El cierre casi inminente del evento de transmisión local de la COVID-19 en Turiguanó previsto para el 23 de junio, de no aparecer allí nuevos casos positivos al contagioso virus, mantiene en vilo a autoridades y población en el propósito de asestar el golpe definitivo a la cuarentena más extensa de Cuba. Esa batalla contra el invisible enemigo en el norteño consejo popular del municipio de Morón lleva la impronta juvenil.
Joan Luis Hernández Valle, estudiante de cuarto año de Medicina de la Facultad de Ciencias Médicas José Assef Yara de Ciego de Ávila, fue de esos miles de futuros galenos que a lo largo y ancho del archipiélago cubano transmutó los salones de clases y laboratorios por los recorridos de las pesquisas en búsqueda de cualquier síntoma de la enfermedad.
“Desde el 17 de marzo estoy ayudando en lo que sea necesario aquí, fundamentalmente en la pesquisa, aunque también he participado en la limpieza de las calles y en la entrega a domicilio de donaciones a ancianos que permanecen encamados”, dijo.
Ahora que la etapa epidemiológica más álgida de la cuarentena en este pueblo de ganaderos y trabajadores del turismo parece haber quedado atrás al solo mantenerse en confinamiento obligatorio unas 3 140 personas en las viviendas de las comunidades de El Aserrío y Sandino, el joven que también es miembro del consejo de la Federación Estudiantil Universitaria en su facultad labora en un punto de acceso al poblado, aledaño a las oficinas de la Empresa Pecuaria Genética Turiguanó.
“Tomamos la temperatura a quienes entran y salen, su destino para en caso de contagios establecer la lista de posibles contactos, sus datos identificativos y la aplicación de medidas sanitarias como la higiene de las manos”, expresó con la reafirmación de que todo cuidado es poco en evitar la propagación del nuevo coronavirus.
En tal sentido el riesgo de contagio siempre está latente, más cuando se está en la primera línea de enfrentamiento. Por ello Joan Luis comenta que “aquí más del 80 por ciento de los casos son asintomáticos, ahora mismo cualquiera de nosotros podemos estar enfermos y no saberlo, por eso el acatamiento de las medidas higiénicas epidemiológicas es primordial: el uso del nasobuco, la desinfección de lugares de mucha afluencia de personas como la bodega, la farmacia, las placitas, y el lavada de las manos”.
Jennifer Quesada Crespo fue otras de las que desde el primer momento se sumó a las tareas que requerían la excepcional situación. Durante las últimas semanas la joven presidenta de la Brigada de Instructores de Arte José Martí, en Morón, lo mismo ha estado en la pesquisa que en la distribución de alimentos o en la limpieza de las calles.
Refiere que de esta experiencia se lleva el agradecimiento del pueblo en las tareas desempeñadas y la satisfacción del cumplimiento del deber, en tareas que en muchas ocasiones comenzaron a las seis de la mañana y terminaron a las 11 de la noche.
“Ahora que ya falta poco para el cierre de la cuarentena le pedimos a la población que nos ayude, que coopere con el cumplimiento de las medidas para todos volver a trabajar y los niños regresen a sus actividades habituales”, sugiere.