Sostenibilidad en Ciego de Ávila: Sobre cuerda floja

A meses del inicio de la ofensiva para impedir la propagación del virus del dengue en la provincia, el peligro de que ello ocurra, sigue latente

Entre “bazucazos” a la percepción de riesgo ciudadana, que continúa esfumándose como el humo, se repiten los tratamientos focales, de adulticida o fumigación, las reuniones en grupos temporales, reevaluación de zonas a tratar, audiencias sanitarias, ofensivas de re-control…, todo para eliminar al Aedes aegypti.

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No obstante, la Campaña Antivectorial en el territorio, con meses en curso, ha ganado, poco a poco, en precisión, si bien ha faltado calidad técnica en labores del focal y en pesquisas, han persistido condiciones medioambientales desfavorables —alta temperatura, humedad— y se ha mantenido la insuficiente participación popular en la erradicación de los riesgos, sobre todo en las viviendas.

“Huésped” muy caro

Según Mario Luis Hernández Musa, jefe de Vectores en el municipio de Ciego de Ávila, el 75 por ciento de los focos de Aedes —150 como promedio mensuales— se hallan en las casas, en su mayoría, en tanques bajos. La proliferación del “patirrayado” sigue siendo, esencialmente, un problema de saneamiento doméstico.

De ahí el valor de que la población entienda su protagonismo junto con los (ahora) 153 operarios y cerca de 200 movilizados de varios organismos y entidades, diseminados en toda la capital provincial, cuya presencia ha permitido estabilizar los ciclos del adulticida.

Además, resulta contraproducente que, entre las cinco áreas de Salud del municipio, se encuentren hoy un promedio diario de 160 domicilios cerrados cuando el operario va a realizar el tratamiento focal, lo que “obliga” al personal de Vectores a buscar cómo recuperarlos en próximas jornadas, semanas y hasta meses.

“Hemos trabajado de conjunto con la Fiscalía General de la República, la Policía Nacional Revolucionaria y los vecinos, para acceder a algunas casas cerradas que reiteran de un ciclo a otro porque las personas están fuera del país o de la provincia.”

Ratifica lo anterior José Manuel del Río Yanzo, al frente del tratamiento adulticida en el Policlínico Área Sur, del municipio cabecera, quien pudo notificar, hace algún tiempo, 80 moradas cerradas. Ya no son tantas —40 o 50—, pero sigue sin ser favorable, pues, al decir de él, se vuelve acumulativo.

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Algunos de estos hogares hay que recuperarlos después de las cinco de la tarde, con personal propio de Salud, ya que los movilizados finalizan sus tareas a las cuatro, agrega Luis Alberto Sánchez Pereda, jefe del Departamento de Vectores del Área Sur. He ahí un horario proclive a lo que tanto retrasa: las negaciones.

“En apenas ocho días, hemos encontrado 29 focos larvarios en casas, 12 de ellos positivos al Aedes aegypti. La zona tiene un índice de infestación en 0.43, lejos del permisible de 0.05. Hay muchas indisciplinas sociales de los habitantes del área”, indica Luis Alberto, mientras, un vistazo a su rostro, revela cansancio, al “repetirle a la gente lo mismo y lo mismo sobre el autofocal”.

Y sí, existen personas a las que parece importarles poco su salud y la de los demás. Hasta las cercanías del Policlínico Área Sur, donde los movilizados y operarios se alistan cada mañana para salir a desafiar el mosquito, llegó una señora que quería, a fuerza de escándalo y excusas, escapar del humo en la cuartería donde vive.

Un operario, después del fandango, apunta hacia una casa donde, al escuchar las motomochilas y las bazucas, cierran la puerta y se ocultan en la casa. Un poco más lejos, otra familia se resiste, una y otra vez, al adulticida. “Tengo una niña pequeña durmiendo” o “estamos en otras cosas, vuelvan después”, son frases que le ceden al zancudo la oportunidad de volar y montar allí su huevada.

Lo contrario sucede con Martha Echemendía Consuegra, vecina del Aeropuerto, en la cabecera provincial, quien dice que el pasado 31 de octubre hasta su casa llegaron los fumigadores; pero, en ese momento, recibía, de alta del hospital, a una bebé recién nacida, por lo que resolvieron no fumigar. Todavía ella está esperando a que vuelvan, porque sí quiere que vuelvan.

“En noviembre se fumigan, semanalmente, 28 620 locales, de 61 388, que es el total del municipio. En la primera estrategia intensiva de fumigación, en agosto, se llegó al 80 por ciento del total; en la segunda, en septiembre, al 60, y ahora, de octubre a noviembre, al 46,6, resultado de la estratificación del riesgo entomoepidemiológico que se ejecuta desde agosto, cuando se declara la cabecera provincial en transmisión abierta de dengue”, especifica Agnerys Cruz Rodríguez, directora de Salud en el municipio de Ciego de Ávila. El resto depende, y no ha sido tan así, de su propia responsabilidad.

Hombre, basuraLa calidad del trabajo mucho depende de la disciplina laboral de los operarios y movilizados, pues tienen garantía de recursos

Percepción, a la basura

Este año han sido tres los procesos penales tramitados en el territorio por hechos que atentan contra la sostenibilidad, de los que dos están asociados a lo que el Código Penal, en su artículo 142, establece como Atentado, al tratarse del empleo de la violencia o intimidación contra una autoridad, un funcionario público, o sus agentes o auxiliares, para impedirles realizar un acto propio de sus funciones, informa a Invasor Karel Alonso Rodríguez, fiscal jefe del Departamento de Procesos Penales en la Fiscalía Provincial.

