Cuando el Hotel Ciego de Ávila se convirtió en un Hospital Pediátrico la espiral de contagios por COVID-19 en la provincia había echado por tierra cualquier pronóstico y los reportes diarios ascendían a 1 000 casos positivos. Entonces, la noticia vino a ser bálsamo contra las preocupaciones y los pequeños ingresaron en un centro con todo el confort y las atenciones requeridas.
Con capacidad para 226 pacientes, del 3 de agosto a la fecha alrededor de 2 000 niños menores de 13 años han superado aquí los síntomas de la enfermedad con evoluciones favorables y sintomatología moderada.
• Hotel y hospital, dualidades que salvan.
No han faltado el medicamento oportuno, la revisión constante por parte de médicos y enfermeros, y el esmero de los 85 trabajadores del hotel que cambiaron su uniforme por la sobrebata verde con tal de que la rutina fluyera sin contratiempos. Nadie confundiría un hospital con un hotel, pero en este caso los términos se asemejan y eso es influjo positivo para lograr una atención de calidad.
Cubículo de estabilización, en el que se garantiza oxígeno y medicamentos imprescindibles en caso de emergencia
Chequear la evolución diaria de los pequeños es fundamental
Agotadores turnos de trabajo, entre el pase de visita y la administración de medicamentos
Mantener la higiene y limpieza del centro corre a cargo de los trabajadores del hotel
La limpieza garantiza el bienestar
El ambiente del lugar es tranquilo y garantiza privacidad a los pacientes y acompañantes
Actualizar las historias clínicas, parte de la jornada de trabajo