Un parteaguas para Ciego de Ávila fue la (otra vez) salida de la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras del Sistema Electroenergético Nacional este lunes, porque aquí ya nos habíamos acostumbrado a madrugadas sin interrupciones, y a afectaciones diarias que no sobrepasaban las dos horas.
Así transcurrieron los primeros días de septiembre, “en los que hubo siete madrugadas sin interrupciones y en ese lapso tuvimos jornadas con apenas 1 hora y 15 minutos sin fluido”, confiesa Daniel Pérez García, director general de la Empresa Eléctrica Ciego de Ávila, quien convocara a una conferencia de prensa para informar la reprogramación de interrupciones en las actuales circunstancias.
Esta nueva coyuntura implica extender las afectaciones a 3 y media horas y dividir la provincia en dos bloques, “debido a que cuando el déficit aumenta a más de 40 megawatts (MW), se hace muy difícil la rotación respetando las tres horas de afectación que veníamos manteniendo en cada uno de los tres bloques”, indicó el directivo.
Ahora, según aparece en el canal de Telegram de la Empresa Eléctrica, la provincia queda dividida en dos bloques, cuyo consumo en horario de máxima demanda puede llegar a alrededor de 60 MW, cada uno.
Este martes, por ejemplo, a las 3:00 pm, ese canal informaba de un déficit de 48 MW, lo cual se tradujo en apagón de unas tres horas para Baraguá, Venezuela, Morón, Ciro Redondo y parte de la ciudad cabecera.
Tal ausencia no era posible suplirla ni con el acople de los tres emplazamientos de grupos electrógenos que existen en el territorio, pues el máximo aporte ronda los 30 MW. No obstante, las dificultades en la disponibilidad y transportación del combustible (diésel y fuel oil) también limitan una entrega que se ha reducido con los años.
En el 2008, Ciego de Ávila llegó a tener ocho emplazamientos que rondaron los 80 MW de generación y le permitieron enfrentar determinadas contingencias, recordaba el directivo, quien enfatizó que hoy dependemos, en buena medida, de las termoeléctricas y cualquier falla en las grandes centrales repercute aquí, amén de que el consumo de Ciego de Ávila represente un 6 por ciento en la demanda del país.
Se espera que las fallas de la Antonio Guiteras tarden unos cinco días en ser corregidas. “Solo el enfriamiento de la caldera demora 30 horas y luego es que los operarios podrían comenzar las labores”, detalló Daniel.
Además de esas tensiones, Ciego de Ávila suma las roturas de transformadores que superan los 300 en lo que va de año y, ante la ausencia de reservas en los almacenes, la solución pasa, necesariamente, por enviarlos a la capital para que sean reparados.
En esa “interfaz” se toman del alumbrado público, en aras de afectar a la menor cantidad de personas y proteger servicios básicos; una solución que no es la deseada, pero ha posibilitado que —tras haberse quemado cinco transformadores durante la tormenta del sábado, por ejemplo— esas comunidades hoy no tengan ausencia de fluido eléctrico, más allá de las provocadas por el déficit actual de generación.
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