Hay quien no quiere reconocer que el mundo no gira en torno a sus ideas y concepciones, y que pintar todas las sayas y tetas posibles no simplificará la complejidad del ser humano a un código binario
Sayli Sosa Barceló La puerta estaba abierta, pero casi me doy en la nariz con aquella pegatina. Era una oficina común y corriente, espacio apretado por los buroes y las mesas con computadoras, un archivo en la esquina, impresora Epson chirriando de derecha a izquierda y viceversa, ventilador en la pared. El joven revisaba un manojo de papeles y yo esperaba, con desgano, a que él terminara.
En la puerta de al lado un condón servía de paracaídas a una pareja y el mensaje era muy claro: protégete en todas tus relaciones sexuales. A la distancia en que estaba, y con la falta de visión que ya estoy notando, no me fijé si la pareja era entre personas de diferente sexo o del mismo. No tenía sentido que lo hiciera, a fin de cuentas, ¿y eso qué importa?
Aplaudí en silencio que alguien hubiera pegado el pequeño y colorido círculo en un lugar tan visible y me gustó pensar que estos temas relacionados con la sexualidad, el género y los derechos de todos hayan salido de la intimidad y el cajón de lo tabú, no para saltar sin “paracaídas” en un reguetón grosero, sino para ser entendidos como naturales.
Fue entones que la otra pegatina casi me da en la nariz. En la puerta en la que prácticamente estaba recostada, otro circulito, de la misma campaña de bien público, utilizaba el leitmotiv del condón, esta vez como sombrilla. La idea es muy llana y funcional. El quid está en protegerse siempre; un paracaídas y una sombrilla lo expresan a la perfección.
Y si no hubiera sido porque, con lapicero, alguien le pintó senos y falda a uno de los muñequitos, habría pasado por alto, otra vez, el tipo de pareja a la que hacía referencia el mensaje. Seamos claros, aquí lo que está en tela de juicio no es mi presbicia precoz, sino la ceguera de quienes no ven las esencias.
La persona que “corrigió” la figura no sabe (o no quiere saber) que hay más de una manera de ser mujer, y que falda y femenino no son sinónimos. Le convendría aprender de una vez que no existe correspondencia entre el tamaño de los senos, el largo del pelo, el color de las uñas, el modelo de vestido o el tipo de zapato, con el sexo, el género y la orientación sexual.
Tampoco quiere reconocer que el mundo no gira en torno a sus ideas y concepciones, y que pintar todas las sayas y tetas posibles no simplificará la complejidad y la riqueza del ser humano a un código binario.
El acto de corrección, además, devela un profundo desconocimiento de los propósitos de la campaña nacional de promoción de salud y prevención de ITS-VIH/SIDA y de las estadísticas cubanas. En nuestro país, los hombres representan el 80,8 por ciento del total de personas diagnosticadas con el VIH/SIDA y, entre ellos, los que tienen sexo con otros hombres (HSH) presentan mayor prevalencia. Una visión estereotipada y heteronormativa como la de quien pintó la pegatina es parte del problema.
La necesidad de visibilizar a este segmento de población (HSH y mujeres trans) está muy ligada a que “la percepción de condición inferior de los hombres con orientación y prácticas homosexuales o bisexuales, aumentan la vulnerabilidad ante el VIH y a otras infecciones de transmisión sexual”, según apunta el artículo Una mirada género sensible a la transmisión del virus de la inmunodeficiencia humana en poblaciones clave, publicado en 2018 en la Revista Cubana de Salud Pública.
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El o la “correctora” reproduce un esquema de pensamiento discriminatorio e ignorante que no solo pretende borrar la diversidad inherente a la naturaleza humana, sino, también, entorpece y minimiza la eficacia de un mensaje que, ante todo, persigue la educación en salud y la prevención.
Parece una nimiedad, apenas perceptible. Un garabato en un dibujito, una “gracia”. Pero sucede que quienes tachan con bolígrafos una pegatina en la pared, luego levantan la mano contra el derecho de una minoría. Y este es un país con todos y para el bien de todos. Eso sí está escrito con tinta indeleble.