Cinco preguntas sobre la inmunización en Ciego de Ávila

A pesar de que las vacunas han sido rodeadas de una larga campaña comunicacional, los conceptos de seguridad o eficiencia son resbaladizos cuando nos los imaginamos en términos de no volver a usar nasobucos o que el virus no nos pueda “pescar”.

La inmunización es un camino largo cuando se lucha contra un agente infeccioso capaz de mutar con la facilidad que lo ha hecho el SARS-CoV-2. Al menos, así lo entiende la doctora moronense Jacqueline Díaz Luis, especialista en segundo grado en Inmunología, a quien Invasor asaltó con todas las dudas posibles. Estas son sus precisiones.

— ¿Cómo marcha la inmunización en Ciego de Ávila?

— La punta de lanza de la vacuna en la provincia es Morón, que comenzó el 1ro. de julio pasado, a un ritmo de 6 200 sujetos por día, 100 por vacunatorio.

Este fue el reporte de Invasor en ese momento

“De una población estimada inicialmente de 50 000 personas (excluyendo de los 70 000 moronenses a embarazadas, madres lactantes, menores de edad, médicos ya vacunados y alérgicos al tiomersal; e incluyendo a los trabajadores de la cayería norte), el número de personas que llegó a la tercera dosis en tiempo es de 25 000”, hasta el último corte estadístico que reporta la doctora Díaz.

“Por el camino quedaron las personas que presentaron síntomas o que padecieron la COVID-19. En ambos casos, hay un ´plan B´."

Para quienes tuvieron síntomas que al final no fueron confirmados de COVID-19 es la campaña de recuperación. “Ya hemos recuperado alrededor de 800 personas”, explica.

Por otro lado, Soberana Plus es pensada para los convalecientes de la enfermedad, una monodosis que “amplifica la inmunidad natural activa”. 100 trabajadores de Salud infectados hasta abril la han recibido recientemente, mientras el vacunatorio del hospital se mantiene activo también para inmunizar a todo el personal de nueva contratación o que haya venido a apoyar desde fuera.

Morón, al igual que otros municipios, avanza con poblaciones vulnerables, como los pacientes de hemodiálisis o con nefropatías crónicas, y la población de madres lactantes (75) y embarazadas (196).

La ciudad cabecera, que arrancó en la campaña un poco después que Morón, administra ya su tercera dosis, mientras que los ocho territorios restantes comenzaron este jueves 12 de agosto.

— ¿Cuáles son las reacciones más comunes y cuáles NO son reacciones a Abdala?

Parafraseando a la doctora, la experiencia clínica relacionada con la administración de Abdala sugiere que el 97 por ciento de las reacciones son leves, y que desaparecen sin necesidad de tratamiento.

“Estos eventos son locales, que son los más comunes, en el 0.85 por ciento de las personas que la reciben. Están referidos como dolor en el sitio de inoculación y un poco de enrojecimiento (eritema).”

Solo el 0.5 por ciento de los vacunados manifiestan haber padecido un evento sistémico, como cefalea o hipertensión.

Sin embargo, la doctora enfatiza que la tos o la fiebre no se registran en la ficha técnica de Abdala, por más que esta pueda actualizarse en la medida que más personas la reciben. Asimismo, aclara que no modifica en ningún sentido los diagnósticos de test de antígenos o PCR-RT, una duda que le ha llegado comúnmente.

Abdala es una vacuna de subunidades proteicas, o sea, que contiene porciones (proteínas) inocuas del virus, no el germen completo, por lo que no hay lugar a dudas.

Ella no puede explicar por qué en los días sucesivos a la vacunación algunas personas expresaban que sus médicos de confianza referían la tos o la fiebre como efectos de la misma, pero sí explica el por qué de los síntomas.

“Por la alta transmisión en la provincia, es probable que algunos sujetos hayan sido inoculados inadvertidamente durante el período de incubación del virus. Sería interesante hacer un seguimiento a quienes refirieron tener esos síntomas.”

— ¿Qué sucede si me vacuno con síntomas?

— La seguridad de la vacuna, explica la inmunóloga, se relaciona con las contraindicaciones que se advierten. “Un sujeto con síntomas de alguna enfermedad infecciosa, descompensación de alguna enfermedad crónica o tratamiento contra la COVID-19, verdaderamente no debe vacunarse.” Los síntomas constituyen una contraindicación temporal. “No le sucede nada al sujeto, sin embargo, no está recomendado. La vacuna no logrará su efecto como se espera.”

— ¿Qué cantidad de personas inmunizadas se necesitarían para contener al virus?

— Ya es conocido que la llamada inmunidad del rebaño o inmunidad colectiva se estimaba en un 70 por ciento para el coronavirus original. Pero estudios recientes advierten que la variante Delta es dos veces más transmisible, y una persona infectada puede contagiar hasta a otras nueve.

En este sentido, la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América considera que el umbral de la inmunidad colectiva debe aumentar hasta el 90 por ciento.

• El CITMA lo explica aquí

“La inmunidad colectiva se basa en la evidencia que ha mostrado el control de enfermedades transmisibles conocidas, como el sarampión o la viruela, que han sido erradicadas. Se logra cuando un grupo suficiente de personas inmunes al virus garantiza que este no pueda propagarse”, explica Jacqueline. En consecuencia, el virus no muta ni genera nuevas cepas.

La inestabilidad de los virus hace que la inmunidad colectiva no sea un número constante, porque depende de factores como la virulencia o las características de los huéspedes susceptibles.

En ese sentido, al menos mientras no vacunemos a los menores de edad, ese 90 por ciento será difícil de alcanzar, no solo en Cuba. Es, incluso, muy probable que nuevas cepas o variantes continúen apareciendo.

— ¿Aun así vale la pena vacunarse?

— Es lo más adecuado para disminuir el contagio, la capacidad de propagación y mutación. Vacunarse es reducir la cantidad de personas susceptibles. Un modelo comprobado de prevención.

Que en Ciego de Ávila coincidan en el tiempo el contagio y la inmunización refuerza que hay que seguir cumpliendo con las medidas preventivas.

Seguir usando mascarillas y desinfectándonos antes de entrar a la casa no es en lo absoluto un testimonio de que nos hayamos vacunado en vano, sino una forma de responsabilidad. Sí, vacunarnos nos responsabiliza de proteger a nuestros niños, por ejemplo, que aún no pueden hacerlo y, por tanto, son más vulnerables que nosotros.

“Sigue y seguirá siendo recomendable en el futuro el desarrollo de vacunas, resultado de un enorme esfuerzo de investigadores de todo el mundo. Esta enfermedad ya ha causado mucha muerte y mucho dolor.”