Más salud para los parques de Ciego de Ávila

“Eso es correcto”, acostumbra a decir un viejo amigo llamado René Leyva, cada vez que algo está bien hecho o, al menos, bien concebido.

Y correcto me parece que trabajadores de Servicios Comunales en Ciego de Ávila, representantes del proyecto Iroco, perteneciente al Fondo Cubano de Bienes Culturales, y de la empresa Comcávila, le estén metiendo el pecho a lo que manos y pies indolentes han destruido o maltratado en parques, más allá del lógico desgaste o de los daños que con el tiempo suelen aflorar en esos espacios públicos diseñados para la tranquilidad de todos y para darle más belleza a la ciudad.

La terminación de labores en el parque Pedro Martínez Brito, a pocas cuadras de Los Elevados y único a la doble vista de quienes viajan de oriente a occidente o viceversa, deviene ejemplo de cómo con el dinerito a mano, empleo inteligente de recursos, gestión eficiente y voluntad, se puede trocar “lo sucio en oro”, como diría Silvio en su canción El reparador de sueños.

Allí, no solo se le imprimió determinada ofensiva al piso o al habitual retoque de pintura en bancos y contenes. Con una concepción mucho más práctica, fueron situadas también luminarias que aseguran mejor alumbrado del lugar, tornan más difícil su sustracción por tener más altura y permiten un desmonte y evacuación rápidos, en caso de huracanes o de eventos similares.

Luis Alberto Pérez Olivares, director provincial de Servicios Comunales, coincide con el diputado Raúl Pérez Carmenate, presidente de la Asamblea Provincial del Poder Popular en Ciego de Ávila, acerca de la necesidad de contar en esas instalaciones con personal encargado de la seguridad, algo que puede parecer un gasto cuando en realidad deviene útil inversión.

LuminariaLas nuevas luminarias son más prácticas y menos vulnerables al daño socialBasta recordar lo sucedido en la Avenida de la Locución poco después de haber dejado su renovadora huella el Proyecto Iroco.

Por ello el joven Evelio Ledesma Benítez, presidente del Consejo Popular, le concede alto valor, además, a la sensibilidad y participación de la comunidad en el enfrentamiento al vandalismo y a las distintas formas de indisciplina social.

Acerca de ese asunto Invasor ha insistido más de una vez, mediante trabajos como el titulado Hechos y desechos, referente a la impunidad con que ciertos ciudadanos roban las ruedas y, a veces, el contenedor plástico o “carrito”, completo, donde los vecinos vierten los desechos sólidos.

Aquí usted puede hallar, además, información de primera mano acerca de la higiene comunal

“Es por eso que estamos aprovechando las reuniones del delegado de base con sus electores para llamar la atención sobre el cambio que se le ha dado al parque y el imperativo, por lo tanto, de que todo el mundo lo cuide”, agrega Evelio.

“Pienso que la exhortación ha surtido efecto porque fue eliminado un microvertedero aledaño y no ha vuelto a rebrotar.”

Acciones de beneficio tienen lugar en otros parques como el José Martí, asentado en el epicentro de la ciudad; el Salvador Allende, ubicado en Chicho Valdés y Honorato del Castillo; y el Máximo Gómez, en la calle homónima.

En numerosas ocasiones, lectores se han dirigido a nuestra redacción preocupados por el progresivo deterioro del Parque Martí, la suciedad que impera en sus áreas verdes y en un piso que puede y debe brillar, como ocurre en otras provincias; o para lamentar la sensación de descuido que a muchos deja el Parque Maceo, por solo citar dos ejemplos.

Décadas atrás esos no eran los “atributos” que distinguían al ambiente avileño.

A fuerza de recurrente realidad, la máxima dirección del Gobierno en el territorio ha tomado cartas en el asunto, mediante un gardeo que mide y exige avance de forma sistemática.

Posted by Portal Avileño on Sunday, November 3, 2019

Eso está muy bien. No obstante, le asiste razón al longevo Alberto García: “El problema no está solo en destinar dinero, recursos y acabar hoy con lo que afea. Hay que hacerlo bien, con gusto, para que perdure y no para cumplir una orientación o un plan.”

Y es eso lo que espera el avileño, el que en las tardes y noches escoge el banco más tranquilo del parque para acompañar al nieto, mirar cómo la gente pasa a su alrededor o, simplemente, recordar y comparar los tiempos pretéritos con los actuales.