Parto y cesárea, la antesala de la vida
Fotos: Ailén y Amanda
¡Se cayó el techo del salón de parto y cesárea!, fue este el rumor que recorrió los pasillos del Hospital Provincial Antonio Luaces Iraola y las calles avileñas, casi tan rápido como el estruendo mismo y la polvareda que dejaron los cerca de tres metros cuadrados de falso techo que, en realidad, fue lo único que se vino abajo.
Pero lo cierto es que la magnitud del susto y del derrumbe vinieron a ser la gota que colmó la asistencia médica en la Unidad Obstétrica de esa institución, por años sometida a acciones de reparación y mantenimiento continuas, que no constituyeron soluciones definitivas.
• Lea sobre otras acciones constructivas realizadas en el hospital
Hay, ahora, dos retos mayúsculos que Alberto Moronta Enrique, director del Antonio Luaces Iraola, desmenuza en pocas palabras: incluir dentro del torbellino constructivo que vive el centro la reparación capital de estas salas y reordenar la asistencia hacia el Hospital Provincial Roberto Rodríguez, con tal de que se realicen allá todos los partos y cesáreas, excepto los de los pequeños con pesos extremos (menos de 1500 gramos), los cuales ingresan inmediatamente al servicio de Neonatología.
👉El trabajo de todo el Servicio de Neonatología del Hospital Provincial Doctor Antonio Luaces Iraola, ha sido heroico y...
Posted by Periódico Invasor on Thursday, June 30, 2022
“Hablamos de eliminar filtraciones y conductos de ventilación en desuso, que propiciaron humedad en las paredes; impermeabilizar la cubierta, mejorar la iluminación, enchapar, restaurar la carpintería, y arreglar las redes hidrosanitarias y las bóvedas de los salones quirúrgicos. Por otro lado, en Morón también se construye, por lo que la dinámica de trabajo es compleja”.
Aunque la explicación es precisa, ponerla en práctica está costando, primero porque materializar la inversión valorada en unos 10 millones de pesos necesita esfuerzos y recursos “extras” y, luego, porque las mujeres a término mostraban resistencia al ingreso en Morón, donde han debido hacer malabares para lidiar con la sobrecarga.
Así lo confirma Carlos Martínez Gómez, vicedirector del Programa Materno Infantil en esta institución, con el dato de que algunas pacientes han llegado en período expulsivo, cuando su traslado es imposible, y ha sido necesario asumir el nacimiento aquí, en contra de lo descrito y de las capacidades existentes.
En la sala de Cuidados Perinatales el panorama no es diferente. Cuando Invasor la visitó estaban ingresadas seis mujeres con embarazos de riesgo, y Yisel Rodríguez Jiménez, con la amenaza de un bebé con crecimiento intrauterino retardado, era una de ellas.
En un mes de ingreso ha visto el antes y el después de su cubículo, que hoy luce pulcro, con paredes resanadas y “tiene hasta baño nuevo con espejo”, resalta como si fuese este el más importante de los detalles.
Pero lo logrado aquí se sustenta, también, en lo que se hace un poco más al norte, en el hospital Roberto Rodríguez, de Morón, donde el ritmo de trabajo es vertiginoso desde que comenzaron a nacer allí todos los bebés de la provincia.
El doctor Iván Yarosky Morales Delgado disimula el cansancio cuando camina por los pasillos de este centro, solo porque los años han habituado el cuerpo a las guardias; pero las estadísticas que lleva a punta de lápiz son inmensas, tanto como el esfuerzo para hacerlas posibles. “Anoche nacieron seis. Tres partos y tres cesáreas. Pero casi todas las noches son siete, nueve, diez”.
Iván no es solo el médico de guardia, sino también el jefe del Servicio de Ginecología en la institución, así que no habla de cambios y esfuerzos únicamente en su rutina personal. En casi un mes han pasado a sumar casi 60 camas, entre gestantes y puérperas.
AmandaEl chequeo constante de las maternas garantiza un parto seguro
La primera sala que “se quedó chiquita” fue la de Cuidados Perinatales, que es “como la terapia”, donde se atienden gestantes con patologías asociadas o no al embarazo, que requieren un cuidado más estricto.
A sus habituales 10 camas, añadieron seis del último cubículo de gestantes, al tiempo que las 12 restantes fueron ocupadas por las madres en período de puerperio. Entonces, reacomodaron dos salas más para acoger gestantes: Ginecología y la antigua sala de Ortopedia.
—¿Cómo llegan hasta aquí las embarazadas?
—Algunas vienen directamente a ingresarse en las salas de gestantes, y las que ya van a parir o para cesáreas vienen acompañadas de un especialista o un residente.
En Preparto, una sala que el doctor resalta por la atención y la limpieza, han hecho falta dos enfermeras más en las guardias, y un control más estricto de la higiene.
Mariela Ojeda Martínez es una de las enfermeras vigilantes de la higiene y epidemiología en las salas del Programa Materno Infantil.
De sus visitas diarias, la comprobación de que todo se desinfecte con las soluciones adecuadas (pisos, cuneros, incubadoras) y el trabajo de los médicos, ha resultado “que el nivel de sepsis hospitalaria sea bajo, solo con dos casos de heridas infectadas”. Cero epidemias de sepsis y cero bebés en estado crítico, ambos indicadores importantes.
A juzgar por la magnitud de las acciones constructivas, dar a luz en los próximos meses será, más que nunca, un hándicap en la cadena de atenciones, donde prácticas y protocolos convivirán con los esfuerzos por levantar una pared y la presión por las salas repletas y los traslados a destiempo.
Pero esta reparación capital es para bien, y las estadísticas de 2021, cuando fuimos la provincia con la tasa de mortalidad infantil más alta del país y varias muertes maternas, son, cuando menos, impulso para el cambio.