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“Se violan mucho las indicaciones. El de Vectores pasa una vez por mes y si los de la vivienda no hacen su autofocal cada siete días, ¿de quién es el descuido si aparecen enfermos?”, señala Mario Luis Hernández Musa, quien precisa que “se aplican por mes unas 630 multas, sobre todo en los domicilios”. Visto así, parece que tantos correctivos, por su propio “peso”, no son tan correctivos.

En tal sentido, a José Manuel del Río Yanzo y Luis Alberto Sánchez Pereda les preocupa que todos los días aparecen personas que, de cierta manera, buscan sabotear la labor de los campañistas.

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“Actualmente, se planificó para el Área Sur asistir cerca de 1 130 locales por día, determinados en cuadrantes con riesgos, transmisión, mal trabajados o reiterativos. No obstante, son 9 581 locales en total, distribuidos en 145 manzanas, hoy dos de ellas muy complejas, con tratamiento adulticida intensivo y personal fijo para hacerlo. Las acciones de rutina, que no se suspenden, se llevan a cabo en 37 manzanas positivas”, puntualiza Luis Alberto.

Por su parte, José Manuel manifestó que los equipos de fumigación no son los mejores, pero resuelven. “Contamos con un electromédico que revisa las roturas. Funcionando hay 15 aparatos y tenemos seguridad con la gasolina y el diésel”. Vale apuntar que la Campaña, en toda su extensión, acumula fichas carísimas.

En el Área Sur existen 38 operarios de vectores —20 en el tratamiento focal, 12 en el adulticida y seis en la verificación de la calidad del trabajo—, unos seis organismos vinculados a las tareas de fumigación y 41 movilizados que se exponen desde hace tres meses a productos químicos. Entonces, ¿será justo “pagarles” ese sacrificio con insultos y amenazas de golpizas?

Leonardo Manuel Tamayo Guerrero, uno de los ocho movilizados del Ministerio de la Construcción en esa zona de Ciego de Ávila, comenta que, por suerte, él no ha recibido insulto alguno, pues “no es fácil venir de manejar un carro, que se paró por falta de gomas, para que te enreden la vida solo por querer cumplir esta otra tarea”.

Y… ¿hasta cuándo?

La lucha por la sostenibilidad continúa, porque las inercias y las condiciones medioambientales desfavorables persisten. Y eso que, paradójicamente, muchos creen un “tecoso” mensaje, recordemos que es la esencia de una cuestión sanitaria esencial para el país.

Las cifras que Agnerys Cruz Rodríguez comparte con Invasor indican haber restado al libertinaje del insecto, que no significa bajar la guardia. “En agosto pasado se procesaron 977 muestras para la determinación de anticuerpos IgM contra el dengue, de las cuales resultaron positivas 683, por lo que se concluyó el mes con una reactividad —casos que dan positivos— al 69,9 por ciento.”

En septiembre se tomaron 1 106 muestras, de las que 471 trascendieron como reactivas, para un 42,6 por ciento de reactividad. Y en octubre, hasta el momento en que se realizaba la investigación, se habían procesado 347 muestras, 70 de ellas reactivas, para un 20 por ciento de reactividad.

La disminución permitió que el 18 de octubre último se hablara del cierre de transmisión abierta de dengue en la ciudad cabecera. “Y debe estabilizarse, pues se logró un 14,9 por ciento de reactividad, que ronda el comportamiento histórico del municipio”. Aunque, ese resultado, aún tiene mosquitos para tambalearse.

Eso sí, vendrán unas cuantas estrategias y más de 3 000 estudiantes volverán a las calles si la “ley” no acaba de entrar por casa y no se incorporan del todo las figuras de los Comités de Defensa de la Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas, unidos a otros agentes del barrio, implicados en modificar malas conductas de sus miembros de cara a la Campaña Antivectorial.

Mario Luis Hernández Musa insta, además, a la sistematicidad en el trabajo de Comunales y Acueducto. “Colocan la cama Ampliroll y demoran en recogerla. Otras veces, la recogen y tardan en devolverla a su lugar, y entonces ahí comienzan los problemas con la gente que echa la basura donde mismo se sitúa la cama”. El mosquito vuela sobre aprietos materiales de sus contrarios.

Es necesario eliminar las indisciplinas sociales, pues las personas tienen que habituarse a verter su basura en los puntos autorizados, cestos y tanques, no afuera, mucho menos sacarla una vez arrojada, como sucede con los llamados “buzos”.

Tampoco obviemos los riesgos con las redes de agua y alcantarillado; las obstrucciones. El líquido brota de tuberías rotas y corre a la alcantarilla, en la que se estanca. Allí, donde se almacene agua y en los residuales, por el menor resquicio, se cuela el insecto.

Calle, basuraLos herbazales significan mosquitos a la vista, hasta que se eliminen inercias como esas, que sirven de criaderos

En recorridos por la ciudad uno se da cuenta, además, de la urbanización no controlada, que provoca el crecimiento de los asentamientos periféricos, de modo que aparecen cinturones con viviendas de tipologías no adecuadas, apiñadas y muy vulnerables.

Desde hace rato, es este un asunto social, por la respuesta que (no) ha dado la población al fenómeno, que ha requerido de aplicar la legislación sanitaria. La especie se adapta al hombre y este, por su negligencia, lo propicia.

Entonces, habrá que darle bazucazos al zancudo mientras, al contrario de las moradas, sean las cabezas de sus moradores las “llenas de humo”.