En Girón se combatió por la vida

Entrevista inédita al combatiente de Playa Girón José Luis Cavada Moya, uno de los avileños protagonistas de la victoria de abril de 1961

El 14 de abril del año 1961 dieron un pase de 54 horas en la Escuela. Yo no pude salir pues estaba enfermo. Al otro día nos informaron del bombardeo de los aeropuertos de San Antonio de los Baños, Santiago de Cuba y Ciudad Libertad”. Así comienza su relato José Luis Cavada Moya, uno de los avileños que se jugó la vida en las arenas de Playa Girón.

Él era uno de los alumnos de la Escuela para Responsables de Milicias, de Matanzas, y de esos días guarda inapreciables recuerdos. Las escenas se reproducen nítidas en su octogenaria memoria. Entonces era un mozalbete de apenas 19 años.

“Comenzaron a llegar los que estaban de pase e iniciamos las clases de Alarma de combate. Cuando Fidel declaró el Carácter Socialista de la Revolución Cubana, durante el entierro de las víctimas de los bombardeos, la noticia nos fortaleció y alegró. Por la tarde nos reunimos con el capitán José Ramón Fernández, director de la Escuela, quien nos explicó lo sucedido y alertó lo que podría ocurrir. Era posible, incluso, una invasión enemiga”.

Cavada narra que sobre las 3:00 de la madrugada del día 17 dieron la alarma de combate. “Yo agarré la canana, las botas y el fusil. En la formación nos mandaron a vestir; desayunamos y nos repartieron 200 tiros a cada uno. Al rato salimos en camiones para Girón: la brigada mercenaria 2506, armada y financiada por la CIA (siglas en inglés de la Agencia Central de Inteligencia, de EE.UU.), había desembarcado por un punto de la Bahía de Cochinos.

“Al llegar a Jagüey Grande la gente nos avisaba que había aviones con insignias cubanas. Eran enemigos. Continuamos hasta el Central Australia y nos emocionamos, pues los pobladores nos pedían armas y subir a los vehículos para ir al combate”.

Recuerda que la compañía estaba en la punta de la vanguardia del batallón de la Escuela. “Llegamos a Pálpite a eso de las 9:00 de la mañana. Fuerzas del Ejército Rebelde les tiraban a los paracaidistas mercenarios y les hacían bajas. Seguimos avanzando y llegamos al entronque que llevaba a Playa Larga y Playa Girón. Allí había una escuadra de tiradores y tanques, y algunos con una bazuca, que nos echaban metralla con todos los hierros”.

En Pálpite formaron una línea defensiva cuando la aviación enemiga comenzó a hostigarlos; en esa situación combatieron unas tres horas, hasta que llegaron los aviones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

“Ahí es que nos matan a Argüelles, un compañero de la Escuela que iba a estudiar a Checoslovaquia y cuando se enteró de la invasión regresó en lo que pudo y se incorporó al batallón. Había dicho que él iba para Girón con los muchachos.

“A eso de las 5:00 de la tarde nos dieron la orden de tomar un descanso y me puse a llenar los cargadores del fusil. En eso escucho al capitán Fernández preguntando por el batallón. Montó en cólera y dijo bien fuerte: ‘Este batallón va para el frente’”.

Enseguida se organizan, salen y comienzan a avanzar detrás de los tanques cubanos, obligando a los mercenarios a retirarse hacia Playa Girón. “Luego regresamos, formamos otra línea defensiva allí cerca, y como a las 6:00 de la mañana un avión enemigo comenzó a ametrallar y bombardear. Eso fue el 18 y ya estaban instaladas las piezas antiaéreas y los cañones. La aeronave enemiga fue derribada”.

Al retroceder hacia Pálpite les dan una lata de carne de cerdo y agua por primera vez desde el inicio de las acciones. De ahí fueron para el Central Australia y a seguidas para Soplillar, asentamiento que tomaron por la noche. Allí estuvieron hasta el 19, día de la victoria cubana.

“En ese lugar permanecimos una semana más con la misión de capturar a los mercenarios que habían huido. Nosotros limpiamos de enemigos la zona de Soplillar”.

José Luis organiza sus recuerdos. “El bautismo de fuego se dio cuando entramos al entronque de Playa Larga; primero nos atacó la aviación, luego nos cayeron a bazucazos, después nos hostigaron con una ametralladora calibre 50, concierto al que se unieron los francotiradores enemigos.

“Oiga, llegué a pensar que allí mismo me mataban, eso fue cuando me tiré al suelo. Aquello se parecía al mismísimo infierno. Yo tenía 19 años”.

Haber participado en los combates de Girón fortaleció la formación del joven José Luis. “Girón fue una gran escuela en todos los sentidos. También me permitió conocer más a Fidel, su valor. Él estuvo con nosotros hasta el último momento”.

 medallasCavada cumplió algunas responsabilidades en las FAR, incluida la captación de jóvenes para las distintas unidades militares. Luego de algo más de un año se desmovilizó. Regresó a la construcción, estuvo con los seguidores de Camilo y Che, y se trasladó hacia la planta eléctrica de Vicente, donde se retiró en 2001.

Si la gloria de haber combatido en Girón pareciera poca, anotemos también que cumplió dos misiones internacionalistas en la República Popular de Angola: la primera militar, por espacio de 30 meses, la segunda duró 18 meses y laboró en lo civil, en la construcción de carreteras y otras obras.

Su historia, empero, no empezó a escribirse en abril de 1961. Antes, en 1957, un aún más joven José Luis se había vinculado al Directorio Revolucionario 13 de Marzo. Con apenas 16 años acopiaba medicinas, armas y ropas para el Escambray, además de recolectar dinero para los revolucionarios que estaban presos en Camagüey. Era soldador de profesión.

“La Revolución es parte de mi vida y goza de buena salud; se respiran aires nuevos, de cambios para seguir mejorando”, afirma Cavada, miembro de la asociación de base Antonio Toledo Viera, de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, dignos guardianes de la memoria y la épica nacional.

• En abril de 2022 conversamos con el combatiente Rogelio Francia Recio, ya fallecido. Este fue su testimonio.