Convencidos de que celebrar sus vidas y hablar en presente es el mejor homenaje que podemos dedicarle a José Aurelio Paz Jiménez y a Rigoberto Triana Martínez, la filial avileña de la Unión de Periodistas de Cuba sirvió de espacio propicio para el recuento de sus trayectorias y las anécdotas de un gremio que se enorgullece de la obra que nos han legado.
Mirar en retrospectiva implicó recordar las muchas anécdotas y la huella dejada por ambos en los medios de comunicación del territorio, pues no se conformaron con las hojas entintadas, las redes sociales y la página web de Invasor.
Rigoberto, por muchos años, equilibró su labor de reportero, el seguimiento a temas deportivos y la práctica del ajedrez, con la dirección de programas de radio y la elaboración de guiones. Nos acostumbramos a descubrirle las ojeras en una cobertura porque apenas había tenido tiempo de cambiarse de ropa para empezar otra jornada después de una madrugada en la cabina.
No pudimos recordarlo molesto o inquieto ni una vez, porque andaba por la vida con pausa, la misma que le valía regaños a destiempo por las demoras para entregar un texto; con sus dos hijos acompañándolo en cada oportunidad; y dispuesto a regalar sonrisas por más que le tiraran piedras.
De José Aurelio fue inevitable recordar su personalidad extrovertida que lo mismo lo llevó a animar un show en el restaurante Don Pepe que a polemizar sobre el más encumbrado suceso cultural. Su vida fue voraz y su pluma la espada con que despejó el camino. Nunca buscó atajos cuando se trataba de llegar a la noticia y mucho menos eufemismos para contar la realidad.
Combinó su fe en Dios con la vocación de periodista perspicaz, padre ejemplar, cronista singular, hacedor de canciones infantiles y narrador de fábulas frente al lente de una cámara con un peculiar histrionismo.
La única tristeza que gravitó fue el hecho de saber que la vitalidad y la pasión que los acompañaba daban para muchísimas más glorias y alegrías. Pero quiso la vida —y la COVID-19— que fuese de otra manera, y ni siquiera en los últimos días se desdibujaron sus estampas.
Rigo quiso saber del medallero en los Juegos Olímpicos y José Aurelio no dejó de hacer reír a quienes compartían sala y enfermedad, a pesar de los sustos y dolores.
#Ahora Celebrar la vida y recordarlos en presente es el motivo que nos unió hoy en la Casa de la Prensa. Para Rigoberto Triana y José Aurelio Paz no hay luto, sino recordación.
Posted by Periódico Invasor on Monday, September 27, 2021