Padres desde el principio

La historia que le contarán a Isabela no la saben con certeza. Digamos que solo tiene dos años y aún no hay preguntas curiosas. Quizás con el tiempo le dirán que fue una niña muy deseada y que sus papás recorrieron casi la Isla entera para lograr concebirla. Pero como los niños no se conforman con explicaciones redundantes, en algún momento deberán traducirle que el espermatozoide más fuerte de su papá recorrió un camino más corto y menos riesgoso para fecundar el óvulo de su mamá, gracias a los procederes de una inseminación artificial.

No fueron una ni dos veces, sino casi 10 los intentos fallidos a los que Ginelis y José Luis apostaron esperanzas y rezos porque, en primer lugar, querían ser padres. Claro, todavía no sospechaban que serían 12 los años de espera y desasosiego.

Con las ganas acumuladas y la certeza de querer un hijo llegaron un día cualquiera del año 2004 al Centro de Reproducción Asistida de Ciego de Ávila, donde comenzaron los primeros estudios, que revelaron una baja movilidad en los espermatozoides (Astenoteratozoospermia).

Resultados de Ciego de Ávila en el Programa de Atención a la Pareja Infértil

Con este diagnóstico iniciaron el tratamiento, aunque la primera inseminación falló y decidieron probar suerte en Camagüey. Allá el test de Mycoplasma descubre la presencia de un hongo asintomático alojado en la vagina, que a largo plazo podía causar infertilidad. Después de meses sometidos a antibióticos sin obtener una respuesta favorable desistieron.

En una suerte de limbo estuvieron hasta 2007, entonces la familia recibió un embarazo y volvieron las ganas. Esta vez lo intentaron con todo y fueron hasta La Habana. El espermiograma cumplía los niveles requeridos, y comenzaron con el uso de la Gonadotropina

Coriónica Humana, hormona utilizada como inductora de la ovulación y en un plazo de 36 horas intentaron la fecundación.

Ante la respuesta negativa del organismo pasaron a una segunda fase de tratamiento que Ginelis rechazó con dolores y múltiples afecciones ginecológicas, verse otra vez al inicio del camino, no obstante ahora era diferente porque él solo actuaba por el entusiasmo de ella, que nunca dejó de confiar en su instinto maternal. Tampoco fue infalible y cuando comenzó a fallarle acabó con ataques de ansiedad en el Hospital Provincial General Docente Doctor Antonio Luaces Iraola.

Cada vez más incrédulos y con una diferencia de edad que ya pesaba en el calendario, supieron que del Programa de Atención a la Pareja Infértil radicado en Cienfuegos se hablaba muy bien, así como de la rapidez con que se tramitaban los análisis. Con este augurio siguieron su búsqueda.

La jerigonza la conocían: exudados, espermiogramas, serologías, ultrasonidos…, a lo que sumaban la posibilidad calculada y repetida a ultranza de que 60 de cada 100 mujeres sometidas a inseminación u otros procederes logran embarazarse. No podían ser ellos el número escéptico en esa ruleta.

Ahora el problema radicaba en un exceso en la secreción de Prolactina, hormona fundamental durante la lactancia materna, no obstante, en ausencia de un embarazo, era un desorden a corregir. Cuando celebraron un cumpleaños en casa y rechazó un suculento plato de camarones con náuseas y vómitos las palmaditas en el hombro y las felicidades se adelantaron a cualquier test o ecografía.

Mas, aquello fue solo una mala pasada del estómago y en 2016 tampoco hubo canastilla comprada, cuarto decorado ni juguetes. La fecundación in vitro tenía fecha para febrero de 2017, mientras Ciego de Ávila despuntaba con buenos resultados en el atención a parejas infértiles.

Con demasiados kilómetros recorridos deciden, bajo el visto bueno de la especialista cienfueguera que los atendía, adelantar algunos exámenes aquí. Apuestan por un último intento y se ve Ginelis otra vez en la incómoda posición que ya conocía: pies abiertos, ropa esterilizada, instrumental médico y dedos cruzados en espera de la mejor noticia.

A las 6:00 de la mañana puso la cafetera sobre el fogón y tomó el test de embarazo, que le habían regalado bajo el agüero de que sería el de la suerte. Lo introdujo en el recipiente y salió a beber su café como quien no quiere saber de otra decepción. Las dos rayitas brotaron nítidas y no supo si correr o gritar.

Con la habitación a media luz colocó el artilugio con forma de memoria flash sobre la mesita de noche y despertó a José Luis. Esta vez las lágrimas fueron de alegría. Finalmente, las mariposas en el estómago resultaron pataditas de bebé al que comenzaron a dibujarle los ojos de uno y los labios del otro.

Ginelis y José Luis con niñaCuidar la salud reproductiva es un consejo saludable para las parejas que pretendan tener hijos

Hoy son dueños de una felicidad que les pareció tantas veces imposible y a la casa le nació un nuevo cuarto para guardar los juguetes que Isabela arma y desarma a su antojo. Con su dedo tímido sabe aprobar y desaprobar regaños y visitas como quien se sabe dueña de su espacio.

A estas alturas, la carrera no fue de velocidad, sino de resistencia, y si miran atrás de lo único que no se arrepienten es de haberlo intentado con tozudez, una y otra vez, porque el arrullo de un bebé bien vale insomnios y dolores.