Cumplir con su ciclo de vida útil significa que después de emplearse una vez debieran ser descartados. Esto es terminar en las arcas de la Empresa de Recuperación de Materias Primas o en los cestos, pero aun así no se me quita el frío en el estómago cuando descubro en las zonas aledañas a las cafeterías, restaurantes o tiendas en divisa a quienes —casi siempre ancianos— se encargan de escudriñar los cestos y las cajas en busca del maltrecho vaso plástico o el cubierto.
En los mostradores de los negocios no estatales no faltan y la posibilidad de que cada uno sea usado solo una vez merece el beneficio de la duda, pero no convence.
Ya el periódico Vanguardia, de la provincia de Villa Clara, denunciaba en agosto de 2018 a individuos que lavaban este tipo de “cubertería” en las aguas contaminadas de un río, mientras otros los colocaban sobre la hierba, a modo de método de secado.
Un lente curioso descubrió la historia que solo vino a desempolvar una verdad enorme como témpano de hielo, porque lo cierto es que desde hace rato ha sido así y una se deja engañar y no averigua para no saber y evitarse lamentaciones ante el próximo arrebato de calor que incite a beber del vaso con la misma o más intensidad que antes.
Para quienes controlan y supervisan, las violaciones figuran como evidentes a la norma cubana 456 del 2014, que explicita los requisitos sanitarios generales de los envases, embalajes, medios auxiliares, equipos y utensilios destinados al contacto con los alimentos, con énfasis en la obligatoriedad de un diseño favorable para su limpieza.
Entonces entraríamos en un terreno más complejo, dictado por resoluciones, normas y decretos, y lo que la Organización Mundial de la Salud ha venido a definir como inocuidad de los alimentos, concepto referido al conjunto de condiciones y medidas necesarias durante la producción, el almacenamiento, la distribución y la preparación de los alimentos, de modo tal que, una vez ingeridos, no sean un riesgo para la salud.
Por este modus operandi, que atenta contra todo lo que está escrito, la lista de enfermedades transmisibles por vía oral estriba en la hepatitis, el cólera, la tuberculosis, la gripe y otras complicaciones digestivas. A su vez, otras verdades pueden encontrarse en el Departamento de Inocuidad e Higiene de los Alimentos y Nutrición del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, donde se reglamenta que los utensilios y cubiertos al entrar en contacto con los alimentos deben estar pulcros y su óptima desinfección se realiza con hipoclorito de sodio. Cuando son desechables no admiten un proceso de aseo semejante con las pautas cualitativas que demanda.
Con las fluctuaciones del mercado de por medio, para adquirir este tipo de envase habría que dirigirse a las tiendas en divisa, donde se expenden, generalmente, 10 recipientes por 1.00 CUC, o a los mercados en moneda nacional. Si bien dudo que estos precios sean rentables para la mayoría, pienso en ambas vidrieras desabastecidas y no se me ocurren muchos otros lugares de procedencia.
No porque Cuba haya decidido celebrar por vez primera el Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos el pasado viernes el tema es nuevo, aunque si pudiéramos decir que en materia de regulaciones y hacerlas cumplir, a pesar de los esfuerzos y avances, andamos en “calzoncillos”.
Tampoco es que sea fácil para el cuerpo de supervisión integral o Salud determinar cuando el vaso o el cubierto desechable es nuevo o no, mas si se tiene a mano un reluciente nailon con ejemplares originales para ser mostrado a los ojos curiosos.
No se trata de sacar vajilla de lujo para usar en el negocio, pero si de un mínimo de responsabilidad frente a las leyes vigentes y de respeto por la salud ajena. Por lo pronto, a mi bártulo diario le he sumado un pequeño vaso debidamente envuelto por si la duda y la sed me asaltan.
????Los requisitos de inocuidad instituidos en el país para cada uno de los productos???????????????? deben contribuir a mejorar la...
Posted by Periódico Invasor on Sunday, June 9, 2019