Hospital de Morón, nuevo centro avileño contra la COVID-19

Que todos los especialistas en Medicina Intensiva y Emergencias del Hospital Docente Roberto Rodríguez hayan dado sus disposición para combatir a la COVID-19, por encima de cualquier padecimiento o preocupación, es apenas la punta del iceberg de un proceso de reordenamiento y preparación que permitirá en breve que los casos sospechosos y confirmados con esta enfermedad sean atendidos aquí, en lugar de trasladarlos Camagüey.

Se tocaron todas las puertas y hasta la fecha ya se preparan tres equipos integrales y un cuarto de reserva. La rutina establecida indica que se trabajará durante 14 días, en guardias de 24 por 24 horas, seguido de igual tiempo en aislamiento antes de regresar a casa.

Niurys Martín Pérez, vicedirectora de Asistencia Médica en la institución, explicó que distribuidos en el segundo piso estarán las personas con infecciones respiratorias agudas, en el tercero las gestantes, puérperas y niños sospechosos y confirmados, y en el cuarto los adultos.

En una etapa inicial se prevén alrededor de 223 camas y de ser necesario llegarían a 500, con capacidad para 35 personas en la Unidad de Cuidados Intensivos, gracias a la puesta a punto de las salas de terapia intermedia y de quemados, para la atención a pacientes graves y críticos necesitados de ventilación artificial.

Gráfico

Pero como lograrlo no es fácil estos números esconden otros empeños que se cifran en las más de 12 brigadas que, provenientes de diversos organismos y entidades, desde hace días trabajan a pie de obra para mejorar la situación infraestructural de la instalación.

De este modo la conexión de agua desde la fuente de abasto hasta la cisterna del hospital y de esta a los tanques será un logro que garantizará el flujo del líquido en una situación extrema donde las medidas higiénicas deciden vidas.

Hospital de MorónParte importante del proceso, la capacitación del personal

Armando Pompa Acuña, especialista de Inversiones y Jefe de Mantenimiento del hospital, explicó que la cocina recibió una reparación integral, donde tres de los cinco extractores de humo y vapor fueron arreglados y se construyeron nuevos baños. También se llevan a cabo labores de carpintería y pintura, se colocan intercomunicadores en cada sala, y se reparan y cambian elementos sanitarios.

Al centro de estas preocupaciones un grupo de experimentados epidemiólogos delimita las áreas verde y roja por donde deberá entrar y salir el personal, el flujograma que determinará el movimiento y el establecimiento de los puntos de transferencia e intercambio.

Por eso, Alberto López Marrero, médico epidemiólogo, insista en que el éxito descansará en el cumplimiento estricto de las medidas de bioseguridad, lo cual puede traducirse, por ejemplo, en el adecuado cambio de ropa y desinfección de las manos, y la efectividad en el análisis de las pruebas de laboratorio.

Otra de las nuevas prácticas implicará la creación, en zona verde, de un puesto de mando donde concurrirán expertos de todas las especialidades para mediante videochat y aprovechando las bondades de la informatización para visualizar rayos X e historias clínicas se analizarán individualmente los casos en aras de tomar las mejores decisiones.

Aunque Rolando Torrecilla, jefe del Servicio de Terapia Intensiva, se pensaba en zona roja sabe que desde el otro lado de la barrera será igual de útil.

De este modo el resto de los servicios hospitalarios han sido trasladados al Policlínico Norte de esa ciudad, que funcionará como centro clasificador de las diversas patologías, que si son urgentes derivarán a Ciego de Ávila. Mientras, se mantendrá activo en el hospital solo lo referido a Hemodiálisis y Quimioterapia.