Ciego de Ávila vs. Dengue: la otra “guerra”

La provincia contabiliza unos 200 casos entre sospechosos, probables y confirmados.

Más de una vez hemos dicho que los números no siempre cuentan toda la historia y que mirándolos fríamente perderíamos la trama, el contexto. El más reciente ejemplo de ese relato a medio contar viene de la mano de la comparación entre las semanas 23 y 24 del enfrentamiento y prevención de las enfermedades trasmitidas por el mosquito Aedes aegypti en Ciego de Ávila.

Al cierre del 18 de junio la provincia experimentó un decrecimiento del 24,3 por ciento en los casos reportados como sospechosos de Dengue; también disminuyeron los ingresos y los febriles, con respecto a la semana anterior. Si nos guiamos por las cifras podríamos creer que junto con la COVID-19 el mosquito también “se fue”.

Pero un informe del Centro de Higiene, Epidemiología y Microbiología es rotundo al romper cualquier ilusión: todos los municipios presentan baja vigilancia. Esto quiere decir que no se detectan todos los síndromes febriles inespecíficos y, por tanto, no identificamos todos los posibles sospechosos. En municipios como Morón y Primero de Enero no se halló ni un febril diario durante la semana pasada.

Para un territorio con un índice de infestación de 0.32 y un índice de Breteau de 0.46, además de unos 200 casos acumulados entre sospechosos, probables y confirmados, la disminución en atenciones médicas a pacientes febriles no habla a favor de una mejor situación epidemiológica, sino de la no asistencia a centros de salud ante síntomas asociados al Dengue.

En ambos índices, el máximo permisible ―y que a su vez es sinónimo de riesgo mínimo de trasmisión― es de 0,05, bastante alejado de los números actuales. Mientras que la infestación describe la presencia de focos del vector, el Breteau alude a la focalidad múltiple en un mismo local. Si el primero es equivalente a la complejidad en una manzana, barrio o municipio, el segundo multiplica la posibilidad de ser picado y contagiado por el mosquito.

Aunque el análisis por meses deja todavía un margen a favor de lo reportado en junio (con un acumulado mayor de febriles muestreados con IgM), de mantenerse la tendencia a la baja vigilancia las próximas semanas podrían comprometer la situación epidemiológica avileña.

Y sería una derrota, pues sin abandonar el enfrentamiento a la COVID-19 el territorio adelantó la campaña antivectorial a fin de que no coincidieran en el tiempo ambas “guerras”, ni concomitaran las enfermedades, según había anunciado a Invasor el Doctor Osvaldo Ivañez, Director Provincial de Salud, a principios de este mes.

Puestas en una balanza parecen más sencillas y menos costosas las acciones preventivas (autofocal, inspección de viviendas) que las de mitigación (fumigación, atención médica a enfermos). Apliquemos la lógica.

Hasta el 18 de junio último, de los 165 880 locales a inspeccionar en Ciego de Ávila se había revisado el 80.6 por ciento. De ellos en 471 se hallaron focos (la mayoría larvarios) y poco más de 350 estaban cerrados.

La situación más compleja la presentan los municipios de Ciego de Ávila, Ciro Redondo, Majagua y Baraguá, todos con índices de infestación superiores al provincial. Este comportamiento histórico de la ciudad cabecera la ubica entre los 36 municipios del país con más casos, año tras año.

Como parte de la campaña se ha realizado el tratamiento adulticida en 47 053 locales y se han aplicado 1556 multas a tenor de la Sección Segunda sobre Higiene Comunal del Decreto Ley 272 del 2001, a quienes han incumplido el deber de mantener sus viviendas o entidades libres del vector.