Camarón rosado, despierto todo el año
Fotos: Cortesía de José Osmundo López Calderón
La buena pesca del crustáceo en la provincia cerró el 30 de junio, pero los beneficios que reporta se extienden hasta el último día de 2023… y un poco más allá
Porque solo una vez por temporada puede festejarse el cumplimiento del plan de exportaciones del camarón rosado —y ese jolgorio no acontecía en la provincia desde hace un lustro— la tripulación del barco de los Páez no asumía como un acto de rutina la siguiente escena: celebrar en el puerto de Júcaro el descargue de la preciada carga que completaba las 94 toneladas, casi a punto de mediodía el 25 de mayo último.
Si hace cinco años la furia del huracán Irma pareció confabularse con las buenas intenciones de la flota camaronera del sur avileño, al punto de favorecer la captura del crustáceo, esta vez otros factores tuvieron mayor peso en el positivo balance de quienes, a bordo de seis barcos de ferrocemento, aportan al zurrón del segundo rubro exportable de la industria pesquera nacional.
La trascendencia del suceso desborda los confines del área de pesca del camarón rosado e incide en la liquidez que exhiben las unidades empresariales de base de la Empresa Pesquera Industrial de Ciego de Ávila (EPIVILA), situación que favorece un mejor aporte al consumo de productos del mar para el pueblo.
José Osmundo López Calderón, director de Operaciones Pesqueras en la entidad, lo sabe y resume a su modo: “La captura del camarón también es nuestro puntal para sortear con ‘viento a favor’ el resto del año, seis meses en los que la disponibilidad del CL (Capacidad de Liquidez) que proviene de la pesca del camarón favorece la adquisición de alimentos para la totalidad de nuestros colectivos laborales, incluidos los que permanecen mucho tiempo pescando otras especies mar afuera”.
Y ejemplifica con lo que representa para un barco, de los 64 con que cuentan. “Se va de travesía durante 20 días y buena parte de los gastos en alimentos que necesita la tripulación los podemos hacer con lo que aporta el camarón, y, en menor medida, las producciones acuícolas”.
Un estimado de lo que significarán las 94.5 toneladas computadas hasta el 31 del pasado mes lo ofrece Neyci López Morales, jefe de Grupo de Finanzas en EPIVILA: “470 000 CL, aproximadamente, pero no podemos ser categóricos, depende de precios y compradores que fluctúan”, aunque sí queda claro que se trata de ingresos traducibles en piezas de repuesto, reparaciones a la industria, pintura para los barcos…
Aun cuando no llegue a la mesa de todos, vale recordar que EPIVILA destina una porción significativa de las capturas de productos del mar y acuícolas que propulsan las camaroneras de Júcaro al consumo social en la provincia. “Sumamos unas 28 toneladas cada mes, de ellas, 8.9 para dietas médicas, además de las contribuciones a centros educacionales y de la Salud Pública. Se agregan surtidos que, de manera regulada y controlada, se distribuyen por Consejos Populares, a decisión de los gobiernos territoriales para no correr el riesgo de posibles acaparamientos y la permanencia en las ferias de fin de semana en Ciego de Ávila y Morón”, aclara Alexis Benavent Martínez, director General de la entidad.
Camarón rosado, despierto todo el año 🍤🍤🍤 Este sábado 1ro. de julio publicaremos un reportaje desde tierra firme sobre...
Posted by Periódico Invasor on Friday, June 30, 2023
Causas más que azares
Sin ocultar la satisfacción por el logro, y a sabiendas de que la curva ascendente es necesario estabilizarla y mantenerla en años venideros, afirma que el hecho de que se haya cumplido el plan anual de exportaciones “es algo que aquí no pasaba desde 2018. Esta vez conseguimos las 94 toneladas previstas con casi un mes de antelación y al cierre de junio ya estaremos por encima del centenar”.
De la suma de factores humanos y naturales que han influido en este saldo, Benavent Martínez comenta lo que ha significado, primero, la vuelta a la vida útil del varadero del sur avileño, aspiración convertida en realidad en 2020.
Lo segundo empezó a ser consecuencia de lo anterior un año después, a tenor de los gastos que implica la reparación de embarcaciones en astilleros como los situados en Manzanillo, Cienfuegos y Matanzas, en los cuales la permanencia se prolonga demasiado y el pago del servicio resulta muy elevado. Osmundo recuerda que en el remozado varadero “se repararon todas las embarcaciones de la línea de flotación hacia arriba, las casetas, laterales, bandas…, todo lo que es obra muerta”.
—¿Y la parte de abajo?
—No, eso sí hay que hacerlo en alguno de los astilleros del sur del país.
Otras causas del cambio, igual de relevantes, las había resumido Julio Miguel Méndez Estrada, secretario del Buró Sindical de Júcaro —la mejor de todas las unidades empresariales de base de EPIVILA— en abril pasado, cuando afirmó que “Júcaro se reinventó, renació con su colectivo”.
“Empezamos a ahorrar, porque una parte de la eficiencia la da el ahorro. Innovamos e incorporamos nuevas producciones. Prácticamente no procesábamos el pescado y no podíamos tener el valor agregado, inclusive, ahora aportamos varios surtidos que, al menos, garantizan el consumo social en lugares como los hospitales; y, además, estamos analizando cada actividad que pueda generar mayor eficiencia y más productividad, a partir de lo que decide cada colectivo y no una dirección centralizada”, comentó entonces.
Al parecer, surten efecto los cambios al interior de la entidad, que también incluyen la optimización de la fuerza laboral y una mejor y más eficiente estructura organizativa para reducir los niveles de gastos indirectos a la producción
Pero el proceder no está exento de tropiezos. La pesca del camarón es altamente costosa, si en el pasado reciente alguna que otra vez no pudieron hacerse a la mar por falta de combustible, esa y otras carencias continúan enredando las artes de pesca.
Pasará un año. Nuevamente en enero cesará la veda que impide la pesca del crustáceo en plataforma. Para entonces, los chinchorros de arrastre de las camaroneras harán de las suyas en el fondo marino. Será otra temporada en la que toneladas de la especie se revertirán finalmente, como ha ocurrido en más de seis décadas, en fondos en divisa que el Estado cubano adquiere mediante exportaciones.
Se trata de realidades que no pueden apreciarse en blanco y negro, en un contexto en el que la caída de las importaciones de alimentos, cada vez más costosos, aumentan la visibilidad de las deudas con la mesa de la familia avileña. De modo que Invasor no pudo sustraerse de la tentación, para nada culinaria, de hacerse eco de la voz popular cuando inquiere “para qué sirven las exportaciones”.
Entonces Osmundo intenta una síntesis comprensible: “Lo que me retribuye la pesca del camarón permite que la flota pesquera opere con estabilidad y eso significa poder pescar y producir más para el pueblo”.