Por más que parezca que con su ratificación termina el camino del Código de las Familias, es todo lo contrario. Analizamos algunos retos por venir.
Muchos de los que votamos Sí por el Código de las Familias el pasado 25 de septiembre sabemos que el anhelo y el empeño por una sociedad respetuosa y más inclusiva están apenas empezando. Todo lo que vivimos hasta el domingo, digo la elaboración del proyecto, su consulta especializada y debate popular, las campañas por una u otra opción, las tergiversaciones y manipulaciones, y hasta los excesos de triunfalismos, fueron solo el preámbulo, y hay al menos tres elementos que lo explican.
Primero, los resultados del referendo. Hasta donde sé, esta podría ser la participación popular más baja en un proceso de elecciones en el período revolucionario. Según los datos preliminares publicados por el Consejo Electoral Nacional, de un padrón o parte básico de ocho millones 447 467 votantes, ejerció su derecho al voto el 74,01 por ciento (seis millones 251 786). Esto quiere decir que no acudieron a las urnas más de 2.1 millones de cubanos.
Dos millones de abstenciones plantean retos fundamentales al ejercicio democrático y al consenso nacional. Sumemos las boletas invalidadas (dejadas en blanco o anuladas), computadas en 354 567; de alguna manera, también expresan abstención o, incluso, voto negativo. Por último, los No: 1.9 millones, que son, en definitiva, los que tienen valor concreto en la elección. Son números inéditos.
El Sí ganó con el 66,87 por ciento de las boletas válidas y eso es incuestionable. Muchos ciudadanos, haciendo valer su derecho a participar del escrutinio, estuvieron en el momento de cierre de los colegios y el conteo de los votos; este periódico, incluso, trasmitió en vivo por redes sociales en Internet desde un colegio electoral. No he visto el primer reporte de mal proceder. Los resultados son los que son.
#Ahora Participamos del cierre del colegio electoral Uno de la circunscripción 26 en el Consejo Popular Onelio Hernandez y del escrutinio de los votos. #TuVotoCuenta #ReferendoPopular
Posted by Periódico Invasor on Sunday, September 25, 2022
De este razonamiento se deriva el segundo: aunque hay mayoría a favor, la sociedad cubana está dividida en torno al Código. Obvio que su ratificación implica la entrada en vigor y el estricto cumplimiento de su articulado para todos, no únicamente aquellos que lo respaldaron, pero el cambio de mentalidad recabado por una norma de este calibre va a demorar para una parte de la ciudadanía. Y eso, definitivamente, es otro reto fundamental.
Mucho más si entendemos que ahora tendrán que actualizarse y crearse otras normas jurídicas, puesto que el Código de las Familias ratificado otorga nuevos derechos o los amplía. En otras palabras, hay que empezar a construir un ordenamiento jurídico que posibilite la concreción de esas garantías y eso no es algo que se haga de 25 para 26. Tampoco podrá anotarse para las Calendas griegas, pues ya hay un mandato que cumplir.
Así, por arribita, los ministerios de Trabajo y Seguridad Social, Salud Pública y Justicia deberán echar a andar sus mecanismos para derogar, modificar o elaborar resoluciones complementarias en términos establecidos por el propio Código. Tendrá que ser revisado y actualizado el Código Civil. Deberán crearse entes que materialicen la Mediación como recurso de resolución de conflictos en el ámbito familiar. Será necesaria mucha capacitación para todos los operadores del Derecho.
El Código, además, impacta en las capacidades reales de los centros de reproducción asistida, en el sistema de Tribunales, en el Registro Civil y las notarías, en las oficinas de trámites de tantísimas instancias, en fin, tal cual precisa la Disposición final número 38, “todos los organismos de la Administración Central del Estado, de acuerdo con sus respectivas misiones”.
“Después quedarán cosas por hacer para que la Ley se convierta definitivamente en una hoja de ruta a la mano para encauzar las relaciones al interior de las familias. Tendremos que seguir hablando mucho del Código, que las instituciones creadas funcionen y lo hagan bien. Habrá que trabajar bastante todavía”, había dicho hace solo unos días Oscar Silvera Martínez, ministro de Justicia.
Volviendo a los retos fundamentales en el camino del Código de las Familias, ahora que ha recibido el respaldo de la mayoría, sería muy saludable dejar de lado cualquier vanidad o resquemor que nos separe en vencedores o vencidos. Desde el principio esta fue una norma para ponderar y celebrar los afectos y nunca se trató de una competencia, sino de construir un país mejor desde la raíz. Y así deberá seguir siendo: Con todos y para el bien de todos.