurre por esos agujeros. Sumas millonarias para la economía del país escapan a gran velocidad.

Sobre esto considere entonces que en enero de 2021 producir un metro cúbico de agua, desde el embalse hasta el grifo, costaba 1.48 peso, que incluye gastos como la energía eléctrica, productos químicos, salarios y mantenimiento de la infraestructura. Piense entonces que no solo es el agua la que se desperdicia.

Sumado a ello, no todo ese dinero se recupera, pues cerca del 40 por ciento del agua que se bombea en Cuba no llega a su destino final.

En la urbe avileña, aun a la espera de una inversión capital para devolver los estándares de calidad a su acueducto de más de 100 años, aunque indistintamente se ha ido avanzando en determinadas obras, repito, persisten las fugas.

Durante el año pasado, la ofensiva dada por la Empresa Provincial de Acueducto y Alcantarillado dejó solucionada cerca de las dos terceras partes de esos reportes, pero, de manera inevitable, muchos rebrotan por el deteriorado estado de las redes y conexiones.

Aun así, ¿qué más podemos hacer por ahorrar agua desde nuestros hogares o centros laborales cuando, por ejemplo, vemos las tuberías rotas, cisternas desbordadas, mangueras conectadas a turbinas que se olvida apagar, en las puertas de las casas; llaves e inodoros por los que se escurren litros y litros? En ocasiones, con pequeñas inversiones o voluntades basta para solucionar esos problemas.

Por esas ironías de la vida, tal vez los derrochadores de hoy sean los primeros en quejarse mañana de afrontar una intensa sequía como la vivida en Ciego de Ávila de noviembre de 2014 a agosto de 2017.

Sucede que a muchos no les interesa que tras sus descuidos a otros no les llegue el agua.

Una de las vías para poner coto a semejante “indiferencia” vendría por el bolsillo, mediante la aplicación de una campaña más agresiva de metraje. Aunque la proporción de agua extraída contabilizada con hidrómetros al cierre del pasado año en la provincia es del 68,5 por ciento, su medición por los consumidores está catalogada de regular, al tener al 86,8 por ciento de las personas jurídicas y solo el 14,8 de la población. Limitaciones económicas del país impiden la concreción en su totalidad.

Otro rol fundamental lo tendrán grandes consumidores, dedicados en lo principal a la actividad agrícola, que, a través de una serie de inversiones, han de garantizar el uso racional y productivo del agua. No gastar en cada cultivo más de la necesaria, porque cada gota cuenta.

Se trata, sobre todo, de valorar los recursos disponibles para que no carezcamos de ellos mañana. Una nota publicada en Invasor nos ponía en alerta, con la activación del Grupo Temporal de la sequía en la provincia: las lluvias de 2021 no fueron suficientes y el pronóstico para el actual año no es el deseado. Hechos que nos hacen pensar cada vez más en las nefastas consecuencias de no emplear sabiamente un bien natural renovable, pero escaso.


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